Realmente el calvo de la cruz se quedará grabado en mi retina y si la vida me da otra oportunidad, no dudaré en meter una bala en el medio de esa cruz. —Para estar feliz debo hacer mucho más —susurra en mi cara y no le temo. —Evelina, subamos al baúl y evitemos los golpes por ahora —comento con sorna y le doy la espalda al asqueroso. No le doy tiempo y llevo mi mano a su muñeca. Ella da un respingo, pero no me empuja. La ayudo a trepar por la cintura y subo con la atenta mirada de estos imbéciles. Ella se va hacia la otra esquina y acerca las piernas a su pecho. Le permito el espacio y me recuesto del extremo derecho. —Te has jodido por una mujer que ni te quiere cerca. —Se burla de mí y mi mente solo idea miles de formas de hacerle pagar su golpe. Tal vez pueda arruinar sus tatuajes h