—¡Mikhail, Mikhail! —brama desde la entrada Nikita y viene corriendo hacia él.
Ella alza su mano para tocarlo, pero duda y las mantiene entrelazadas en su pecho. Él busca desesperado en la entrada, espera que salga su amigo o el Gigante. No sé qué mierda, pero el hombre se está desquiciando y mi instinto me grita que no será lindo.
—El Gigante no te dejaría sola a esta hora, a menos… —se calla y sus ojos se dirigen hacia la entrada de la mansión, desfila Esfir con la mulata—. Joder, ¡¿dónde están?! —pregunta a nadie y le da la espalda a todos.
Empieza a marcar y se lleva el celular a la oreja. No para de caminar de extremo a extremo. Se pierde en ese proceso, mira la pantalla, lo acerca al oído y maldice sin detenerse. Lo hace repetidas veces. Nadie piensa detenerlo y evitan mirarlo. Au
