Las palabras de Julián, hicieron que mis ojos se cristalizarán enseguida. Me dolían, sus recuerdos que guardaba como el mejor secreto salieron allí a flote, enfrente de todos y la calma que había logrado con tanto esfuerzo durante años, se estaba esfumando y estaba siendo reemplazada por una tormenta fuerte y dolorosa. —¿Qué quieres? —pregunte con odio y labrándome del apoyo que Eric me estaba brindando. —La verdad —miro sobre mi hombro a Eric y luego a mi nuevamente—. Quiero la verdad, a solas. Su mandíbula estaba apretada con fuerza, el odio era palpable y estaba segura que si pudiera ya me abría puesto sobre la mesa con el trasero desnudo, lo hubiese palmeado tan duro hasta verlo rojo o al menos hasta escucharme gritar mi palabra de seguridad. Seguridad, esa que sentía cuando es