SIN IMPORTAR EL COSTO

1846 Words
OVIDIO Al llegar al castillo, no se necesitaban palabras para que ella entendiera. Ella sola se fue dando cuenta conforme íbamos caminando por el lugar. Luego sus lágrimas, su abrazo y sus besos solo me llenaron de la más exquisita satisfacción. Mi misión estaba hecha, hacerla sentir como la princesa del cuento que es y más. Posiblemente hubiera tenido en cuenta invitar a su familia, pero preferí que fuera un recuerdo nuestro y sin nadie que pudiera amargarnos el rato. La noche fue transcurriendo rápidamente, entre risas y sensuales bailes que tenían mi polla sufriendo y mi sirena lo sabía, pues se movía con descaro restregando su exquisito trasero. Subimos a la habitación y la urgencia por poseer su cuerpo era verdaderamente alta. Sabía que no iba a olvidar tan fácil el tema de la chica en el salón de belleza. Por lo que le di la oportunidad de jugar a un juego de roles. Empezando yo como su sumiso, nunca lo había hecho, se sentía como la mierda no ser quien tiene el control, no estaba dispuesto a que mi sirena disfrutara sola y en manos de esa maldita goma. Por lo que mi rol de sumiso se fue al carajo y retomé mi poder sobre ella. La hice sentir diferentes clases de dolor, pero a la misma vez de placer. —Así que así se siente. —dijo jadeante. —¿El que nena? —Pregunté apretando los dientes. Sin dejar de mover mi cadera y mi mano la cual sujetaba la goma y mi polla dentro de su cuerpo. Mi polla estaba siendo succionada por las paredes de su exquisito trasero y la goma en su coñito. —Que te follen dos pollas ¡Por favor, no pares! ¡No lo hagas! —exclamó y sujeté con más fuerza su cadera. —No lo iba hacer sirena —llevé mi mano hasta su hinchado botón de carne. Pues ya no aguantaba más y necesitaba que ella me acompañara. —No, no lo hagas ¡Dios! ¡Voy a morir! —gritó cuando él clímax la golpeó de tal manera que mojó mi mano por completo. Ella se separó sorprendida ante la cantidad de líquido que salió de ella. Ella gimió de dolor ya que sin darme cuenta y sin querer la había traído hacia mí penetrándola de nuevo con fuerza. —Lo siento. —dije, pero ella solo se desplomó en mis brazos—. ¿Estas bien? —pregunté y ella solo tuvo fuerza para mover ligeramente la cabeza en afirmación. Respiré aliviado y la atraje a mi cuerpo y nos quedamos acostados sobre la enorme cama. —Si no puedo caminar bien cuando despierte, me pondré el arnés y te daré con el mini león por el... —Sonreí ante sus comentarios. Me levanté de la cama y caminé hasta el baño donde nos preparé la bañera. Regresé a buscar el cuerpo exhausto de mi mujer. Dándome cuenta de que había sido demasiado para ella, solo esperaba que los dolores que sintiera más tarde, no la tuvieran de mal humor. La bañé con cuidado y la encaminé hasta la otra cama y nos dispusimos a dormir lo que quedaba de la noche, pues desde la ventana se podía apreciar el crepúsculo de la mañana. —No volverás a tocarme el resto de la semana. Estás castigado, por cavernícola. —dijo tocando su vientre y su espalda haciéndome sentir culpable y un poco preocupado. —¿Necesitas que llame a un médico? —ella negó. —No creo, no hay algo que me haga sentir o creer que algo anda mal, lo único que quiero es matarte. —dijo haciendo un puchero. —Matame si quieres piccola, pero de tu amor. —No sabía que los mafiosos pueden ser tan cursis. —Somos muy pocos los que aún tenemos un poco de humanidad en nuestro corazón. Porque puede haber gente muy sanguinaria allá afuera. —ella se abrazó a mí y no necesitaba decir nada—. Yo te voy a cuidar, sirena. Nada ni nadie te hará daño mientras yo viva. Siempre voy a cuidarte hasta de mi mismo. —¿Lo prometes? —Lo prometo. Mi sirena. —dije dándole un beso en la frente y en sus labios. Los días siguieron conforme lo planeado. Había pasado 1 mes y medio desde el cumpleaños de mi mujer. Mi vida giraba entre ir y venir, visitar a la sirena y estar pendiente de todo lo relacionado con Máximo. Principalmente ayudándolo a obtener información sobre Danko Kovikov su suegro y el hermano de mi padre. También mediante mi sirena le tenía información interna de Esmeralda y su hijo. Hoy tenía una información recién llegada a mi teléfono y muy importante para él. Estaba seguro de que una lo iba a poner a saltar. —Tengo dos cosas muy importantes, esta es la primera —Le entregué el sobre y el comenzó a estudiar los perfiles de las personas en los documentos. —Este es Vladimir Russo, era la mano derecha de Danko hasta hace unos días que se confirmara que Danko se aprovechó de su hermana para compartirla en esas fiestas diabólicas que hacen. Ahora Vladimir anda quien es el mejor postor para darle el golpe a Danko utilizando lo que sabe —Él sonríe al darse cuenta de que habíamos encontrado al que nos hará llegar al enemigo. —Contáctate con él de inmediato. Esas personas sabes que no duran mucho tiempo con vida. —Asentí y dejé eso a un lado, aquí venía lo más importante. —Lo otro es más importante —busqué las fotos en mi teléfono y se lo entregué—. Llegaron esas fotos. Creí que te gustaría verlas y que en mi dispositivo estarían más a salvo que en el tuyo. —¿Eso quiere decir que…? —comenzó a preguntar realmente afectado ante lo que vio en las fotos. —Que serás padre de una pequeñita —le afirmé. Era una foto de Esmeralda en una foto para revelar el género de su hijo. En este caso se confirmaba que se trataba de una niña. Max estaba con una sonrisa que me impresionó. Hace mucho tiempo que no lo veía tan feliz—. Solo deseo que saque el carácter de su madre porque el tuyo es insoportable. Ese día una llamada inesperada me puso en alerta y era que Pilo estaba afuera de la casa y se abriría nuevamente la caja de pandora. Mi única preocupación era mi madre, no creía seguro revelarles a más personas su identidad. Sin embargo, no quedó de otra más que compartir esa información con Pilo. Esos días nos enteramos de que Danko estaba haciendo movimientos en su organización y por más que me matara. No podía ir a visitar a mi sirena, eso posiblemente la pusiera en peligro. —¿Entonces no podré verte? —me preguntó ella liberando un suspiro. —No lo sé Sirena, pero es por tu seguridad. No quiero tenerte aquí en medio de algún fuego cruzado. Estando en Zaragoza estás más segura y tranquila con tu familia. —Pero es que no puedo estar sin ti tanto tiempo. —Ni yo nena, ni yo, pero no tenemos que tentar a la suerte. —Vale, lo entiendo. Espero que esa sea la verdadera razón, y no sea que ya te aburriste de mí y tienes otra mujer. —Claro que no, sirena. Yo solo soy tuyo y tú por siempre serás mía. —¿Qué tal si me sale un pretendiente en este tiempo que no te vea? —sonreí, es tan tierna cuando de darme celos se trata y yo que soy tan despreocupado. —Le regalas la follada de su vida. —dije y con seguridad acaba de encender las llamas del infierno. —No te comprendo. —Que te lo folles sirena. Pues va a hacer lo último que haga en su miserable vida. No quiero ningún hombre cerca de ti. Yo puedo estar aquí en Italia, pero tengo ojos en todos lados cariño, especialmente viéndote. —me acerqué a mi computadora y busqué las imágenes de las cámaras que mandé a instalar en su departamento. Las imágenes saltaron de inmediato y puedo verla sentada en su cama con un libro a un costado y su teléfono siendo sujetado por su mano a la altura de la oreja—. Aparte que esa camisa rosa se te ve muy linda. —Eres malo. —dice ella dándose cuenta de que conmigo no va a poder ganar. Los meses pasaron y el día en que Esmeralda diera a luz a su hija llegó, aproveché a ver a mi sirena por unas horas al menos, pues ese fue el día en que se armó la guerra. Una guerra que solo se podía solucionar con muerte. —Lo siento Ovidio, yo no quería hacerlo. Lo hice sin… —lo miré a los ojos una última vez antes de jalar el gatillo, liberando la bala directamente a su corazón. Como se suele hacer a los que traicionan. Me dolía, Luigi había estado conmigo desde que tengo memoria. Sin embargo, no creí que fuera capaz de vendernos así. Solo por no poder tolerar el rechazo de parte de mi madre. —No creí que fuera capaz de eso. —Comento mi madre sintiéndose culpable de los sucesos. —La obsesión fue lo que lo hizo perderse en la oscuridad. No te sientas culpable por cosas que no fueron tu culpa. Ya está en el infierno y no nos traicionara más. Pilo había resultado herido de gravedad por culpa de Luigi. Tal parece ser que, de tanto rechazo de parte de la sultana Tatiana. Una noche de borrachera fue capturado por los hombres de Danko y contó todos nuestros secretos. Exponiendo a mi madre, mi existencia, y la ubicación de la casa de cristal. Necesitábamos enfrentar a ese hijo de perra y lo único que podíamos hacer era viajar y enfrentarlo. Luego de algunos días de logística, junto a las Águilas la agencia de los abuelos de mi sirena. Emprendimos camino a Rusia. Durante esos días casi no podía hablar con mi sirena, lo cual me tenía preocupado, pero debía buscar la manera de dejarle un mensaje. —Sirena, te dejo este mensaje porque no sé si lograré salir con vida de la cita que tengo con el destino. Solo deseo que sepas que has sido la única que logró derribar la barrera de acero que rodeaba mi corazón. Tu siempre serás mía, así como yo siempre fui tuyo, y por siempre serás la dueña de mi corazón, te amo Aitana Guzmán. —terminé de dejarle ese mensaje de voz, tomé mi arma y me junté con el grupo. —Danko Kovikov tiene que morir hoy, sin importar el costo. - - - - - - - - - - - - - - - Copyright © 2023 Valery Archaga / Valarch Publishing Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2312176410827
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