—¿Qué fue lo que pasó? —le pregunté mientras terminaba de ayudarla a acostarse en su cama. —Él... Él llegó molesto y dijo que estabas aquí desde temprano, que no te ibas, que iba a hacer conmigo exactamente lo que me gustaba, que me golpearan, que yo era una zorra y que... —nuevamente se puso a llorar. Su pecho se agitaba con violencia y no paraba de enterrar sus uñas en las palmas de sus manos. Yo mismo la había lastimado, una vez más, le había roto el labio y la cuando vi la sangre brotar me sentí el más salvaje de todos, mi pecho dolió tanto que tuve que llorar sobre su cabeza mientras no me miraba. Fueron unas lágrimas un tanto liberadoras para mi, porque me permití sentirme humano y expresar lo que había estado ocultando. —Kikky, descansa yo iré abajo y me encargaré de que todo q