Su arco del cuello es un imán para mis demonios y mi boca arrastro por ese camino que tengo marcado en mi memoria de arriba abajo. La lengua toma vida propia y lame su piel justo en las alas del cuervo. Mi chica con tinta entierra sus manos en mi melena y hace un puñal. Cada vez su cuerpo se inclina un poco más y como todo un animal, la sigo hasta caer al vacío. Desde arriba los ángeles ven nuestros cuerpos, uno encima del otro en el piso de esta pequeña habitación, y desde el infierno los demonios arden por unirse a nosotros. Muerdo esa piel expuesta del arco, dando leves mordiscos hasta llegar a mi lóbulo y mi nariz se encarga de hacerla estremecer. Mierda, la polla va a reventar en estos pantalones de cuero y continúa llorando por ella. —Vilen Petrov —susurra ronca y se detuvo acelerad