*** LAURA ***
Fernando camina con cautela, hasta acercarse un poco más al borde de la cama.
—¿Qué haces aquí? —pregunto con tono gélido.
—Un pajarito me contó y necesitaba estar aquí con ustedes —responde.
—No hacía falta que vinieras. Mi hija y yo estamos perfectamente, así que puedes irte por donde viniste.
—¿Pero qué fue eso tan malo que hice, mujer? De verdad no entiendo nada.
—¿Ah, no? —Bufo—. ¿Entonces esa chica que abrazabas con tanta confianza en tu oficina no es “nada”?, ¿Y por “nada” la tenías metida en tu apartamento? —rebato exasperada. ¿Ahora quiere ser la víctima?
—Por Dios, mi amor —me interrumpe y suelta la risa.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunto. Me controlo para no gritar, porque no olvido dónde estamos y que, además, tengo a mi bebé en brazos.
—Esa chica es mi he
