Capítulo 10. De maravilloso a desastroso

2572 Words
Gisela se despertó una hora después de que Mia se marchara. Allen, se dirigió en cuanto subió las escaleras rumbo al cuarto de su madre, pero al ver que estaba profundamente dormida, salió de este procurando hacer el menor ruido posible para no despertarle, ya más tarde tendría oportunidad de comentarle lo sucedido, por ahora la dejaría descansar. Le escuchó que ya estaba despierta porque percibió el ruido del agua correr dentro de la bañera, entonces sin más demora se encaminó hasta su alcoba ansioso por contarle lo que había descubierto sobre su hermana. Tocó la puerta tres veces y esperó a que Gisela diera su permiso de que entrara. -Buenos días madre, como amaneciste. - la saludó Allen dirigiéndose a la cama donde seguía recostada para darle un beso en la mejilla. Estaba esperando que el agua comenzara a salir caliente y se llenara la tina. -Hola mi amor, un poco desmejorada, pero bien. Se me interrumpió el sueño muy temprano por culpa de la insensata de Danielle. Pero afortunadamente logre volver a conciliarlo. ¿Y tú como amaneciste cariño? -Pues no del todo bien, el colchón de esa cama tiene los resortes salidos, así que es difícil tratar de acomodarse en una parte donde no me pique las costillas. La verdad es que odio este lugar. -Lo se mi cielo. - y sujetando su mano para darle consuelo le pidió tomara asiento con ella en el borde de su cama. -Ya es momento de que Esteban comience a resolver todo esto…No podemos seguir viviendo como unos pordioseros. Trataré de hablar con él en cuanto llegue bebé, te lo prometo. Sonriendo con malicia sin que su madre lo percibiera, Allen Saboreó lo que estaba por venirse. -Papá ya esta en la casa, llego hace como una hora, pero por ahora creo que tenemos asuntos mas importantes de que preocuparnos madre, lo de la casa puede esperar… me temo que lo que tengo que contarte te va a preocupar más de lo necesario, pero tienes que saberlo, al menos como bien sabes yo nunca he podido ocultarte nada. -Por Dios Allen deja de divagar y dime de una buena vez de que se trata, ¿qué es lo que ocurre? – asustada de que las cosas se pusieran peor de lo que ya estaban, con tantos problemas le exigió a su hijo hablara. -En la mañana me desperté por los alaridos de padre, así que quise bajar para pedirle que dejara de gritar pues era muy temprano y tu aun dormías. Entonces vi en el recibidor a Danielle junto con Briella recibiendo a mi papá, pero estaba alguien más con ellos. -De quien se trataba, habla ya por Dios. -De una indígena, la verdad yo pensé que mi papá la había contratado pues ya vez lo urgidos que estamos por tener servidumbre. Yo sin darme cuenta e ingenuamente, en la forma más amable le pedí que me preparara un café, y Danielle se puso como una fiera solo por eso. -No entiendo - confundida Gisela no comprendía a donde quería llegar su hijo. -Lamento darte esta mala noticia, pero, estoy completamente seguro que esa india que estaba en la casa es la nueva conquista de Danielle. Entonces recordando la conversación que hacia un par de horas le escuchó a Danielle y Bri, recordó lo que habían estado hablando. - ¡Mia! - dijo su madre casi en un susurro. - ¿Quien? -La india de la que hablas seguramente es la tal Mia, en la madrugada me desperté porque Danielle y la gorda estaban haciendo mucho ruido, así que fui a callarlas y alcance a escuchar que la pervertida de tu hermana estaba interesada en una tal Mia. Por eso mismo fue que discutimos. -Valla, pues no se que le abras dicho, pues es más que claro que no le importó en lo más mínimo, si horas después y cínicamente trajo a la tarahumara esa a tu propia casa. - ¡Esto es INCONCEBIBLE! – furiosa se levantó de la cama Gisela mientras se cerraba y ataba el albornoz. Estaba decidida en ir tras de Danielle para reafirmarle quien era la que mandaba ahí. Sin embargo, su hijo intervino para calmarla. - Ahora no es buen momento, recuerda que mi papá ya esta en la casa y siempre le da por su lado a Danielle. Se que estás enojada y te entiendo, pero debemos hacer las cosas con astucia y no impulsivamente. Ahorita si bajas a reclamarle, lo único que lograrás es discutir con mi papá por culpa de la idiota de Danielle, y eso no es buena idea. Un poco mas calmada, volviendo a recostarse en la cama, Gisela murmuraba entre dientes pues se sentía burlada por aquella estúpida que creía podía salirse con la suya. -Tienes razón, pero no se si pueda controlar el decirle sus verdades hasta que Esteban salga de la casa. - Eso déjamelo a mí, buscaré la manera para llevarlo al pueblo para que tu puedas poner en cintura a mi hermanita. - Y dándole otro beso en la mejilla, salió de la recamara feliz de haber obtenido lo que quería. Ha varios kilómetros de la hacienda, Mia llegaba apresurada a recoger primero a su prima al jardín de niños. Doña Lupe que vivía a unas cuantas calles de esta, platicaba muy amenamente con la pequeña Lili. -Perdón, se me hizo un poco tarde. - se disculpó Mia agitada por haber corrido las ultimas cuadras. -Pues donde andabas muchacha, la criatura ya tenía más de 10 minutos esperándote. Lo bueno que yo vine un momento a mi casa pues requerimos unas cosas en la sacristía ya que hoy nos tocó limpiarla a profundidad. Y cuando ya iba de regreso valla sorpresa que me llevo, pues me encuentro a Lili solita, ¿sabes lo peligroso que es eso? -Lo sé, y le juro que es la primera vez que me pasa. Pero me entretuve haciendo un mandado. - ¿Que mandado? - Por un momento se le olvido que estaba en presencia de la mujer mas chismosa del pueblo, por lo que no la dejaría tranquila hasta averiguar con lujo de detalle todo lo que estuvo haciendo. - Uno que me encargo mi mamá, y ahora si me dispensa tengo que ir a recoger a mis otros dos primos. – y sin darle mas oportunidad de continuar con el interrogatorio, Mia tomó de la mano a Lili y salió muy deprisa, dejando inconforme a Doña Lupe. La verdad no corrió con suerte.Ahora estaba más que segura que esa mujer le contaría todo a su tía en cuanto la viera, lo que era sinónimo de conflictos con Flora. Pero a pesar de que sabia que le iría mal, nada podía amargarle el día, se sentía muy feliz de haber pasado unas horas con Danielle y su familia. Bri le pareció encantadora, y Don Esteban era muy guapo y amable, por ende, la reunión resulto muy amena y divertida. Además, el solo volver a ver esos hermosos ojos azules, bien valía la pena el regaño que sabía tendría en cuanto tía Flora llegara a casa. Así que aun con la sonrisa en el rostro continuó su camino hasta llegar a la primaria, donde esperaría hasta que salieran sus primos. Media hora después llegaba a su casa. Les pidió a los niños que se cambiaran el uniforme y se pusieran hacer la tarea mientras ella terminaba de preparar la comida. Su papá le había dicho que tenía ganas de un pollo en salsa de molcajete, así que se puso en ello sin demora. Lavó muy bien las presas del pollo, después las sazonó con sal, pimientas y especias. En el fogón, colocó un comal donde puso a azar los chiles, jitomates y cebolla, para una vez bien tatemados, pasó a molerlos en su molcajete triturándolos con el texolotl, la piedra volcánica que era la que le daba ese sabor mineral a la salsa. Una vez tubo todo listo, continuó ahora a freír el pollo hasta sellarlo muy bien, vacío la salsa y lo dejo cocer. Al mismo tiempo preparó un arroz rojo e hizo unas cuantas tortillas a mano. Y una vez tubo la comida lista, sirvió en un plato de barro una porción y se encaminó hacia el cuarto donde descansaba su madre. - ¿Como sigue? - le preguntó Mia, mientras colocaba la charola en la mesita que estaba aun lado de la cama de sus padres. - Bien mija, hoy no amanecí tan mal, no te apures. - respondió la madre que a pesar de la penumbra de su cuarto se podía ver lo demacrada y pálida que estaba. - Ama, porque no cómbense a mi apa, para que la lleve a ver un doctor, ya lleva dos meses así, y nomás no mejora. - Sabes que ni tu padre ni yo le tenemos confianza a esos matasanos mija, además las hiervas que me suele mandar la curandera me ayudan de veras, así que no te preocupes. Sin embargo, era imposible para Mia no inquietarse, con cada día que pasaba no veía ninguna mejora en su madre, al contrario, cada día la miraba peor, mas delgada, mas ojerosa, mas pálida. Y a pesar de que siempre les rogaba a ambos para que vieran a un doctor, tanto su padre como su madre se negaban rotundamente a hacerlo. Dolores que comenzó a comer muy despacio por la debilidad, percibió la tristeza en los ojos de su hija. - Mija, no te preocupes, deberitas que yo estoy bien, enserio. Si quieres verme mejor no pongas esa cara triste porque eso si me hace sentir mal. - Perdóneme, es solo que ya quiero verla bien. - Primeramente Dios así será, tengamos fe de que esto pasará pronto. Y ya mejor cuéntame cómo estuvo tu día, sabes que me gusta que me cuentes lo que haces-. Y volvió a sonreír, tras recordar tan hermosa mañana. Sin demora alguna dio paso a contarle sobre su nueva amiga. - Vive en la vieja hacienda, esa que permaneció muchos años abandonados donde mi apa trabajó ya hace un buen. Es muy amable igual que su familia. - Me da gusto que tengas una nueva amiga mija, para que así te distraigas más. No puedes pasártela toda la vida al pendiente de todos nosotros, también tienes que vivir tu vida. - Lo sé, pero me gusta ayudarles y cuidar de todos ustedes, lo hago con mucho cariño. - Ya se Mia, pero algún día tu tendrás que casarte y formar tu propia familia, no podemos depender por siempre de ti, y tu debes de empezar a pensar en eso, pues es la ley de la vida mija. Los hijos deben de dejar el nido para volar y hacer el suyo-. Entonces Mia guardó silencio, se sentía culpable por engañar a su madre, ella esperaba verla casada y con hijos, sin imaginar cuales eran sus verdaderos deseos. - ¿Qué pasa Mia, porque te me achicopalaste? - preocupada quiso saber Dolores, pues temía que algo malo le estuviera ocultando. - Ma, y si yo no fuera quien usted cree que soy, me seguiría queriendo igual, o cambiaria algo? - No se a que te refieres, pero te aseguro que nada de lo que hagas hará que te deje de querer. Eres mi única hija y te amo sin importar nada. Ahora dime que pasó. – sujetando la mano de su hija la acercó hacia ella para darle un abrazo. - Mamá yo… Sin embargo, no pudo terminar de decir la frase pues fue interrumpida por los gritos de Flora, que la llamaba desde el patio. - Debo ir a ver que quiere mi tía-. Dijo esta un poco aliviada pues aún no se sentía preparada para contarle a su mamá lo que ella era. - Bueno ve, pero queda pendiente esta plática. - y dándole un beso la dejó marchar. Fuera, en la mesa colocada frente a la casa comían sus primos tranquilamente, mientras Flora caminaba de un lado a otro furiosa. Casi se podía ver la zanja que formaban sus pisadas. En cuanto Mia la vio, se dio cuenta del nivel de enojo que tenía, pues sujetaba su rosario y se lo llevaba a los labios mientras murmuraba palabras incomprensibles, actitud que siempre tomaba cuando estaba super molesta. - ¿Ocurre algo tía? - ¿Que si ocurre algo? ¿Como te atreves a dejar a Lidia sola en la calle, no te das cuenta de los peligros a la que la expusiste, si entiendes que alguien se la pudo haber robado? - Lo sé y le pido me perdone, pero solo fueron unos minutos los que me retrasé. - ¡No mientas! - la interrumpió con furia la mujer. - Doña Lupe, que gracias a Dios iba pasando por ahí, me contó que cuando la vio ya estaba sola. Por lo mismo se acercó a hacerle compañía. Y dice que tardaste mucho en llegar por ella, y aparte de pilón, no conforme con eso, fuiste una grosera con ella. ¿Me quieres decir cómo te atreviste a ser grosera con la encargada de nuestro grupo? -. A esas alturas Mia comprendió que la verdadera razón de su enojo no era porque hubiera dejado esperando a Lili, si no porque no le dio la satisfacción a Doña Lupe de saciar su curiosidad hasta que le diera la gana. - Tía, no sé qué le habrá dicho exactamente Doña Lupe, pero yo le puedo jurar que no fui grosera con ella. - No juraréis en falso profanando así el nombre de tu Dios, Levítico 19:12-. Respondió indignada Flora que apretaba el rosario n***o con su mano derecha, la misma con la que señaló con énfasis la biblia que llevaba en su otra mano. - Perdón, pero le digo la verdad yo no fui grosera. - ¿Me estás diciendo que la que miente es Doña Lupe?, porque de ser así jamás te lo voy a creer Mia-. pensando muy bien su respuesta, tuvo que ser honesta con su tía, pues la estaba culpando de algo de lo que era inocente. - Pues si tía, yo no estoy diciendo men...-. pero antes de que pudiera terminar la frase, Flora la abofeteo con todas sus fuerzas. Mia cayó violentamente al suelo, sorprendida más que dolida por la reacción de su tía, la cual nunca antes le había levantado la mano. - No voy a permitir que difames a ninguna de mis hermanas en mi presencia, así que sea la última vez que lo haces, porque para la próxima y con el perdón de Dios hare lo mismo-. Y dejándola sentada en la tierra, entró a la casa a rezar frente a su altar. Estaba alterada y temblorosa por lo que tuvo que hacer. Sin embargo, se convenció de que había actuado correctamente al diciplinar a su sobrina por mentirle descaradamente y por difamar horriblemente a su intachable hermana. - Si, hice lo correcto. - se dijo de rodillas comenzando a recitar la oración de la Magnífica. Los tres niños en cuanto vieron a su madre entrar a la casa, dejaron de comer y salieron corriendo a abrazar a Mia que seguía en el suelo con el labio inferior roto. Un par de lágrimas corrieron por el rostro de la joven, que después de haber tenido un día tan maravilloso era estropeado por los injustificados reclamos de su tía.
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