—No te enojes —voy hacia la cama y muevo su mano de su cara—. Ese pico de patita me tentó. —Beso su labio, solo un toque y Maika toca su boca. —Eres un idiota que sabe enamorar a una chica arisca. —Maika mueve sus cejas y la facilidad que salen sus risas me desconciertan. Es broma, mi chica arisca tiene su encanto y su gran corazón. Su coraza tuvo que erguirse para poder soportar el dolor. Por eso ser grosera era la forma de mantenerse de pie sin caerse. —Puedo ver a la real Maika, es pura alegría y toda mía —afirmo y mi cuerpo se echa adelante—. Acuéstate —ordeno y mi mujer lo hace sin ninguna queja. —Quiero que nos demos placer a la vez —propone mi persona y se arrastra en el colchón hasta acomodar su cabeza en la almohada—. Ven, cobremos juntos el rublo —susurra bajando su voz y eso