Jonathan
Escucho el ruido de unos tacones provenir desde mi habitación, lo que me hace mirar hacia atrás solo para encontrarme con la silueta de Gaby, dedicándose a apreciar todo con una mueca de asco plasmada en la cara.
Me encuentro sentado en una cómoda silla mecedora en la terraza que da a mi habitación, dedicándome únicamente a tomar cervezas y a comerme una pizza tan asquerosa, que incluso podría provocarme una indigestión.
—¿Qué pasa con mi chico? —pregunta la morena al salir a mi terraza—, esto da asco.
—¿Cómo lograste entrar? —interrogo, sin dejar de observar el movimiento de las personas en las enormes calles de Toronto.
—Tu portero me dejó pasar. Al parecer, no has salido en algunos días y dijo que un olor nauseabundo salía de tu departamento. Probablemente ya estaba preoc
