Con la vestimenta colocada me aproxime al espejo de la habitación. Al contemplarme quedaba perpleja admirándome totalmente diferente. Al poco tiempo la presencia de Karen se pronunciaba en ese comentario que refería.
—Ahora compruebas que no tienes que renegar ni cubrir tu cuerpo como lo hacías —decía, tomándome de los hombros al mirarme a través del espejo.
No respondí a su comentario, pero sabía que tenía razón, mi físico no era tan proporcionado como el de ella, pero si era digno para sentir orgullo, aspecto de mí que por mucho tiempo me he negado en aceptar.
—Luces hermosa, estoy segura que dejaras a todos perplejos… ¿qué pasa? te veo angustiada.
—Es que no se caminar con estos zapatos ¿y si los cambio por otros?
—No, estos son los indicados, además no hay zapatillas
