NO PUEDO PERDERLO A ÉL TAMBIEN

2561 Words
AITANA —Que bella te ves con esta pancita —comenté emocionada acariciando la barriguita de Esmeralda. —No me extrañaría que muy pronto estes igual. —dice Esmeralda y yo negué. —La verdad que no me molestaría tener un hijo con Ovidio, solo creo que aún no nos conocemos lo necesario. —confesé. Esmeralda alzó una ceja mientras me miraba inquisitivamente. —¿No quieres un hijo con el hombre que amas? —suspiré ante ese comentario. —Amo a Ovidio, pero deseo que disfrutemos más antes de dar ese paso. No creo que un hijo sea lo mejor por los momentos. Al mismo tiempo que… No sé si deseo tener hijos. —Esmeralda negó nuevamente. —¿Por qué siento que tienes miedo? Me sorprende mucho que tengas miedo. Eres aún más osada que yo. A parte que lo poco que conozco de Ovidio, se ve que es una persona seria y que podría salir de ese mundo para hacer una vida contigo. —En ese momento me hizo clic de que Esmeralda no estaba enterada de muchas cosas, especialmente los orígenes de Ovidio y los riesgos que corro al seguir con esta relación. —Hablas como si lo conocieras tan bien. —dije queriendo sonar celosa para que la conversación tome otro rumbo. —Para nada, solo que he aprendido que muchas cosas siempre tienen doble sentido. Máximo me lastimo, pero también quiso “mantenernos lejos de su mundo”, es un idiota y no lo voy a perdonar. Porque en una relación debe de haber confianza, respeto y él no tuvo nada de eso conmigo. —Esta vez fui yo la que alzó la ceja. Ya estaba enterada de lo que pasó con Máximo y creo que por eso se nota un poco más de serenidad en ella. —Pero lo amas —dije y ella solo suspiró. —Si, y aunque no quiero amarlo le agradezco por darme la oportunidad de poder experimentar esto. —dijo acariciando su barriguita. —Si no te hubiera mentido, si siempre hubiera sido sincero contigo sobre su vida y a lo que se dedica. ¿Estarías con él sabiendo que tu familia representa todo lo contrario a él? —ella cruzó sus brazos y me miró con una sonrisa. —Ahora si comprendo tu miedo. Tienes miedo al qué dirán, tienes miedo a arriesgarte y salir lastimada, tienes miedo a equivocarte por amor. —¿Podrías culparme? Toda la vida nos han vendido esta imagen de que debemos de ser perfectas en todos los sentidos y atributos posibles. En mi caso siempre he recibido esas palabras de admiración, especialmente de como soy una adulta independiente, que soy un ejemplo para seguir. Tengo muchos ojos encima de mí y sin imaginarme lo que pensara la familia de mi sobre todo esto. —ella giró sus ojos y buscó mi mano. —Que eso no te robe tu paz y mucho menos tu felicidad. Sobre el corazón no se puede mandar mi bella sobrina. Que las dudas no te consuman, porque terminarás lastimándote. La verdad es que no te entiendo, hace unos meses dijiste que todo estaba bien. Que ibas a luchar por tu relación y hacer que funcionara. Hasta dijiste que ibas a ir en contra de tus padres. ¿Qué pasó? ¿Te hizo algo malo? —negué mientras me limpié una tibia lágrima que descendía por mi mejilla. —Es todo lo contrario, Esme. Ovidio se comporta tan bien que siento que no es real. Ningún hombre puede ser tan perfecto en todos los sentidos. Que si, tengo miedo de equivocarme y no poderme recuperar de una decepción de su parte. —Te entiendo, y respondiendo a tu pregunta. Si, sí Máximo desde un principio me hubiera dicho todo por supuesto que estaría con él. Al menos le daría la oportunidad, porque si tuvo el valor de decirme todo es porque toma lo nuestro muy en serio y quiere que yo tenga el conocimiento de la situación. Sin mencionar que para Ovidio tu eres su única. No tienes nada ni nadie con quien competir, por Dios date cuenta y huye con él. —Entendí cada una de esas palabras y hablamos un poco más sobre todo lo que estaba pasando en la familia. Especialmente la boda fallida de Ángel y Clara, la verdad es que todo eso me ha tenido pensando mucho sobre lo mío con Ovidio. Ya soy un dilema que aburre y cansa en mi cabeza, sin poder entender porque tengo tantas dudas y miedos últimamente. Los días pasaron y Ovidio siempre encontraba tiempo para visitarme, hacerme el amor como si el mundo se fuera acabar al día siguiente. Su olor en mi almohada era simplemente exquisito en cada despertar juntos. Nuestras charlas sobre mis lecturas del momento al tomar el café de la mañana, al mismo tiempo que él me contaba todo lo que estaba suscitando en Italia. Me hizo pensar en cómo serían nuestros amaneceres juntos sin separarnos. ¿Dónde serían? La verdad es que cada día estaba más enamorada. Todos esos momentos cambiaron el día del parto de Esmeralda. Exactamente cuándo volvíamos de preparar las cosas para la bebé. —Oh, sí. Muévete justo así sirena. —dijo apretando mi cintura mientras me movía sobre su dureza con una ansiedad que ni yo entendía. Yo me limitaba a gemir aferrada a su cuello. Sus caderas comenzaron a moverse creando aún más exquisitez en cada embestida. Hasta que su agarre se hizo más fuerte justo en el momento cúspide de éxtasis que sentía nuestro cuerpo. —Te amo, te amo Ovidio. —dije, me perdí en el brillo que había en sus ojos ante mi declaración. Tomó mi barbilla y nos besamos por un par de segundos o para lo que a mi fueron minutos. Cada momento a su lado era increíble, como si el mundo se detuviera a nuestro alrededor. —Yo te amo más que a mi vida, mi sirena. —dijo dándome otro de esos besos desmalladores. Estábamos por salir del auto cuando su teléfono comenzó a sonar. Por su rostro identifiqué que eran problemas serios, ya que me tomó de la mano, sin haber cortado la llamada. Al llegar hasta donde estaba Máximo y ver a mi abuelo en el pasillo me solté de su mano, ganándome una mirada desencajada de parte de Ovidio, pero lo dejó pasar, pues lo que sucedía era muy urgente. Minutos después se alejó y me invitó a seguirlo, cosa que hice. —Tengo que irme, la casa de mi madre está siendo atacada. Debo ir. —Podía ver la ansiedad y la rabia que había en su interior, el fuego en su mirada. Asentí y me dio un beso en mis labios duró muy poco, pero que me hizo sentir mal, él no tenía reservas para amarme, ¿Porque yo sí? Esa respuesta fue contestada los siguientes meses que estuvimos alejados por estar entre esa guerra con su tío, un hombre muy poderoso en Rusia. Para mi sorpresa mi abuelo y las Águilas estaban involucrados y eso me hizo plantearme muchas cosas. Si un hombre como mi abuelo Manuel, los ayudaba era porque los prejuicios me los estaba poniendo yo en mi cabeza. Viaje a Zaragoza, pues teníamos un evento y la verdad es que estaba muy atrasada y estresada. Pase una semana entera casi sin dormir, no comía, de pie casi todo el tiempo y con inusuales cólicos menstruales. —Debes sentarte, te ves muy pálida. —me dice Lucio. —No me he andado siento muy bien. ¿Podrías llamar a mi madre? —le pedí y él asintió. Me senté y el dolor en mi vientre no hacía más que incrementar. Mi madre apareció y me miró con preocupación. —¿Qué sucede? —dijo poniendo su mano en mi frente—. Aitana estás ardiendo. —Me duele mucho el vientre, mamá. Llévame al hospital. —ella me ayudó a ponerme de pie y mi piernas dolían muchísimo. —Déjame le digo a Lucio que me ayude. —No, Lucio no. Vamos solo nosotras. Lucio es el informante de Ovidio y no quiero que lo preocupe en estos momentos a causa de un terrible cólico menstrual. —De acuerdo, vamos. —Asentí y caminé lentamente a su lado sintiendo como si una parte de mi se estuviera rasgando desde adentro. —Voy a llevarla al médico. Ayúdanos a que todo salga como lo debido, explícale a Diana que Aitana y que no estará para la pasarela que ustedes están a cargo. —dijo mi madre a Lucio. —Pídele ayuda a Daniela, ella puede ayudar si algo se sale de control. —dije apretando mi puño. —No hay necesidad aquí estoy, yo te ayudo, no te preocupes. —Asentí y le agradecí. Camino al hospital la calentura me tenía sudando. Los escalofríos y dolores en mi cuerpo me tenía mal. Llegamos al hospital y el médico comenzó a hacerme preguntas hasta que llegamos a las de mi método anticonceptivo. El cual ya tenía más de medio año de tomar y no me había causado problemas anteriormente. —¿Alguna posibilidad de estar embarazada? —esa pregunta me golpeó en lo más profundo. —No, tomo mis pastillas, aunque cuando se me olvida una la tomo doble al día siguiente. —Bueno, lo mejor será mandarte a hacer exámenes y a pedirte un ultrasonido. —asentí y los resultados de los exámenes regresaron con una noticia que no supe como tomar, nuevamente mi razonamiento se nubló. —Tienes que hablar con Ovidio. —dijo mi madre tomando mi mano y yo negué. —No, él no debe enterarse de esto. —¿Por qué? También era su bebé y se nota que te quiere mucho. —Esto será un secreto entre nosotras mamá, promételo. —dije tomando su mano. Hasta ese momento me permito llorar por mi pequeño. Mi madre me abrazó y me dio un beso en la frente. Ambas lloramos a ese pequeño ser que no pudimos conocer. Me sentía culpable por no ser responsable y cuidar de mí y de él como era necesario. ¿Cómo le decía a Ovidio que por no cuidarme y prestarle atención a mi cuerpo a tiempo nuestro bebé murió dentro de mí? Me dieron de alta a los dos días y a mi familia se le dijo que eran piedras en los riñones. La verdad es que no le había dicho nada a Ovidio, muchas veces ni le contestaba diciendo que estaba muy ocupada y concentrada en mis diseños. Me sentía culpable, eventualmente tendría que superar esto que pasaba. —Hija, tu papá comienza a preguntarme porque estas así. No se ha tragado esa teoría de que tenías piedras en los riñones. Siento que si no hablamos con él las cosas se pueden poner peor. —No mamá y discúlpame por orillarte a mentirle a papá, pero no me siento bien como para hablarlo. Eventualmente lo haré, pero no ahora. Dame tiempo ¿sí? —ella asintió, pero de igual manera continúo preguntando. —¿Has hablado con Ovidio? —moví mi cabeza en negación—. Deberías de hacerlo antes de que sea muy tarde. —La miré sin poder entender, su rostro mostraba que no solo la situación con mi padre la tenía nerviosa. Mi teléfono sonó y como siempre mi corazón comenzó a despotricar de temor. —Deberías de contestarle, puede ser importante. —Ya le devolveré la llamada. ¿Qué me estás ocultando? ¿Porque tanta interés en que hable con él? ¿Porque estás tan nerviosa o porque insistes en que le conteste? —ella se sentó a mi lado y me tomó de la mano. —Ovidio, su madre, Máximo, todo su séquito, junto con las Águilas están en Rusia. Es literalmente una misión suicida. —Me puse de pie y comencé a caminar de un lado para otro. —No, me estás diciendo esto para que lo llame y le cuente que… —ella negó y en ese preciso momento una notificación de un mensaje de voz entró a mi celular. Al ver que el remitente era Ovidio mis piernas comenzaron a temblar. Inmediatamente lo escuché y con cada palabra que escuchaba mi estómago comenzó a apretarse hasta el punto de doler. Mi corazón se agitó, pues sus palabras sonaban como una despedida y no, no estaba lista para algo como eso. Llamé a su teléfono y no pude recibir respuesta. Lo intente no sé por cuánto tiempo y sin respuesta. Mi hermano y mi padre entraron preguntando porque estaba tan alterada. Hasta que por fin mi llamada fue contestada, pero no era su voz. Era la voz de Máximo, mi cuerpo completo se paralizó. —Ovidio ha recibido un disparo en la cabeza, se encuentra en estado de coma, no sabemos cuándo logre despertar o si saldrá de esto. —Máximo continúo hablando, contestando las preguntas sobre cómo estaba que salieron de mis labios en un respiro, pero el teléfono se resbaló de mi mano. Miré hacia mi madre la cual estaba con sus ojos llenos de lágrimas abrazada a mi hermano. Mi padre se acercó a mí e intentó abrazarme, pero yo corrí hasta mi armario buscando ropa. Tenía que ir a buscarlo, tenía que hacer algo. Podía escuchar murmullos a mi alrededor, no fue hasta que mi madre se paró frente a mi y me tomó de los hombros. —No vas a ir hasta que no sepamos que es seguro para ti. —¡El hombre que amo fue herido de muerte mamá! ¡No me puedes pedir que me quede aquí sin hacer nada! —Mamá tiene razón, ¿Qué tal y esas personas aún siguen siendo un peligro? —¡Me importa una mierda lo que piensen ustedes! Voy a ir a buscar a Ovidio y a estar con él. Podría ser mi última oportunidad de verlo. Por favor no me lo impidan. No lo hagan, por favor. —dije cayendo de rodillas al suelo. Sentía el dolor y la angustia recorrer todo mi cuerpo. —No lo haremos, hija. Si eso es lo que deseas hacer te vamos a apoyar. —Papá, pero… —Pero nada Omar, tu hermana ya es una adulta tenemos que dejarla ir. Ve a investigar cuál es su estado de salud y en donde están. Necesitamos esa información lo más rápido posible. —Mi padre se arrodilló a mi lado y acarició mi cabello. —Lo amo papá, no quiero perderlo, no puedo perderlo a él tambien. —dije aferrada mojando con mis lágrimas su pecho—. Esto es un castigo, por no decirle que perdí a nuestro bebé, por ser egoísta. Si yo le hubiera dicho, él estuviera aquí conmigo, no allá. Estuviera bien y no herido de muerte. —mi padre tomó mi rostro entre sus manos para que lo pudiera ver. —Eres la mujer más valiente, fuerte y decidida que he conocido. Si alguien puede ser capaz de superar estas pruebas eres tú. No desmayes mi pequeña princesa, sé fuerte. - - - - - - - - - - - - - - - Copyright © 2023 Valery Archaga / Valarch Publishing Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2312176410827
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD