Capítulo 10. Enfermedad.

2026 Words
En los días que trascurrieron previo al fallecimiento de Dolores, Agustín y su madre Milagros estuvieron al pendiente de los Flores. Trataron de ayudar de acuerdo a sus posibilidades a que la familia se sintiera un poco mejor. En un principio Milagros le ayudaba con la cocina a Amelia o la solía a acompañar al pueblo a realizar sus compras, o en algunas ocasiones les daba la sorpresa llevándoles un sencillo pero delicioso guisado preparado por ella misma, para que no se preocuparan por que cocinar. Agus por su parte, cuando terminaba de trabajar con su carrito iba también a darles una vuelta y se ofrecía a ayudarles en lo que estos requirieran. Si necesitaban cortar la yerba alta, llevaba su machete y se ponía con ello. Si hacía falta leña para el fogón, tomaba el hacha y se introducía dentro de la vegetación para buscar troncos secos que cortaba hábilmente y apilaba fuera de la casa lista para usarse. No obstante, de repente por fuerzas mayores tuvieron que dejar de brindarles su ayuda. Desafortunadamente al pobre de Agustín lo terminaron hospitalizando en el dispensario del pueblo. Al parecer le había dado Dengue por la mala fortuna de ser picado por un mosquito que lo infectó. Por culpa de este incidente, fue como acabó internado. Cierto día, de un momento a otro, tras regresar del pueblo arrastrando su carrito de dulces, Agus se miraba bastante bien, pero de repente y para sorpresa de ambos, cayó en cama con fiebre alta. Sin comprender que le pasaba, se percató de cómo comenzó a brotarle en todo su cuerpo, un desagradable sarpullido que le provocó una endiablada comezón en su piel. Al día siguiente, comenzó a quejarse también de horribles dolores musculares y en sus articulaciones que lo debilitaron aún más. Su madre sin saber lo que su hijo tenía, le preparó un té para que le calmara el dolor, pero al observar que esto no le ayudaba y que no mejoraba en nada, le dio sin pensar un par de aspirinas esperando que con esto su hijo se sintiera mejor. No obstante, lo único que ocasionó es que el chico sufriera una hemorragia profusa. Asustada, Milagros salió corriendo de su casa como una enajenada en busca de ayuda. Siendo la familia más alejada del pueblo, no contaban con muchos vecinos. Estaban los González y los Flores, pese a que tenía una mejor relación con los segundos, acudió a los primeros por estar más cerca de su casa. Así fue como llegó hasta la puerta de la casa de los González y golpeándola con fuerza comenzó a suplicarles le ayudaran. Para su suerte, Fermín, el padre de familia, estaba en casa por ser su hora de comida, por lo que cuando comenzaron a aporrear su puerta fue quien salió para ver que loco era el que llamaba de semejante manera. En cuanto vio el semblante de su vecina, supo que ocurría algo. Inmediatamente tras contarle todo la desesperada mujer, fue como se subieron en su vieja camioneta descubierta y fueron rápidamente por Agustín. Claudia la mujer de Fermín, le ordenó a sus tres hijos adolescentes que estaban sanos y muy fuertes, fueran con ellos para que ayudaran en algo. Fue así, como una vez subieron entre los tres chicos a Agustín a la parte trasera de la camioneta, donde Milagros ya había instalado unas colchas para colocar a su hijo sobre estas, que se marcharon rápidamente rumbo al pueblo. Gracias a la ayuda de sus vecinos, Milagros llevó a su hijo al dispensario del pueblo. En el dispensario Agus fue rápidamente intervenido por el doctor encargado, un joven recién graduado que prestaba sus servicios en aquel pueblo tan lejano. Debido a la tan repentina intervención fue que todo quedó únicamente en un susto, pues el joven estaba fuera de peligro. Por órdenes del médico, se le indicó al paciente que reposara considerablemente en al menos unos 8 días, que tomara muchos líquidos, y sobre todo se tomara sus analgésicos en las horas señaladas, para que estos le ayudaran con el malestar y su pronta recuperación. Antes de salir del dispensario, Mia fue a verlo. Se había enterado gracias a Claudia, quien sabiendo la buena relación que llevaba Milagros con los Flores, consideró oportuno que estos estuvieran al tanto, y así la acompañaran en esos momentos en los que estaba tan sola. De esta manera, junto con Danielle fueron a visitarlo al hospital. Agus se alegró de verlas, pero en cuanto preguntó por Briella, Danielle le aseguró que le había comentado lo ocurrido desde detrás de su puerta ya que nunca le abrió. Esta se dio por enterada, pero no había aceptado ir con ellas a verle. Se disculpó con Agustín por el comportamiento de su hermana, la cual le aseguró no se encontraba bien emocionalmente en esos momentos. Preocupado, Agustín quiso saber que tenía, pero Danielle se limitó a asegurarle que dentro de unos 15 días cuando tenía pensado volver su padre, la llevarían con un psiquiatra para que recibiera finalmente la ayuda correspondiente. Agustín se entristeció, pues extrañaba mucho a Bri, no obstante, pese a que Mia le aconsejaba que luchara por ella, Agus le respondió que no podía luchar por alguien que no mostraba el mismo interés que él, y así dio por terminado esa relación que nunca llegó a nada más. Antes de irse, Mia le prometió a su amigo que lo iría a visitar, por lo que días después sin saber nada de su amiga, Agustín que ya estaba en su casa, pero aún seguía en cama recuperándose, le suplicó a su madre fuera con los Flores para saber si había ocurrido algo. Tenía un mal presentimiento que le estaba rondando en su cabeza, ya que Mia era de esas personas que siempre cumplía lo que prometía. Ese mismo día, Milagros fue a visitar a los Flores, pues conociendo la terquedad de su hijo, estaba segura que si no hacía lo que le pedía, este se terminaría levantando de la cama para ir por sus propios medios. Por ello, para evitar alguna locura por parte de su hijo, fue como Milagros se presentó en casa de los Flores, quienes no la recibieron amablemente. y así de la misma forma en cómo llegó se regresó. -Lo siento Milagros, pero Mia no puede recibirte ni a ti ni a tu hijo. La verdad, ninguno de nosotros queremos volver a saber de ustedes. – muy seria, Amelia le respondió en la entrada de la casa sin dejar entrar a Milagros. -A ver, A ver, espérame tantito. Si ha ocurrido algo dímelo de una buena vez, para saber de qué se trata, por que según yo, tratando de hacer memoria, no hemos hecho o dicho algo que los pudiera haber ofendido, pero pues uno nunca sabe ¿verdad? Quizás todo sea solo un mal entendido Amelia, y hablando se entiende la gente. -Hazte tonta todo lo que quieras. Estamos enterados de la verdad, y nos tuvimos que enterar de la peor manera. Lo habríamos evitado si tú o tu hijo hubieran tenido la decencia y la consideración de habérnoslo dicho, pero pos no, en lugar de eso fueron la tapadera de mi nieta. Y ahora gracias a que se callaron, es que estamos hundidos en la vergüenza.- Respondió Amelia observando detenidamente a la mujer que guardó silencio.- Por tu cara puedo darme cuenta que estabas enterada. Ya lo suponía, si tu hijo lo sabía era más que obvio que tú también lo supieras.- recalcando esta última palabra, Amelia le dedicó una mirada de reproche, que fue esquivada por Milagros, que no se atrevía a verla a la cara, pues en parte se sentía culpable. – Todo esto es una vergüenza para la familia. Hemos sido humillados de la peor manera, y jamás óyelo bien, jamás se los voy a perdonar ni a ti ni a tu hijo el que se hayan quedado callados, pues si hubieran hablado, Mia no habría sido seducida y engañada por esa enferma, y nosotros no nos veríamos envueltos en tanta inmundicia como lo estamos ahora. – Milagros que continuó en silencio y con la cabeza inclinada, cuando escuchó las últimas palabras de la anciana, levantó la frente y observando a los ojos de la dolida mujer, le dijo algo que la indignó aún más. -Lamento lo ocurrido Amelia, de verdad lo siento, pero para bien o para mal Mia es parte de su familia y es una buena chica. Por eso yo espero y que la traten de la única forma en que lo habría hecho Dolores si siguiera con vida, pues estoy más que segura de que ella… -Será mejor que te vayas Milagros y no regreses nunca.- molesta la interrumpió bruscamente la anciana, cerrando la puerta de golpe en las narices de la mujer. Enterada de esta horrible manera, regresó a su casa para darle la triste noticia a Agustín, quien se encolerizó al momento de escuchar lo narrado por su madre. -Tengo que ir a hablar con ellos.- señaló este quitando la sábana que cubría su cuerpo. Estaba sin playera y usaba un short holgado, por lo que se cambiaría y luego iría a casa de los Flores. Sin embargo, en cuanto intentó ponerse de pie, sus fuerzas sucumbieron ante su peso, y un poco mareado, volvió a sentarse en su cama. Aun se encontraba debilitado para salir. -No digas tonterías hijo, mira nada más cómo estás, aun no puedes ni levantarte de la cama, estás débil. En cuanto te recuperes podrás hacer lo que te venga en gana, pero por ahora, lo mejor es que dejes que tu cuerpo termine de sanar. . -¿Y si para entonces ya es tarde?- preguntó impotente Agus.- -Hijo, entiende una cosa, ellos son su familia, y por muy molestos que estén con ella, no creo que le hagan algo. Lo más probable es que le den el regaño de su vida, y la alejen de su amiga, pues es evidente que no permitirán que se vuelvan a ver. Además no lograrías nada con ir, recuerda que están muy molestos con nosotros pues nos culpan de no haber dicho nada, y en parte tienen algo de razón, quizás si debimos decir algo… pero bueno, ya no tiene caso pensar en eso. Solo nos queda darle tiempo al tiempo, dejar que las aguas se calmen y ya cuando no estén tan enojados quizás te dejen volver a verla.- Analizando las palabras de su madre, Agus regresó a la cama, sin embargo, no se quitó de la mente que quizás podría ayudar a Mia en algo, lo que fuera. Y sobre todo, lo más importante, se preguntó si Danielle estaría enterada de lo que estaba pasando, pues como decía su madre, lo más seguro es que la familia de Mia no la dejaran salir de su casa para nada, ¿pero hasta cuándo pensarían tenerla confinada? Eso no cambiaría lo que es Mia, así la tuvieran toda su vida encerrada. Al menos que… Y entonces la respuesta llegó a su mente de inmediato. -Amá, mañana sin falta a muy temprana hora, tendrá que ir al mini súper a buscar a Danielle para decirle lo que está pasando, es muy importante que lo sepa, por favor no se niegue. – exaltado, le suplicó su hijo ayudara de esta manera a su amiga. -Está bien, está bien lo aré, pero ya cálmate. Mañana tempranito me voy y lo hago.- le prometió Milagros mientras alistaba sus cosas pues la sobrina de Doña Claudia, la vecina que los ayudó, estaba a punto de parir, por lo que estaba lista para pagarles el favor. En el momento en que su madre se fue, Agus se quedó muy pensativo, Milagros le había pedido que se apaciguara, no obstante, con esa idea que estaba rondando en su cabeza no podía hacerlo. Solo esperaba que Danielle hiciera algo, que se la llevara si era preciso, pues si no, estaba seguro que las cosas solo se complicarían aún más. Por lo que solo le quedó rogar que el día se pasara rápido, para que su madre fuera advertir a Danielle de una buena vez.
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