Tu amor es un peligro

Capítulo 4. Herman.

No solo el tiempo estaba peor que nunca, sino que también tuve que escalar esta roca con traje y zapatos. "¡Este idiota no encontró ningún otro lugar!" - Pensé maldiciendo. Menos mal que los turistas pisotearan el camino, pero estaba mojado y resbaladizo por la llovizna. Vlasenko estaba casi en la cima.

- Mira Herman, toda nuestra vida es como este mar. De vez en cuando piensas, que todo está bien en calma, pero de repente el clima cambia y las olas comienzan a rugir. – dijo el viejo filosóficamente.

- Mejor vayamos al grano, señor Vlasenko, - lo interrumpí.

Mi estado de ánimo era pésimo, nada romántico. Lo único que quería era vender rápidamente la mercancía, regresar al hotel y tomar una ducha caliente. También me manché los zapatos nuevos y tendría que cambiarme el traje.

- Yo también, estoy hablando de negocios, querido Herman. Hoy cruzaste el listón, y cuanto más grande es el mar, más fuerte es la tormenta.

- ¿De qué está hablando? ¿Me está amenazando o, solo me está advirtiendo?

- No, no te estoy amenazando, por Dios, solo quiero darte un consejo, no te subas al alboroto, eres joven y ardiente, y la vida no se trata solo de ganar dinero de cualquier manera. - dijo Vlasenko. - Conocí a tu padre y se volvió loco, cuando murió tu madre. Ella era su ancla, que le impedía estrellarse. A tú también necesitas un ancla de ese tipo, de lo contrario estarás perdido. Y yo no quería eso. Me gusta llevar los negocios contigo. Cumples tu palabra. Pronto se acabará el agua turbia, los federales se lo han tomado en serio.

- ¿Qué quiere decir con eso?

- Justo lo que dije.

- Entonces recuerde las coordenadas donde encontrarás su carga, - le dije y le di la información.

- Recuerda Herman, no te metas en este negocio, hay gente muy seria aquí. No puedes manejarlos. Mejor aún, prepare un “aeródromo alternativo”, un lugar a donde ir por si acaso. - dijo Vlasenko y se fue.

Y me quedé en la cima un minuto más y miré al mar. Quizás el viejo tenía razón en algo. Con esta operación, crucé la línea. Los últimos doce años de mi vida solo hubo riesgos, ahora quién sabe cómo terminará eso. Era gracioso, pero en ese momento sentí lástima por mí mismo. Recordé a mi madre, la infancia, la fiesta de mi decimo cumpleaños. De repente la vi. Ella, como una sirena, de alguna manera se movía extrañamente entre las olas, jugando con ellas. Me acerqué al borde, me agaché para mirar y en ese momento la piedra se desprendió de la roca, aparentemente no podía soportar mi peso y yo, golpeándome el hombro herido, volé hacia abajo.

Desperté en los brazos de esa sirena. Susurró mi nombre, su voz era tan dulce como la de un ángel. Por un momento me pareció que tenía delirios. Que me estaba muriendo de nuevo y vi un ángel brillante y puro, que me cantaba canciones. Podría ser verdad, pero si me iba al otro barrio, ni un solo ángel volaría cerca de mí, tendría miedo de ensuciarse.

Pero este ángel no tuvo miedo, me besó, como si me diera la vida. Luego me llamó de nuevo, había recuperado completamente mis sentidos. Pero el anhelo por ella era tal, que no pude resistirme y la besé también.

La chica se estremeció, se levantó rápidamente y, como una gacela, corrió hacia su moto. Quería detenerla, pero me atraganté y caí sobre la arena, aparentemente el agua todavía estaba en mis pulmones. Mientras me aclaraba la garganta, mi sirena desapareció.

- ¡Encuéntremela rápidamente! - le ordené a Den, que corría hacia mí.

- Shere Khan, ¿qué pasó? ¿Ha sido Vlasenko?

- No, yo mismo, búscame la chica. - insistí mientras me examinaba. - ¡Deja de manosearme! Estoy bien.

Pero, de todos modos, no me deshice del viaje al hospital, mientras mis chicos encontraron alguna información sobre la chica. Resultó ser una futura estrella deportiva de natación, pero eso no me importaba en absoluto, la quería para mí, no para el podio de campeones. Así que al día siguiente fui a su universidad, donde estudiaba. Cuando me enteré de que era una futura abogada, incluso me reí. ¡Vaya, mi ángel también es abogada!

Cuando la vi, fue como si algo me doliera en el pecho y no era en absoluto el hombro. Me miró con la boca ligeramente abierta. Ella me estudiaba, no dio ni un paso hacia mí, no pronunció ni una palabra. Vi su mirada bajar de mi rostro a mi pecho, y luego bajó los ojos y se sonrojó. ¡Dios, qué preciosa estaba en este momento!

Pero entonces apareció un tipo y se la llevó, y mi teléfono sonó en mis pantalones, aunque no solo él, no voy a mentir, mi cuerpo reaccionaba a ella, como un toro a un trapo rojo. Saqué mi teléfono, era Den. Me avisó que el dinero fuera transferido.

- Descubre más sobre ella. ¿De quién es amiga? ¿Si tiene novio? Bueno, en general, todo, hasta el color de sus bragas.

Después de vender la mercadería y recibir el dinero, terminó el trabajo en esta ciudad, tuve que regresar a la capital. Allí me esperaban otras cosas, no tan peligrosas, pero que también requerían mi atención. Solo que ahora no podría irme sin ella. Pero forzarla tampoco era una opción. Así que corrí a su residencia, alquilé una habitación en un hotel de poca monta, al lado de su casa. Me dijeron, que a veces corría por las tardes en el estadio. Esperaba que hoy corriera o, mejor dicho, lo sentí, y apareció.

Ella me vio y se detuvo. Al principio, pareció querer dar la vuelta y correr, pero la atrapé. No quería asustarla, por eso mentí como un bellaco, explicando que hacía aquí. Le cogí la mano y la acerqué a mis labios.

 Y su olor de una manera increíble se metió debajo de mi piel, la cabeza quedó completamente impresionada. La besé de nuevo. No, ni siquiera fue un beso, sino algo extraño, como si la besara y bebí agua de manantial más puro y cristalino. No podía llenarme, porque antes de eso solo había probado purines de pantano.

La llamé y se fue, ella misma y sentí que esta chica me seguiría hasta el fin del mundo y no me preguntaría: ¿Dónde está ese fin? Si antes tenía alguna duda, en ese momento, simplemente desapareció el mundo entero. Entre nosotros no solo hubo química, sino una reacción termonuclear. ¡Ella era mía!