—¡Es de corazón, mi lamento es cierto! —grita en un agonizante llanto, pero no me toca. No traspasa el hielo que él se encargó de rodear a mi jodido corazón—. ¡Eres mi hija, te amo y quiero que regreses! —Yakov libera una espiración, observo sus lágrimas para tener grabado este instante y una sonrisa fría sale de mis labios—. Maika, la culpa la tiene este granuja, te ha comido el cerebro. —Señala a Vilen mientras se apoya de la pared, sujeta sus costillas con la otra mano y por las muecas en su cara; le duele todo, menos ser un padre de mierda. —No metas a Vilen Petrov, mi persona y el hombre que amo —hablo pausadamente y por joder me siento en el suelo con las piernas cruzadas (como si fuera hacer yoga)—. Ese hombre que tanto tienes en la punta de la lengua es mejor que tú y tu hija de l