Luego de que ambos colocáramos las respectivas firmas, su mirada resaltaba de forma peculiar a la vez que una sonrisa provenía de sus labios. —Perfecto, para celebrar vayamos a un buen lugar. —No pretendo celebrar nada contigo, me iré a casa. —Pues de malas, te toca hacerlo, eres mi escort y siendo tu trabajo acompañarme deberás acatar lo que digo—una mueca en mi rostro reflejando mi desagrado se hizo evidente, no obstante, se aproximó y me tomo de la mano, dando alusión como si fuésemos una típica pareja. —¡Suéltame! soy tu escort desafortunadamente, no tu novia—manifesté para soltarme, pero nuevamente me lo impedía. —¡Viena! suficiente con esa actitud, me acompañaras y te explicare lo que harás. —¿Porque hablas como si esto se tratara de algo más? —Porque así es, ese contra