El temor más grande que Iker sentía era ser despreciado por Justin, sabía que si este se enteraba que él era el padre de los hijos de Emilia, la amistad entre ellos se vería afectada. Poco a poco fue soltando el nudo de su corbata porque sentía una sofocación en el pecho, cada insulto y maldición que Justin lanzaba le carcomía el alma, porque aquellas maldiciones iban direccionadas a él. —¿Tal vez él también fue drogado?— Soltó sin más. —Eso es imposible, ese infeliz drogó a mi hija y se aprovechó de ella, por eso cuando Emilia despertó ya no estaba—. Iker soltó un suspiro, pues el resentimiento con el que hablaba Justin le cohibía confesar que él era ese hombre, pero debía hacerlo, ahora que Emilia estaba embarazada, el debía confesar la verdad, aunque eso le costara perder a su único a