UNO

2780 Words
Toda mi familia estaba esperando que llegara el mejor amigo de mi hermano para nuestra cena festiva. Llamó diciendo que volvería a llegar tarde porque se detuvo en algún lugar para ayudar a alguien con una rueda pinchada o algo así. ¡Ese hombre! Como cada vez que sabía que vendría a visitarme, me puse mi vestido más corto y mis tacones más altos. La suave piel oscura de mis largas piernas recién afeitadas brillaba con la libra de crema que les apliqué y mi burbujeante trasero levantó mi falda lo suficiente como para hacer que cualquier chico quisiera inclinar la cabeza hacia un lado y mirar lo que tenía debajo. Pasé interminables horas en el salón y mis trenzas blancas, pequeñas y largas se veían increíbles. Esta chica incluso se hizo las uñas. Me miré en el espejo del pasillo, comprobando dos veces que mi maquillaje estaba en punto. Sería todo en vano, pero siempre lo hacía, de todos modos. Me vestía para impresionar, solo para recibir palmaditas en la cabeza como un perro. Esta chica tenía que intentarlo todo. Oh, podría babear con solo imaginarlo en mi mente. Alto como el diablo, cabello dorado hasta los hombros, bien afeitado, un hipnotizador par de ojos verde pálido, músculos sobre los músculos, manos grandes y fuertes, una sonrisa que podría derretirme las bragas y un culo que da ganas de masticarlo. Flynn era el hombre de mis sueños. ¿Su único problema? ¡Era demasiado bueno! Es gracioso que su nombre era Flynn, en vez debería ser Flanders. Ni siquiera estaba bromeando.  Él era el tipo que siempre dejaba que los demás fueran primero en la fila, ayudaba a la anciana del vecindario con sus compras, cortaba el césped para el vecino que se rompió una pierna, detenía el tráfico para que los jodidos patos cruzaran la calle con seguridad, ¡y lo hacía todo con una sonrisa! ¡Sí, ese tipo! Lo amaba más que a nada, pero a veces me volvía loca.  ¡Ni siquiera maldecía apropiadamente! Decía cosas estúpidas como “rayos” y “carambolas” o “miércoles”.  Al principio de la escuela primaria, mi hermano se hizo amigo de él y desde entonces han sido inseparables. Josh lo amaba como a un verdadero hermano, y mi familia adoraba su trasero. Jugaba a las cartas con papá, horneaba galletas con mamá y siempre estaba presente. Y cuando dije siempre, quise decir siempre! No debería hablar tanta mierda porque ese culo era mi religión. Yo he estado enamorada de él desde que tengo memoria. Había estado viviendo gratis en mi mente y juro que algún día le cobraré con intereses.  Él y mi hermano eran solo un poco más de dos años mayores que yo, así que había sido una eternidad. Todavía recuerdo la primera vez que lo vi. Mamá lo invitó a una cita para jugar y Josh ya tenía todos sus autos en la sala de estar, listos para jugar. Sonó el timbre y todos corrimos allí. Tropecé con un auto y me caí. Josh ni siquiera se preocupó de mirar hacia atrás y ver cómo estaba, solo corrió para abrir la puerta. Mamá caminó hacia la puerta principal desde el pasillo y no notó que me caí.  Mis rodillas habían caído directamente sobre uno de los estúpidos camiones de Josh, y me dolía como el infierno. Me senté sosteniendo mi rodilla y mis lágrimas porque no quería llorar como una bebé, como Josh se había burlado de mí por serlo. Yo quería mostrarle que era una niña grande. La puerta se abrió y la brillante luz del mediodía me cegó antes de verlo. El niño más hermoso que jamás había visto. Juro que incluso podía escuchar la música angelical sonando de fondo. Flynn estaba sonriendo ampliamente sin uno de sus dientes delanteros que se le había caído y una vez que me vio en el suelo, su sonrisa se desvaneció. Sin decir una palabra, corrió hacia mí y me ayudó a ponerme de pie. Frotó mi rodilla y arregló mi falda. Flynn no me conocía, pero me dio un abrazo y luego me dio unas palmaditas en la cabeza, haciendo que mis mullidas coletas afro rebotaran. La dulce sonrisa que me dio después es una que nunca olvidaré, nunca en mi vida, sobre todo porque esa es la forma en que todavía me sonríe ahora.  «¡Mierda!». En sus ojos, nunca he dejado de ser la niña con una herida. Nunca dejó de mirarme como si fuera una linda mascota. Sin embargo, lo intenté. ¡Lo probé todo! ¡Demonios! Todavía lo estaba intentando. Cuando crecí, comencé a vestirme provocativamente, pero él nunca me miraba. ¿Hacer estiramientos de yoga con leggins transparentes? ¡Lo hice! Me dijo que tuviera cuidado y no me dislocara un brazo. Me dio una palmadita en la cabeza mientras yo intentaba mantener la pose de “bebé feliz”, y luego sonrió. El "ups, mi traje de baño está suelto" ? ¡Lo hice! Lo ató rápido, me dijo que tuviera cuidado la próxima vez, me dio unas palmaditas en la cabeza y luego... Sonrió. Apretó esa mierda con tanta fuerza que no pude quitármelo después. ¿El vestido de escote bajo con mis senos casi al aire e inclinadome hacia adelante? Ni una sola vez sus ojos cayeron. Me miró a los ojos y me dio… ¡La sonrisa de Flynn!  ¿Acostarme en el sofá con shorts extremadamente cortos trepando por mi raja y fingiendo que no sabía? ¡También lo hice! Tomó una manta mientras caminaba escribiendo en su teléfono, la arrojó y me dijo que mis pantalones eran demasiado cortos. Lo adivinaste. Me dio unas palmaditas en la cabeza y luego... ¡Joder, sonrió!  Pasé toda mi escuela secundaria, preparatoria y todos mis años universitarios estando caliente y cachonda por él. La frustración era real y la sed como para morirse. Me sentía como una idiota, así que mentí varias veces sobre tener novio. Nunca tuve uno. Todo en lo que podía pensar era en él, pero él nunca, y quiero decir nunca, me miró como algo más que como una niña pequeña con una rodilla raspada. Cuando crecí y fue tiempo de que fuera a la universidad, él me llevó. Todavía yo no tenía auto, papá tenía un viaje de negocios, mamá odiaba conducir largas distancias, la universidad de Josh estaba en la dirección opuesta y él estaba libre. Como sabía que estaríamos solos, me puse los pantalones más cortos que tenía e hice todo lo que pude para llamar su atención, con la esperanza de que se detuviera y me follara en el bosque o algo así. Abrí y cerré las piernas, me froté los muslos, me fui a “dormir” con el culo hacia él y la cabeza contra la ventana… Hice de todo, todas las zorradas que se me ocurrieron para llamar su atención, pero sus ojos nunca se apartaron de la carretera durante las seis horas que nos tomó en llegar allí. De hecho, me quedé dormida y me desperté con él sacudiendo mi hombro y su pesado suéter sobre mí, cubriendo mi trasero y mis piernas. Cargó mis maletas e inspeccionó mi dormitorio como lo haría un padre antes de darme palmaditas en la cabeza y... ¡Él jodidamente sonrió!  Actualmente, estaba en mi último año de universidad y pronto buscaría trabajo cerca de mi ciudad natal. Podría haberme mudado, pero ¿a quién estaba engañando? Quería probar mi suerte con él por última vez. No quería a nadie más que a él. Era un callejón sin salida, lo sabía, pero no me iba a rendir. No hasta que él pusiera un anillo en un dedo. Preferiblemente el mío, pero si él se casa, me rendiría y desaparecería.  Oímos el timbre de la puerta y todos nos pusimos de pie. —Finalmente, —Papá bostezó con un estiramiento. El pavo de mamá aún no estaba listo, pero ella permitiría que papá comiera un refrigerio siempre y cuando los invitados estuvieran en casa. Todos caminamos a la sala de estar para saludarlo y mamá abrió la puerta. Flynn inclinó la cabeza para pasar por la puerta y nos dio a todos esa gran sonrisa dulce que siempre tenía. «¿Por qué estaba tan malditamente feliz todo el tiempo?». —¡Traje el ponche! —anunció con orgullo, y mamá aplaudió. —Y el whisky! —Levantó el otro brazo y papá vitoreó. —¡Ese es mi hijo! Debía haber venido directamente del trabajo porque todavía vestía pantalones grises, cinturón y zapatos negros, una camisa azul abotonada dentro de sus pantalones y un suéter rojo tejido a mano. Sí, lo has adivinado. Lo tejió él mismo. Ese era su pasatiempo. —¡Oh, te ves tan guapo! ¡Me encanta el suéter! —Mamá le besó el culo. —¡Puede que tengas uno muy pronto! —Él respondió con esa sonrisa interminable y ella lo abrazó, sacudiéndolo como una maraca.  —La escuela fue medio día hoy, ¿no? —preguntó mi mamá, y él asintió. Sí, la escuela, su trabajo, un maestro de jardín de infantes. El hombre era un Dios que podría estar en cualquier película de Hollywood, pero disfrutaba sentarse en una silla ridículamente pequeña y leerles a los niños. Incluso cambiaba voces y traía títeres. Las miradas emocionadas en los rostros de los niños eran tan lindas. Lo amaban casi tanto como yo. Oh, las mamás de los niños dejaban charcos en el pasillo. El conserje debería haber puesto un letrero que dijera, 'precaución, piso constantemente mojado justo en frente del salón del Sr. Buena Gente'.  Papá lo abrazó a continuación con buenas palmaditas en la espalda. Josh intervino y tiró de él para abrazarlo también. La novia de Josh lo besó en la mejilla y él también la abrazó. La siguiente en la fila era yo.  Sus ojos verde claro estaban fijos en mí, mientras abrió sus brazos. Como una fan que corre hacia su ídolo, me acerqué emocionada y lo rodeé con mis brazos. Su colonia olía tan delicioso, su cuerpo estaba duro, y necesité toda mi fuerza para no dejar caer mis manos y agarrar su trasero. Presioné mi pecho contra él a propósito y froté su espalda. Compartió ese abrazo extendido conmigo recorriendo todo tipo de fantasías en mi mente. Estaba más allá de la séptima nube cuando Flynn besó suavemente la parte superior de mi cabeza, devolviéndome a la realidad. Cuando levanté la vista para ver su rostro, me soltó, dio un paso atrás y me acarició la cabeza.  Mi sonrisa se desvaneció mientras esperaba lo que vendría a continuación y luego la vi... La maldita sonrisa. Así como si nada, me pasó de lado y yo me quedé allí, frente a la puerta con los brazos colgando a mi lado y el viento helado que se colaba por la puerta congelando mi estúpido rostro. «¿Cuándo aprenderé?». —¡Oh, cierra la puerta, cariño! —Mamá gritó desde la cocina justo antes de que comenzara a golpearme la cabeza contra la puerta repetidamente.  —Sí, mamá, —respondí descorazonada y cerré la puerta. Caminé hacia el sofá y dejé que mi peso cayera sobre él con fuerza.  «¡Qué frustrante!». Miré hacia la cocina y allí estaba él, hablando felizmente con mis padres. Un ceño se dibujó en mi cara como una caricatura. Necesitaba un trago. Me quité los tacones y los tiré a un lado, deseando poder emborracharme y olvidar las muchas horas que me tomó prepararme para esa palmadita. Mis ojos se posaron momentáneamente en los tacones más altos que poseo. ¡Mierda inútil! Pensé que si me torturaba con ellos por un tiempo, él me notaría, pero no. Me senté con las piernas cruzadas en el sofá, tomé mi teléfono, me recliné y envié un mensaje de texto a mis amigas. Les hablé de mi fracaso y se rieron como las idiotas que eran. Éramos muy unidas durante la escuela secundaria, y no habíamos estado en la misma ciudad desde entonces, así que todas decidimos reunirnos y tener una fiesta de pijamas. Sarah alquiló una cabaña en el bosque, no muy lejos de aquí, y todas contribuimos con el p**o. Tan pronto como terminara la cena navideña, conduciría hasta allí y bebería con las chicas. Estaba tan distraída escribiendo en mi teléfono y riéndome que no me di cuenta del momento en que se acercó. Arrojó una manta sobre mis piernas y se sentó a mi lado en el sofá. —¡Te ves feliz! —señaló Flynn. Lo miré y asentí. Me cubrí con la manta y seguí escribiendo. —Has estado hablando con esa persona durante mucho tiempo, ¿es tu novio? —preguntó mientras me ofrecía una galleta recién horneada. Tomé la galleta y tuve una idea horrible en ese momento y seguí en marcha con ella. —¡Sí! ¡Nos acabamos de conocer, en Tinder!. Tú sabes cómo es. Él es tan dulce. Me reuniré con él más tarde. —mentí y le di un gran mordisco a mi galleta.  —¿Ah, de verdad? ¡Qué bien! Oh, realmente me gusta cuando acabas de conocer a alguien especial y todo es nuevo y dulce y las cosas van lentas y... Todavía no sabes bien qué hacer. —Flynn sonrió y el diablo en mí reaccionó. —Olvídate de lo dulce y de tomarlo con calma, ¡yo voy directamente a lo caliente y sucio! —dije con voz seductora, y él actuó sorprendido. —¡Oh! Mi error. A veces olvido que eres una mujer adulta. Bueno, lástima que son las fiestas. No creo que haya mucho abierto hoy. Los negocios cierran temprano, así que va a ser una cita corta —dijo, recostándose en el sofá y estirando los brazos, poniendo uno detrás de mí. Miré el brazo y sonreí. —Oh, no te preocupes, tenemos todo planeado. Alquilamos la cabaña más acogedora del bosque, chimenea, vino, una vista impresionante... Puede que haga frío afuera, pero adentro haremos que humee. Tenemos todo el tiempo que queramos. —mentí entre dientes como una vendedora por teléfono y contuve la risa. Me miró con la misma sonrisa que siempre me mostraba, pero esta vez, sus ojos estaban confundidos.  —¿Y te vas después de la cena? —preguntó para confirmar, rascándose el cuello, y asentí de nuevo, señalando mi auto. Tenía mis maletas empacadas y en el maletero, listas para partir. Sus ojos viajaron a la ventana y luego a mí. —Está bien... Ah, diviértete, entonces. —Flynn se levantó del sofá, me dio unas palmaditas en la cabeza y... Sonrió.  Intentar ponerlo celoso… ¡Fracasé! Regresó a la cocina y maldije mi suerte. «¡Ni una sola cosa que pruebo!». Lo miré una vez más y mentalmente babeé. Uno pensaría que él sería perfecto, ¿verdad? El marido perfecto, el padre perfecto, el yerno perfecto, el novio perfecto, pero… ¡no! Todas las chicas que habían salido con él antes, tuvieron sexo con él una vez y lo dejaban. No podía tener una novia por más de tres semanas para salvar su vida.  Cada vez que mamá me llamaba para decirme que creía que él tenía novia, lo llamaba inmediatamente y le preguntaba por su nueva chica. Siempre, la respuesta era la misma. Me daba esa dulce risa infantil y decía: —Supongo que ella me dejó...  Si preguntaba, ¿por qué? Recibía la misma respuesta una y otra vez. —Por lo mismo de siempre… todas me dejan por lo mismo. —Murmuraba y juro que puedo escuchar esa gran sonrisa en su voz. Era como si nunca le molestara que lo dejaran. Algunos días desearía poder sacudirlo. Darle un poco de sentido común. Sostener su rostro entre mis manos y hacer que me mirara a los ojos. Decirle”'¡mírame, colosal idiota! ¡No te dejaré nunca!” Yo habría hecho cualquier cosa para tener la oportunidad de ser su chica. Él era un hombre genuinamente bueno. —Cariño, ¿puedes enviarle este plato a la señora Williams? Le dije que le enviaría comida. Es un viaje corto, cinco minutos como máximo. —Mamá me preguntó, pero antes de que pudiera responder, mi héroe en su brillante armadura intervino para salvar mi trasero del frío.  —Está bien, Sra. Jones, yo lo haré. Hace frío afuera y Chloe está ocupada hablando con un amigo. —Tomó el plato y me guiñó un ojo. Sonreí, y él me devolvió la sonrisa. «¡Tontito!».
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