DESTRUIRME

2010 Words
AITANA —Lo más probable es que ya sepas quién es él madre, ¿Por qué me lo preguntas? —Precisamente por eso, porque no hemos podido encontrar nada de ese tipo. Es como si no existiera, desde ahorita te digo Aitana Marie. Si es un delincuente, vete olvidando de él. —Muy tarde llegó el consejo, madre. —¿Cómo que muy tarde para el consejo Aitana? Estás loca si crees que vamos a tolerar una relación con un delincuente. Es de la única manera que se explica porque no hay información de él. ¿Qué es lo que sabes? ¿Cómo se llama? ¿Dónde vive? ¿A qué exactamente se dedica? ¿Es un traficante de armas y drogas, de personas, u órganos? ¿O un asesino a sueldo? ¡Habla de una vez niña! —exclamó ella completamente exasperada. El pálido de sus mejillas y la manera en cómo temblaban sus manos me puso en alerta, así que me acerqué a ella y la abracé. Con su mano libre me correspondió y caminamos hasta sentarnos en un pequeño mueble en la sala. —Tranquila, mamá —dije quitando la taza de café de su mano. —¿Cómo quieres que me calme? Si mi única hija está cayendo en las manos de un delincuente al que no le conocemos las intenciones que tendrá contigo. No es nuevo para ti saber la enorme cantidad de enemigos que tiene esta familia. Y no quiero que salgas lastimada por ellos. Nunca me involucré con las águilas o permití que ustedes lo hicieran porque deseo una vida tranquila para ustedes. Lo siento, hija, pero esta situación no lo permitiré. No puedes volver a ver a ese hombre. La entendía completamente, su temor era algo con lo que yo misma había vivido las últimas semanas, pero ya era tarde para sacar a ese león cavernícola de mi cabeza y mucho menos de mi cuerpo. —Lo siento mamá, pero es mi vida y te digo que es muy tarde porque ese hombre se ha quedado con mi alma —mi madre abre los ojos al máximo. —¿Cómo puedes estar tan contenta y decir eso con tanta tranquilidad? —Porque se lo que es y es un pequeño león asustado ante la idea del amor. No fue planeado encontrarnos, y mucho menos lo que pasó después. No sé si es un juego de su parte, pero algo he aprendido en estos años, y es que hay cosas que simplemente no se pueden fingir. Pasé casi dos años de mi vida con Álvaro y nunca me había sentido cómo me sentí con él con un simple beso. Está de más decir esto, pero ha sido el único hombre que me ha hecho perder la razón, solo con una mirada o con sentir la yema de sus dedos tocando mi cuerpo —la carcajada de mi mamá me hizo darme cuenta que me estaba abrazando a mí misma y hasta pasando mi mano con delicadeza por mi rostro. —Ay, Aitana, estás enamorada y estoy muy contenta de que encontraras el amor, pero por favor no pierdas el horizonte de tu vida. ¿Qué haremos ahora? Si tu padre se entera, es capaz de matarnos —tomé sus manos y negué. —No lo hará, ustedes me criaron bien. No soy una niña que no sabe lo que quiere. Ya soy adulta y soy la primera en velar por mi seguridad. Déjenme hacer las cosas a mi manera. Déjame equivocarme, nunca me había sentido así por nadie. Quiero saber hasta dónde me llevará esto que siento —ella solo se limitó a negar. —Creo que no tiene caso decir otra cosa para persuadir. Solo quiero que sepas que tu familia siempre va a estar aquí para apoyarte, regañarte cuando sea necesario y para sostenerte cuando te caigas de la nube más alta, solo te pido que confíes en mí y que no me ocultes nada —expresó acariciando mi mejilla. —Lo sé, mamá. Cometiste un buen error aquella noche de sexo desenfrenado hace 32 años en Costa Azul. —¡Aitana Marie! —Soy la primera en decirte que ahora entiendo lo que sentiste al perder la cabeza por papá. No te juzgo, mi padre debería ser todo un toro… —¡Aitana! —me reprendió más roja que un tomate—. Mejor vamos a desayunar ese hombre te debía haber dejado famélica. —Como no tienes idea, ese león es todo un cavernícola —dije mordiendo mi labio. Ella se carcajeó y caminamos juntas a buscar el desayuno a la cocina. —Tal parece que será un desayuno muy divertido —comentó y no se equivocó pues hablamos a mayor detalle de todo lo que ha pasado con mi león. Al mismo tiempo que me recomendaba ir a visitar un médico para conseguir métodos anticonceptivos. Claro que lo haría ya que tenía una vida sexualmente activa, también porque deseaba conocer más de él. Estaba segura que había mucho más por saber, y no podía entregarme completamente en una relación que podía terminar en nada, si alguno de los dos así lo deseaba. Pasé toda la mañana con mi madre hasta que me despedí de ella después de medio día. Fui a la tienda a ver como estaba todo por allá y no fue hasta que comenzaba a verse el atardecer que mi teléfono sonó. Rodé mis ojos y puse una sonrisa en mi rostro cuando vi que se trataba de él. —Dime, león cavernícola. —Hola, mi piccola sirena. ¿Estas lista? —preguntó, miré a Lucio quien entró en ese momento dentro de la tienda. Nuevamente sonreí. —Si, ya estoy lista. —Ya estoy afuera esperando por ti, no olvides tu abrigo —la llamada se cortó y no pude evitar suspirar ante su voz de mando. Lucio extendió un elegante y delicado reloj frente a mí. Lo tomé en mis manos, pues ya sabía que era. —De acuerdo, creo que nuevamente nos tendremos que separar. Enciende tu localizador, para saber dónde estás y en caso de emergencias ya sabes que botón apretar. —Si, mi capitán —dije llevando mi mano hasta la frente haciéndole un saludo militar. —No te burles, sabes que la seguridad es lo primordial y más que tu madre me dijo que si te pasaba algo, no solo tú te meterías en problemas, si no que yo también. Tu madre puede ser muy dulce, pero tiene un carácter del diablo. —Lo sé no te preocupes, sé cuidarme sola. Tuve un buen instructor de defensa personal, tristemente solo el idiota de Álvaro ha sido merecedor de algunos golpes y no pude dárselo como quería aquel día en la disco. —Ni me lo recuerdes que me da una rabia. Recuerdo al imbécil chofer de Ovidio soplando un tipo de polvo frente a mí y luego me desperté así dentro de la camioneta. —Ovidio es un hombre que no recibe un no como respuesta… —y tú que eres muy complaciente. No te juzgo, el hombre tiene lo suyo y es de hombres también aceptarlo —ambos nos reímos ante su comentario. —Señorita, antes de que se vaya. La señorita Daniela llamó dijo que ella iba a venir a petición de su abuela para comenzar a tomar las fotografías de la campaña de otoño. Pues aquí habían mejores paisajes para eso —comendo Mónica, la encargada de publicidad. Asentí y le agradecí. Me acerqué a Lucio. —Al parecer alguien más también se va a divertir. —No sé de qué me hablas —dijo con una sonrisa ladina. —Pásenla bien. Estaremos en contacto. —Salí y ahí estaba él . Con un cárdigan color azul oscuro que marcaba sus músculos a la perfección. Una camisa color beige y unos perfectos jeans oscuros. Su cabello estaba perfectamente peinado hacia un lado. Definitivamente este hombre era un pecado. Sonreí al verlo y caminé lentamente poniendo atención en el auto y que venía solo. —¿Saldremos solos? —dije cuando abrió la puerta del copiloto para mí. —Si, solo tú y yo piccola —murmuró en mi oreja. Cuando estaba por entrar al vehículo me di cuenta de un ramo de rosas rojas en el asiento. Giré mi cabeza sorprendida ante el detalle. —No conocimos de una manera muy poco convencional, pero trataré de enmendar esos errores —dijo con una amplia sonrisa que me volvía loca. —No pensé que el león cavernícola fuera tan romántico —dije cuando entro al auto. —Solo tu fai emergeré il mio lato romántico da sirena —esas palabras más la manera en cómo tomó mi mano y la besó fueron el desencadenante de que mi entrepierna comenzará a enviar un calor por todo mi cuerpo. —Muoio dalla voglia disapere di più su di lui, caro —el abre sus ojos al máximo, pero con la misma rapidez se acerca a besar mis labios con mucha ansiedad. —Mi idioma se escucha muy lindo salir de tus labios Sirena. —Y el mío de los tuyos, más cuando pones esa voz de mando —dije pegando mi frente a la suya. Él se apartó rápidamente y encendió el auto. —Me prometí a mí mismo darte una cita normal, pero no ayudas a la causa, sirena —dijo moviendo un poco su pantalón, se podía apreciar el bulto en él. No dije nada solo mordí mis labios. Estaba segura de cómo terminaría esa noche. Tal como lo dijo de ese momento en adelante se dedicó a cortejar como era debido. Esa noche fuimos a cenar, lo llevé a conocer mis lugares favoritos y terminamos haciendo el amor encima del auto en completa oscuridad en medio del bosque. A la mañana siguiente tocó despedirse con la promesa de volver a vernos pronto. Así fueron pasando los días, las semanas nos encontrábamos en lugares cercanos de aquí y hasta fuimos a Costa Azul unos días a la casa de mis padres. Se sentía increíble amanecer haciendo el amor bajo la luz del crepúsculo de la mañana a la orilla de la playa. —¿Entonces eres el segundo al mando? —pregunté mientras él acariciaba mi espalda desnuda. —Así es… —comentó. —¿Tu hermano lidera en primer lugar? —dije girándome. —No, esa parte es complicada de explicar… —estaba por hablar, pero su teléfono sonó y de inmediato se puso de pie—. Tengo que contestar, sirena —asentí y él se alejó. Después de unos minutos el volvió algo contrariado. Me senté sobre la cama para verlo, pues fue directamente a su maleta. —¿Sucede algo? —pregunté algo preocupada. Negó lo que me dejó un poco tranquila, pero con un sin sabor al siempre vivir entre ese misterio. Se sentó frente a mí y besó mis labios y mis manos. —No, no pasa nada. Solo tengo que irme. —No me gusta que siempre solo podamos estar juntos dos días. Sin embargo, espérame, yo también tengo que irme a Zaragoza. En dos días cumple años un amigo de la familia y tengo que asistir al evento. —fui al baño a refrescarme y me coloqué un vestido. Cuando estábamos listos para salir él se acercó a mí, me abrazó y con la otra mano acarició mi rostro. Amaba cuando hacía eso. —Prometo que pronto podremos estar juntos sin separarnos —dijo dejando un beso en mi frente. —Tendrás que hablar con mis padres y sabes que no será algo fácil. —Lo será cuando les diga que soy capaz de morir por su hija de ser necesario. Mi corazón es tuyo, sirena, eres la única con el poder de destruirme. - - - - - - - - - - - - - - - Copyright © 2023 Valery Archaga / Valarch Publishing Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2312176410827
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