LA LLAMADA DE LA VERDAD
En la calurosa California vivía una amorosa y ejemplar familia. La casa estaba tranquila todo el día; las discusiones no eran algo que se presenciara muy a menudo, pero ocurrían como en todos los matrimonios. La familia estaba conformada por Marie, la madre; James, el padre; Ana y David, los dos hijos del matrimonio, fruto del amor que se tenían.
Marie y James se casaron hace siete años después de un noviazgo de dos años. Producto de ese matrimonio habían nacido sus hijos, que eran mellizos. Para Marie, todo en su vida era perfecto, pero no sabía que un evento inesperado estaba por acabar con esa felicidad que tanto se había esforzado por mantener en su hogar.
Todo transcurría normal ese día, hasta que Marie recibió una llamada. Tuvo que salir corriendo de la cocina dejando la cena en la lumbre para poder contestar la llamada.
_Hola, ¿sí? ¿Con quién hablo? —dijo mientras esperaba a que la persona al otro lado contestara.
_Hola, tú a mí no me conoces, pero yo a ti sí. Mira, voy a ir directo al grano. Lo único que quiero que sepas es que tu vida no es lo que parece. Tu esposo perfecto no es el maravilloso esposo que tú piensas. No te diré más nada, pero espero que a partir de ahora estés más alerta y esperes mi próxima llamada o mensaje.
_¿Qué? ¿Oiga, qué me está queriendo decir con todo eso? ¡Oiga, conteste! —La otra persona ya había cortado la llamada sin darle tiempo a María siquiera de preguntar el nombre.
_Esto no puede ser. ¿Qué me habrá querido decir esa persona? Tengo que averiguarlo, no me puedo quedar con esta angustia.
Marie pensó en decirle a Juan sobre lo sucedido, pero decidió no hacerlo para no preocupar a su familia. Prefirió ignorar lo que sucedía y hacerse creer a sí misma que era una broma de algún adolescente, tal como ella lo hacía cuando era joven. Sin embargo, no podía sacarse de la cabeza la idea de que tal vez no fuera una broma y que eso fuera una advertencia de que algo malo estaba pasando en su familia. Se puso a analizar qué era raro en su familia y notó que lo único extraño era que su esposo llegaba cada vez más tarde, poniendo la excusa de que tenía que hacer horas extras, algo que era muy normal para ella, ya que él era dueño de su propia empresa, la cual había tenido mucho éxito y le hacía ganar mucho dinero. Pero últimamente estaba muy ausente. Ella no decía nada para no alterar la tranquilidad de su familia, pero después de esa llamada no pudo dejar de darle vueltas al asunto.
*No quería parecer obsesionada, pero tenía la necesidad de saber qué estaba pasando, así que tomé el valor de hablar con Juan para comentarle lo sucedido. Así que decidí esperarlo para hablar con él.*
// Horas después //
James llegó a su casa con una sonrisa en la cara, pero esta se le borró al ver que su esposa se había quedado despierta esperándolo.
_¿Qué haces despierta a esta hora? Te he dicho muchas veces que no hace falta que me esperes despierta —dijo parándose frente a una Marie confundida por la forma en que le hablaba su marido.
_Es que quería hablar de algo serio contigo —dijo Marie mientras se acomodaba en el sillón para tomar fuerza de voluntad y decir lo que estaba a punto de decirle a su marido.
_James, ¿me estás engañando? —Marie esperaba escuchar una negación y luego un abrazo junto con algunos besos, pero no fue así. Lo que pasó jamás se lo hubiera imaginado.
_¿De dónde carajos sacas esa estupidez? ¡Me mato todo el día trabajando y me esperas para decirme esa gran tontería! ¿Qué, ¿no tenías nada mejor que hacer que arruinarme el día?
*Marie quedó impactada. No podía creer que su cariñoso y amable marido la estuviera gritando de esa forma.*
_Baja la voz, vas a despertar a los niños. Solo fue una pregunta. ¿Por qué ayer resi…?
_¿Solo es una pregunta? Por favor, Marie, no seas tan desconsiderada. ¿Alguna vez te he dado motivos para dudar de mis sentimientos hacia ti? RESPONDE.
_¡NO! Pero últimamente llegas más tarde, ya no me dices que me amas, ya ni siquiera me tocas. ¿Te parece que eso no es suficiente para sospechar?
_Mira, no pienso discutir contigo, sería como perder mi tiempo y mañana tengo que trabajar —dijo mientras se alejaba hacia la habitación de invitados que estaba en la planta baja. Al parecer, hoy no dormirían juntos en la misma cama.
Marie, al entrar a la habitación, no pudo contener las ganas de llorar. Pensaba que la reacción de James era muy sospechosa, pues él nunca le había gritado, ni siquiera en sus discusiones pasadas.