La próxima incongruencia de la Niña Zanahoria, una sola y la castigaré como mejor sé. Una sonrisa de endemoniado expulso y paso el umbral. Mis pies me llevan a mi hogar. Le puse seguro a la puerta y tengo a Maika sentada en el suelo. Justo queda al frente del otro extremo del pequeño cuarto y su cabeza oculta en sus rodillas. Mi chica arisca llora y eso me llena de impotencia. En la cama han puesto doblada la poca ropa de Maika. Hablé con las empleadas y pedí que lavaran nuestras ropas sucias. La mía debe estar en el armario y la de Maika la han dejado sin rumbo. Pronto, eso cambiará, tendremos una gigante habitación y espacio para los dos. Mi hogar es ella. No importa si vivimos en el infierno o en el fin del mundo. «Demonios, suenan igual de calurosos, qué se joda, me vale si es el apoca