ENTERA DISPOSICIÓN

2513 Words
OVIDIO —¿Sigues con la sobrina de Esmeralda? —preguntó Máximo, cuando ya nos pudimos sentar a platicar con más calma. —No es perfecto ahora, pero sé que eso mejorará. La verdad que fue una jugada del destino. Tal parece que nos centramos tanto en expresar nuestros sentimientos que dejamos por fuera muchos detalles y la distancia por trabajo no ayudó. No la quiero para jugar o pasar el rato. Definitivamente Aitana es para mí y yo para ella —confesé y como me lo esperaba se comenzó a reír. Era extraño tener tanta confianza con él, pero no me sentía mal o incómodo al decir que Máximo era mi primo. —No te rías que así te llegaste a ver tú por Esmeralda. ¿Qué pasará con ella y su embarazo? —Lo miré exhalar con evidente tristeza en su rostro. —Por el momento me alejaré, dejaré que sane un poco del daño que le hice, pero seguiré haciéndole ver que me importa y me interesa ella y nuestro bebé —No entiendo de qué manera puede hacerlo, sin que luche por estar con ella—. No trates de entender lo que todavía es desconocido para mí. Por el momento quiero estar pendiente de su salud y la evolución de su embarazo. Me quiero centrar en lo que tu madre me puede ayudar y no me voy a detener. No me importa si me toma días, semanas, meses o años conseguirlo, pero lo que más deseo es sacar a Danko Kovikov y su descendencia de la faz de la tierra y de nuestras vidas para siempre. Es uno de mis mayores deseos, principalmente porque es el asesino de mi padre. Sin embargo, no tengo ningún tipo de sentimiento de venganza, posiblemente porque no tengo ningún recuerdo de mi padre. Alexei Kovikov solo era una efímera figura masculina ilustrada en una fotografía, nada más. Pasaron algunos días y no me había comunicado con mi Sirena, la tenía castigada, pero esta vez sí la había mandado a investigar y en menos de un día tenía mucha más información de la necesaria. Sabía que era amante de los libros, pero saber que la mayoría de sus lecturas giraba en él la fantasía, el erotismo oscuro, o como lo llaman el romance oscuro, me hizo brillar mi cerebro en ideas. Ella ya tenía su romance oscuro, puesto que todos los que tenemos una moralidad gris somos categorizados en esa rama. Lo que más me sorprendió es que en menos de tres días sería su cumpleaños y yo tenía más de 4 o 5 días de no hablarle. Que sintiera mi molestia, aparte de que las cosas no estaban seguras para irme y dejar a mi madre sola ahora que Máximo estaba enterado de la situación. Se me ocurrió el regalo perfecto cuando al entrar a mi teléfono miré la fotografía de un castillo que justamente era para invitar a Máximo a una fiesta. El lugar era propiedad de uno de los conocidos de Máximo y hacía todo más perfecto. No lo dudé y negué la presencia de Máximo a esa fiesta que se llevaría a cabo dos meses después. Dudé en si llamar o enviar un mensaje, pero me decidí por llamarle al tipo y me pidió una cuantiosa cantidad de dinero por reservar su castillo por una semana. No lo dudé y le hice llegar la transferencia, al mismo tiempo que le pedí el contacto del servicio que estaba utilizando para hacer su mascarada. Después de una hora entre llamadas y pagos, tenía todo lo necesario para darle a mi Sirena, una fiesta y una noche que jamás podrá olvidar. Solo quedaba una llamada más. —Lucio necesito de tu… —comencé, pero el muy hijo de puta no me dejo decir nada. —Espero que ahora si puedas venir a ponerle una correa a tu mujer. Anda con un humor que cualquiera quisiera pegarle un tiro —sonreí, eso confirmaba que mis días sin llamarla la tenían afectada. —Para eso te llamó necesito que… —tuve que contarle a todos los por menores, lo que deseaba hacer para recibir su ayuda. Gracias a él pude hacer una petición para mandar a hacerle un vestido sin que se diera cuenta. Quería un vestido que la representara en lo que ella era para mí y por eso pedí un diseño que fuera tierno, pero también sensual, una mezcla perfecta de todo lo que es ella. —Estaré lejos por unos días. No dudes en llamarme si algo sucede. —le dije a Luigi mientras tomaba las dos maletas en mis manos. —¿Dónde irás? —pregunto mi madre bajando la escalera. —Estaré afuera por una semana. —ella sonríe. —Entrégale esto de mi parte o bueno de la tuya. Creí que mi hijo al ser tan serio, no tiene el toque romántico así que lo mandé hacer para ella. —abrí el pequeño estuche y reveló un juego de anillo y brazalete de oro. —Estoy seguro de que le gustara —dije guardando el estuche en mi abrigo. —Por favor, que esa visita sea fructífera. Muero por tener un nieto entre mis brazos —confesó moviendo sus brazos como si estuviera meciendo un bebé. No respondí y si hice algún tipo de gesto sobre su comentario no sé, pero eso me dejó pensando en muchas cosas. Especialmente replantearme en que es lo que deseo de esta relación con Aitana. ¿Estará lista para esposo, hijos y demás responsabilidades? Fue en lo que pensé en todo mi vuelo camino a España. No me molestaría comenzar una familia con ella. Ya era momento de darle la cara a su familia, principalmente a sus padres. —Vaya, pensé que no vendrías. —Odio viajar en vuelos comerciales. —Estoy seguro de que tienes el dinero para comprarte un avión privado si quieres. —En eso tienes razón, ahora llévame a mi mujer. ¿Está todo listo para mañana? —Si, todo está como lo pediste y no sospecha nada sobre el vestido, de hecho, que le escuche decir que haría algo parecido para ella. Parece que en todos estos meses has aprendido a conocerla. —dijo poniendo mis maletas en la parte de atrás del auto. Era pasada la medianoche, por lo que no había un lugar donde comprarle algo para no llegar con las manos vacías. Creo que lucio notó un poco que miraba para todos lados. —Mira el asiento de atrás —dijo, al hacerlo me percaté del ramo de flores en el asiento. Volví mi mirada al frente sin decirle nada—. Un gracias se agradecería. Lo miré de reojo y de igual manera no le agradecí, solo saqué el sobre donde venía el pago por toda la ayuda. Me miró como si estuviera bromeando. —Pago muy bien los favores. —dije extendiendo el sobre. —Esto no es necesario. —dijo negándose a aceptar el sobre. Por lo que me lo volví a guardar en mi abrigo. Eso lo tomó por sorpresa. —Creí que me ibas a insistir. —nuevamente lo mire de reojo. —Solo hay una persona por la que estoy dispuesto a insistir y esa no eres tú. Segundo intento. —volví hacer lo mismo, pero esta vez no dudo en tomarlo. Llegamos al departamento de mi Sirena y no respondía a la puerta. —Le enviaré un mensaje para notificarle que soy yo. —comentó Lucio, asentí y me dediqué a esperar con la poca paciencia que tenía. Cuando abrió la puerta sus ojos mostraron un fuego en mi contra. Estaba seguro de que se hará del rogar y así fue, pero por ser su cumpleaños no deseaba que el momento se arruinara. Todo lo contrario, este viaje sería para mostrarle y enseñarle muchas cosas que tal vez solo ha leído a través de los libros. Así fue, la noche fue intensa. Aitana sacaba a mi lado cavernícola como le encantaba decirme. Mi debilidad eran su pequeño cuerpo, su sonrisa y su carácter. No me moleste cuando me comentó que se estaba cuidando, eso solo confirmaba que no estaba preparada para ser mamá por lo que respetaba su decisión. Todavía no estábamos casados y era mejor dar un paso a la vez. La mañana llegó y con ella un delicioso y agitado amanecer. Le di uno de los tantos regalos que tenía para ella. Y ver esa sonrisa en sus labios me ponía de rodillas. El desayuno que deseaba que tomáramos enredados en sus sábanas, fue predeciblemente interrumpido por sus padres. Era la primera vez que los tendría enfrente y para alguien que ya cargaba varias almas encima, debería ser cosa fácil. Sin embargo, Tatiana siempre me dijo, que hay que tenerles más miedo a los vivos que a los muertos. Su padre comenzó a hacer preguntas y yo no dudaba en responder hasta que llegó el momento de quedarnos solos. —¿Cuáles son tus intenciones reales con mi hija? No te andes por las ramas, porque sé perfectamente cómo son los hombres como tú. —Está claro que no me conoce en lo más mínimo. Los hombres como yo, somos hombres qué hacemos cualquier cosa por la mujer que amamos. Mis intenciones son tratarla como la princesa que ella es. Amarla como ella se lo merece, cuidarla, protegerla. —levantó su mano haciendo que me callara y ya mi sangre comenzaba a calentarse. —Digamos que esas son tus intenciones. Ahora, ¿Como pretendes hacerlo con el mundo en el que te riges? Estás consciente que en el momento en que decidiste hacer todo esto, pones a mi hija en gran peligro si tus enemigos se enteran de su existencia. —Yo no tengo enemig… —una carcajada de su parte me hizo callar. Estaba llegando a mi punto límite. Por lo que esta vez fui yo quien no lo dejo hablar ya que seguí—. Tal vez cree saber la verdad sobre mí, pero no me conoce. Ni tampoco sabe lo que es capaz de hacer un hombre leal por su familia. Aitana es mi familia y por eso cuando ella acepte casarse conmigo, la llevaré conmigo a Italia. —No te la vas a llevar. —Claro que lo haré, ¿Qué? ¿No recuerda que esa es la ley de la vida? Usted la ha cuidado por 31 años, ahora es mi turno de hacerlo. Ella ya no es una niña a la que puede ordenarle hacer lo que quiera. Es una mujer y ahora es mi mujer. No me importa lo que usted piense o crea, aquí estoy dando la cara. Algo que cierto hombre no tuvo los pantalones de hacer hace muchos años huyendo de sus responsabilidades y ahora se las da de muy digno. —¡No lo voy a permitir! —exclamó poniéndose de pie. —Si su hija me quiere en su vida, aquí me tendrá. —dije sonriendo descaradamente. Mi sirena y su madre llegaron hasta nosotros. Me tocó dejar en claro que no solo mi sirena es mi familia si no que todo aquel que sea importante para ella lo es. Desayunamos con tranquilidad, pero sintiendo la intensa mirada de Roger sobre mí. El día con mi sirena pasó un respiro. Durante el almuerzo le di el regalo de mi madre. No me había puesto a pensar en las letras que ambas cosas tenían grabadas. Hasta que lo mencionó, ahora entendía el comentario de mi madre sobre que ella iba a entender el significado. La noche llegó y vaya que con un momento agrio siendo testigos de una disputa muy triste entre Lucio y la que creo que es pareja. Ver a mi mujer tomando control de la situación me hincho el pecho. Esta es una hembra completa. Pequeña de estatura y cuerpo, pero de lengua y mente afilada. La deje en el salón de belleza para hacerla lucir más bella de lo que ya es. Mientras yo buscaba ciertas cosas que deje en su departamento. Al llegar a la puerta me encontré con una romántica escena entre la chica en la tienda y Lucio. Creo que eso significa que pudieron solucionar sus problemas. Lucio al verme se separó con delicadeza de ella y caminó hasta mi lado. —Necesito sacar algunas cosas de aquí. —abrió la puerta, y antes de cerrarla. —Renté un carro como los que a ella le gustan. Si deseas hacer las cosas a tu manera tienes que hacerlas bien. Aitana es muy fijada en los detalles. —sin más cerró la puerta. Sabía que se iban a tomar su tiempo en arreglar a mi sirena así que hice un par de llamadas confirmando que todo estuviera como lo planeado. Nuevamente me sentía como un idiota adolescente sonriendo mientras me colocaba la camisa. Imaginaba la emoción que sentirá mi mujer al ver la sorpresa que tenía preparada para ella. Salí del departamento tomando la maleta con la segunda parte del regalo que esperaba a mi sirena. Lucio estaba sentado en un mueble que había en el pasillo. Me acerqué y él me entregó la llave del auto que rentó, al ver la llave supe que tipo de auto era. —Así que de estos autos le gustan a mi sirena. —Si, otra cosa. Arregle a que mis hombres de confianza los acompañen hasta allá. Por obvias razones entenderás que yo por hoy no podré ir con ustedes. Mañana por la tarde estaré por allá. —moví mi cabeza en afirmación. No me molestaba tener soporte en caso de cualquier situación. —Puedes llevar a tu mujer. El castillo tiene suficientes habitaciones en las cuales se puede quedar. Eso sí, estarán lo más lejos posible de la nuestra. —No te preocupes lo suficiente los escuche anoche. —lo miré con la ceja alzada. —Mi habitación está al otro lado de la pared así que es inevitable y un pésimo aislante de sonido lo que tienen estos edificios. Acepto tu oferta, mañana nos vemos. Cuídala. —asentí y nos separamos. Al llegar al sótano me percaté de la camioneta negra estacionada detrás del Bugatti que manejaré como carruaje a mi sirena. Idiota no había pensado en esto. «Es porque siempre has sido bien simple y frío con todos. Tratabas a las mujeres como objetos y no como seres humanos.» pensé. Llegué al lugar donde la iban a poner más hermosa de lo que ya era y para hacer el juego más interesante decidí ser amable con la chica que la estaba ayudando. Nuevamente y en el mismo día el fuego en la mirada de la Sirena fue como combustible para mi cuerpo. Moria porque llegáramos hasta ese momento de la noche y ponerme a la entera disposición de mi piccola domadora. - - - - - - - - - - - - - - - Copyright © 2023 Valery Archaga / Valarch Publishing Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2312176410827
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