Ante que las dudas y el miedo insistan en separarlos, Alex toma la delantera y va directamente a la casa de Abril, ya la fase lunar ha desaparecido y aparentemente, todo está en calma para él, por ahora. Se oculta de nuevo el lobo, se exhibe el hombre cálido y sereno que siempre simula ser. Sale Abril de la casa, con el estómago inundado de mariposas, que le revoletean violentamente por todos lados. Se asombra por su premura y murmura para sí misma: «¿De qué debemos hablar ahora?». En toda la noche, sus pensamientos se han mostrado oscuros para ella, imaginando que ellos posiblemente no tienen nada en común, y que esto de su matrimonio es una completa locura. —Alex, ¿Por qué estas así tan desprolijo? —pregunta al verlo todo desarreglado. —Vengo del gimnasio—miente el apuesto Alex. —Tene