—Seba hazlo, no tengo nada que perder. —No me molesto en encararlo y continúo fumando.
Estoy entre medio de Gregori y Mikhail. Basil se voltea a verificar al chico y conecta sus ojos con los míos. No se ve preocupado y sonríe demente. Este infeliz siempre muestra su locura en los momentos más emocionantes. En el cuartel con Kesar, en el enfrentamiento con las pistolas apuntándonos, él se rio como si fuéramos a una fiesta.
—¡Mierda, me duele! —Su quejido me llama la atención y tuve que buscar el motivo—. ¡Suéltame, Kira! —Seba está en apuros—. Debí entregar las fotos. —El imbécil se encuentra con el brazo derecho en su espalda y la oficial Orlova lo retiene concentrada.
Kira anda con su uniforme y gorra. Por eso Basil estaba tan campante y sonriente. Unas chicas pasan y al ver la escena
