El doctor limpió la herida, le dio antibiótico y Vilen prometió tomarlo después. Intenté abogar para que los tomara y se negó en rotundo. Le limpió la cara y desinfectó. Antes de irnos fue a darle un beso en la frente al Gigante y Lioña nos llevó hacia la casa. Fuimos al cuarto que dormía Vilen y se trajo su maleta. Me encuentro siendo empotrada en los azulejos del baño. Nos aseamos y en medio de las caricias nos encendimos. Vilen no tomó sus antibióticos para no dormirse y lo aprecié en demasía. Nos hemos corrido y besé sus ojos hinchados. —¿La herida se lastimó? —Agitada por la subida al placer, me preocupé por su costado herido al aterrizar del orgasmo. —Hay heridas que excitan, no lo olvides —besó mi frente y me deslicé de su cuerpo. —Nunca lo he olvidado desde que te conocí —agar