—Eres muy egocéntrico ¿no lo crees? —Sí, es una de mis mejores cualidades, así como otras más que dejo que las chicas descubran. ¿Porque no te aproximas y tomamos algo agradable? —No puedo marcharme del lugar, lo siento. —No pretendo que vayamos a otro sitio. Puedo adquirir lo que necesito y tomarlo aquí contigo, sería una breve velada nocturna al aire libre, ¿no te parece? —Pienso que es mejor que entre, lo que hago es parte de mi trabajo. —¿Y quién te dice que no lo haces? —Creo que no comprendes esto, los hombres que están dentro son posibles clientes y yo estoy afuera contigo. —Corrígeme si me equivoco, todos los que estamos invitados somos clientes ¿no? —Si, efectivamente. —Pues ya está, soy tu cliente. —¡Que gracioso! pues no. No pretendo que lo seas. —¿Por qué?