Capítulo 3

1120 Words
Comienzo a mover mi pie derecho de un lado a otro cabe aclarar que odio estar en este tipo de consultorios, más bien todo lo relacionado a los hospitales. El olor a limpieza y antiséptico se hace presente en mis fosas nasales, para mi mala suerte soy la única paciente que se encuentra en la sala de espera. Por el rabillo de mi ojo observo a la asistente que comienza a teclear en su computadora, ruedo los ojos y suspiro con pesadez. "Esto es una pedida de tiempo" Estoy a punto de tomar mi bolso para retirarme cuándo la puerta de la oficina se abre dejando ver a un paciente y a un joven doctor que debo admitir que es muy atractivo. -Eso seria todo señor Vázquez, con gusto lo espero la siguiente semana, no se olvide realizar su cita con mi asistente-comenta risueño. -Muchas gracias Doctor Anderson, nos vemos las siguiente semana. -De nada-observo como toma un folder para comenzar a leerlo y alza su mirada hasta que se encuentra con la mía. -Andrea Marshall. Tomo mi bolso para poder levantarme y acercarme al hombre quien me observa con su característica sonrisa plasmada en su rostro. De esta manera puedo darme cuenta de que me rebasa en estatura por unos diez centímetros. Él me permite la entrada al consultorio e ingresamos a este, por el cuál caminamos en un pequeño pasillo hasta que me encuentro con su oficina. -Por favor tome asiente señorita Marshall. -Muchas gracias.-comento en un tono despectivo. El pequeño consultorio de tonalidades blancas se hace presente,noto también cuadros de mal gusto, varios libros de medicina al igual que un cuadro enorme de su familia. "Acaso no pudo encontrar un mejor lugar". Una placa con su nombre se visualiza: "Doctor Andrew Anderson" Ruedo los ojos molesta, no pudo llamarse de otra manera, mi pie se mueve de nuevo, dejo mi bolso sobre mis piernas y me cruzo de brazos. Espero a que comente algo. Simplemente me sonríe, tiene una estúpida sonrisa dibujada en su rostro. Enarco mi entrecejo y bufo. -Por lo que acabo de leer en su informe es la primera vez que acude conmigo. Ya puedo entender su personalidad-comenta para dejar de verme y leer mi expediente-Su abuelo me pidió que le enviara un informe detallando todas sus citas conmigo. -¿Enserio me conoce con solo verme sentada? ¿O es algo que le han enseñado? A parte del pésimo gusto claro está. Con respecto a mi abuelo prefiero no hablar de eso, lo que más me importa es tomar mis propias decisiones en la empresa. -Su actitud, su forma de hablar, sus gestos fáciles y su expresión coorporal dicen más que su boca-comenta con mucha paciencia y sin despegar su vista de la mía. Lo reto con la mirada para observarlo de arriba a abajo. Lo escaneo, no es feo, resultó ser más atractivo e inteligente. -¿Por qué estas a la defensiva Andrea?-pregunta mientras espera con mucha curiosidad mi respuesta. -Entendí que usted me conocía por mis expresiones y todo eso. Sonríe ligeramente para soltar una leve risa. Mostrando sus dientes blancos, presto atención a sus ojos pardos. Son muy hermosos. -Eres una mujer con carácter, al parecer te gusta tener el control de todo, quieres que todo salga como tu lo quieres, eres muy minuciosa con las cosas. Puedo notar que tienes ansiedad. Tus gestos faciales y corporales indican que no te agrada mi presencial, mucho menos este humilde consultorio. Eres una persona que le gusta ver todo a su alrededor, necesita buscar algo o una salida. -Me sorprende doctor. Creí que no haría nada-comento con sarcasmo. -Hay otra cosa que percibo de ti, eres una mujer sarcástica, vanidosa un poco egocéntrica. -¿Eso es malo?-pregunto con un poco de interés. -No, no es malo ser todo lo que eres, siempre y cuando sea de una manera sana. Seria malo si empiezas a humillar o lastimar a las personas a tu alrededor. Desvio mi mirada de sus ojos, respiro ligeramente para poder observarlo de nuevo. -No debes estar más a la defensiva. No me veas como un doctor. Soy un amigo al que puedes acudir cuándo lo necesites. Al parecer tú abuelo realizó su cita. ¿Qué piensa al respecto de eso?. -No se en que estaba pensando mi abuelo-dejo la bolsa a un lado mío para levantarme y comenzar a caminar por el consultorio-Él por ningún motivo debió hacer algo como eso y más sin consultarmelo-comento de mala gana. -¿Cómo es la relación con él?. -Es demasiado buena, yo diría que la mejor relación entre abuelo y nieta. Si le soy sincera Doctor Anderson. No me siento cómoda si me tutea. -¿Por qué? ¿Hay alguna razón en específico?-pregunta con esa sonrisa estúpida. Como quisiera golpearlo para borrarle esa cara de felicidad. -No me siento cómoda. -De acuerdo, lamento importunarla por dirigirme a usted de esa manera Señorita Marshall. -Le perdono. -Expliqueme la relación con su madre. -Supongo que es buena. -¿Porqué supone eso?-me pregunta - ¿Acaso discuten?. -Algunas veces. -¿Por qué discuten?-me pregunta mientras presta atención a todo lo que digo, puedo sentir como mis facciones se vuelven serias. -Nuestras discusiones son por lo mismo. Nuestro tema de conversación siempre es mi padre. -¿No tiene una buena relación con su padre?. -No-comento de manera amargada. -¿Y como es la relación con su padre?. -Nunca nos hemos llevado bien. Siempre discutimos, es algo de lo cuál no me gusta hablar. -Entiendo no voy a insistir con eso... Si quiere llorar esta en su derecho aquí tengo pañuelos... -Yo no lloro, llorar es para los débiles que no saben ser fuertes en la vida. -El llorar no te hace débil al contrario te hace más fuerte, al igual que nos ayuda a limpiar el alma y traumas del pasado. -¡Yo no necesito arreglar algo!. -Todos dicen eso. Pero es necesario que lo hagan, debes hacerlo porque sabes que es verdad. Vamos a trabajar muy bien. ¿Quiere venir dos veces a la semana? O una vez a la semana. -Esta es la primera y última vez que vengo a este consultorio. -Su abuelo pagó dos meses de consulta por adelantado. -¡Lo que me faltaba!. De acuerdo vendré cada semana. Tomo mi bolso dispuesta a irme de ese espantoso lugar del infierno, pero su voz hace que me detenga completamente. -¡No hemos terminado nuestra sesión!. -Yo decidí que ya se acabó. Me salgo de la habitación y cruzó ese pequeño pasillo hasta llegar a la recepción. La asistente se levanta para despedirse de mi. Solo me voy sin decir alguna palabra.
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