Lo vuelvo a ver, el Dorado simula con la mano un revólver y hasta un disparo realiza. Sonrío por sus ocurrencias y corro hacia el auto. Tengo la mano en la puerta, listo para subir y evalúo el caos. La furgoneta desapareció. No es de la banda, debe ser del infiltrado de Basil. Los dos hombres se han bajado y tienen su característica chiva larga. Uno de ellos me fulmina con los ojos y empuja al oficial. Subo a la camioneta y giro el cuerpo para no perder de vista al enemigo. No han atacado porque saben que en una clínica no es buena idea. Se montan en su camioneta chocada y puedo ver el arma que saca. Curiosamente, el que me observaba. —¡Joder, nos seguirán! —murmura Basil acelerando el auto. Lev se marchó. No quiero que lo sigan a él. Así que deslizo el cristal de la ventanilla y saco mi