Capítulo 28. La historia de Vicky

3260 Words
Vicky, con toda la confianza del mundo, pasó a narrarle todo lo que había sido su vida al menos hasta ahora. A diferencia de Mia que se había reservado algunas cosas por discreción, Victoria no dudó en contarle con lujo de detalle hasta la más insignificante de sus aventuras. Había algo en Mia que le daba mucha confianza, debido a esto es que se dio el lujo de hablarle de todo sin tapujos. -Yo nací en el istmo de Tehuantepec Oaxaca. - comenzó Victoria con su narración. – es un lugar muy bonito, o al menos a mí siempre me gustó, pese a que vivíamos en una de las zonas más pobres del lugar. Mis padres que habían nacido y crecido ahí, se conocieron en la iglesia; justo ese día mi amá iba con la que era mi abuela y una tía, que nunca faltaban un solo domingo. Según mi madre mi papá quedó enamorado desde el primer momento que la vio. Claro que a mi amá no le pasó lo mismo, según sus propias palabras mi padre era un hombre muy en extremo feo. Y es la verdad, yo llegue a ver unas cuantas fotos de él, y pos la vida no lo bendijo precisamente con belleza, pero si con mucho corazón. El hombre era un pan de dios, y todos quienes lo conocieron en vida dicen que Valentino Diaz era un santo. Fue así como poco a poco conquistó a mi madre, con sus detalles y sus buenos tratos. Según mi amá, era muy bien portado, le hablaba re bonito, y cada sábado que iba a visitarla, le pedía permiso a mi abuela pa que los dejara ir al parque a pasear un rato. Mi padre siempre llevaba dos claveles, uno blanco y uno rojo; el blanco era para ganarse a la suegra, y el rojo para mi amá. De esta manera se echó a la bolsa fácilmente a los suegros, pues con cada visita él no solo llevaba flores, también se aparecía siempre con alguna gallinita, queso, maíz o refrescos. De a poquito se fue metiendo en el corazón de mi amá, hasta que por fin la conquistó y un buen día se casaron. Un año después nací yo, y aunque lo intentaron muchas veces no volvieron a tener más hijos. Esto no los agüitó, al contrario, los unió mucho más, llegando a ser muy requeté felices juntos. Pero como suele pasar, parece que cuando uno es más feliz, pos a la vida no le gusta y hace algo pa joderte. Cuando yo cumplí los 5 años mi padre murió. Nunca supimos de que fue, solo de repente antes de ir al trabajo se desvaneció y cayó al suelo de tierra muerto en un segundo. Según el doctor dijo que había sido un infarto, sabrá dios si fue eso realmente, pero pos a partir de ese día mi madre y yo nos quedamos solitas. La verdad yo recuerdo muy poco de mi apá, solo tengo leves vistazos borroso de su fea pero dulce cara gracias a las fotos que mi amá conservaba. Y aunque no me acuerde mucho de él, aun así, lo extraño. - conteniendo una lagrima pausó su relato. Mia le acarició el hombro para consolarla. Para tratar de apaciguar los ánimos, cambió un poco el tema. Le contó que ella también tenía sangre indígena, pues su padre descendía de una familia de Mazahuas en Michoacán; pero su abuelo emigró al sur, y a partir de ahí se establecieron en Veracruz. Vicky asegurándole que se encontraba bien, se alegró de tener otra cosa en común con su nueva amiga. Ya más repuesta de ánimos, prosiguió con su relato. -Bien, como sea, yo siempre lo llevo conmigo en esta cara que vez. Al igual que él bonita no soy. Cualquiera que me veía y lo conoció, siempre me decían que soy el vivo retrato de mi padre, pero en mujer claro…y delgada obviamente. – Mia intentó persuadirla de que no era fea, pero fue inútil. – Nada, no te preocupes que no me afecta, yo sé lo que soy y soy feliz así…Soy una chica con sangre indígenas en las venas, con una cara fea, pero con buenos sentimientos como los de mi apá, eso que ni qué. - sonrió la chica y Mia le aseveró que era verdad, pues la consideraba un ángel. -Bueno como te iba diciendo, cuando mi padre falleció y mi amá y yo nos quedamos solas, pasó mucho tiempo para que volviera un hombre a nuestras vidas. Yo tendría unos 10 años cuando Rigoberto apareció para quedarse. Ahora que he tenido mucho tiempo para pensar, pienso que mi amá lo aceptó por miedo a la soledad, y porque ya no podíamos solas con el gasto de la casa. Yo iba a la escuela, pero también hacia mandados a los vecinos a cambio de una moneda para ayudar un poco; pero eso no era suficiente. La pobre trabajaba de sol a sol como sirvienta en casa de unas personas que la trataban muy mal. Es por eso que yo también le ayudaba a mantener nuestra casa limpia, pues sentía feo cuando la veía llegar arrastrando los pies por el cansancio. Entonces, como te venía diciendo, un día en el camino mi mamá conoció a Rigo y pos se hicieron amigos, y al poco tiempo novios. Aunque a mí no me agrado nadita la idea no dije nada, pues me gustaba ver contenta a mi amá, hacía mucho que no la veía sonreír, así que me aguanté el coraje. A diferencia de mi apá, Rigo era pues guapillo, pero con muy mala entraña; era un desgraciado con piel de oveja, igualito al señor Israel. Conforme los días pasaron y ese tipo se fue a vivir a nuestra casa, la sonrisa se fue borrando de a poco del rostro de mi madre. Comenzó primero a controlarle las salidas pues era muy celoso. Luego, al llegar a la casa de su trabajo, corría como un demente a registrar toda la casa para buscar los amantes imaginarios que le inventaba a mi madre, al grado que empezó a enloquecerla. Con el pasar del tiempo, comenzó a mostrar el gusto por la botella, por lo que tomaba día con día. Él llevaba el dinero a la casa para mantener a mi madre prisionera, para al mismo tiempo controlarle todo. Y pos con el pasar del tiempo todo fue para peor. Cuando mi madre se enteró de una aventurilla que tenía con una vecina casi lo mata a cachetadas, pero no lo dejó. Yo estaba segura que lo dejaría al fin pero, al contrario, comenzó a tener la misma actitud tóxica que él. Ahora ambos se celaban, se cuidaban y vigilaban, ya no había paz en esa casa. Mi amá para retenerlo comenzó a tomarle el gustillo a la bebida también, pasando a beber con él por las noches y quedando los dos tan ebrios que se olvidaban por completo de mí. Rigo nunca se metía conmigo, para él yo era un cero a la izquierda; pero conforme fue tomando cada día más, cada que estaba borracho comenzaba a joderme la vida. Me regañaba por cualquier cosa, me criticaba por todo. Me decía a cada rato que era más fea que un grano en el culo y no me dejaba en paz nunca. Todo lo aguante, hasta que un día y con 11 años, al llegar a la casa después del colegio, encontré a mi madre tirada en el suelo mientras él le gritaba. Le había pegado un fuerte puñetazo, por lo que mi amá sangraba del labio, pero igual en el suelo le contestaba a gritos sus insultos. Rigo, cansado de gritar, iba a darle otro bofetón cuando yo le caí encima como una pantera pegándole con los puños cerrados. Ese tipo musculoso solo me empujó a un lado como una insignificante muñeca de trapo y salí volando. Entonces miró a mi madre y le dijo que estaba cansado de mí y que ya no quería más problemas con hijos de otro, así que le dio a elegir, o era él o era yo. Como mi madre no dijo nada Rigo se fue volando a su cuarto, y tras sacar una maleta comenzó a guardar todas sus cosas. Mi amá desesperada al ver que se quedaría sin él, intentó detenerlo, pero él nuevamente le dijo que tenía que elegir... era él o yo, así de simple. Me pidió que me fuera, y ese día tomé mis cosas y me fui. – haciendo una pausa Vicky inhaló profundamente para no quebrarse. -Lo siento mucho. - le expresó Mia, sintiendo mucha pena por la chica. -Yo también, pues no tienes ni idea lo duro que es que tu madre te dé la espalda por culpa de un desconocido. Pero en fin, son cosas que pasan. - y a la sazón Vicky continúo contándole su vida. -Para ese entonces mis abuelos ya tenían mucho fallecidos, los maternos y paternos. Yo ni siquiera los llegué a conocer a los maternos pues se murieron antes de que yo naciera. En cuanto a la familia de mi papá no quedaba nadie; no tuvo hermanos y sus padres igual ya no estaban en este mundo. Mi mamá si tiene una hermana, mi tía Martina que yo ni siquiera la conozco, pues cuando mi madre estaba embarazada esta se casó con un chileno y se fue a vivir con su marido a ese país, por lo que yo no tenía manera de contactarla. Así que como podrás darte cuenta, estaba más sola que un perro, sin tener a donde ir, pero aun así me fui de la casa. Lo más lógico es que me hubiera ido a la casa de alguna de mis amigas del cole, pero como estaba furiosa de alguna manera quería castigar a mi amá, que no supiera de mi si es que llegaba a preguntarle a alguien. Como una loca, sin pensar las cosas, me fuí del pueblo pidiendo aventón con la ridícula idea de irme a vivir a la ciudad más cercana. En mi absurda mente me vi viviendo a todo lujo en un departamento de la ciudad, donde me pasaría el día viendo a la gente caminar desde mi enorme ventanal. Ni siquiera yo sabía lo que me esperaba al llegar. – pausó Vicky un momento ofreciéndole un refresco, de tanto hablar ya tenía la garganta seca, por lo que requería algo fresco para continuar. Mia aceptó, y a escondidas tomó dos de la alacena, pues en la nevera sabía que Nicoletta lo notaría más fácilmente. -No están fríos, pero si se sienten frescos. - anunció está entregándole una mirinda a Mia mientras ella abría una manzanita. Y acto seguido prosiguió contándole su vida. – la primera persona que conocí en la ciudad fue a ¨el perro¨. Nunca supe cuál era su verdadero nombre pues él se presentó con ese apodo y jamás me lo dijo, además de que todos lo llamaban así. Como sea, en cuanto me vio según sus propias palabras se dio cuenta de que yo estaba sola, así que ahí mismo en la terminal de autobuses después de presentarse y ayudarme con mi maleta me ofreció el único trabajo que llegué a realizar en ese entonces. Y fue pedir limosna. El perro me aseguró que se sacaba buen dinero y más si mentías. Entonces me dijo que yo siendo menor de edad, fea y muy flaca, podía pasar por una pordiosera desnutrida, solo tenía que verme como una. Así que en cuanto llegamos a su casa, lo primero tras comer un plato de frijoles hervidos fue cambiarme de ropa por unos trapos viejos y sucios. En esa casa vivían otros 7 niños que le ayudaban con los gastos. Él me explicó que me daría el techo por la mitad de mis ganancias, por lo que sin tener mucho que pensar acepté, y al día siguiente me llevó a un cruce. Antes de salir de la casa me colocó un trapo en el brazo que colgó de mi cuello, así parecería que me había quebrado un ala. Con mi pinta de pordiosera y también lastimada, logré sacar muy buena lana, eso al principio me gusto, hasta que al pasar los días el perro comenzó a quitarme más de la mitad y ahí si ya no me gustó la cosa. Por lo que en la primera oportunidad me escapé, pues supe gracias a los demás niños, que si uno se oponía a sus órdenes no te dejaba irte y te quedabas para siempre con él. Así que yo seguí fingiendo estar de acuerdo sin chistar. En la primera oportunidad, sin traer mi maleta y con la misma ropa vieja con la que trabajaba, me fui nuevamente a la central de autobuses. Ahí pedí el primer camión que saliera en esa misma hora, y resultó ser uno que iba rumbo a Puebla. - ¿Nunca te dio miedo tomar esas decisiones tan arrebatadas? – le preguntó Mia muy curiosa, pues le sorprendía lo que había hecho la joven con tan corta edad. -Naa que va, era más la emoción por conocer un nuevo lugar que miedo. - ¿y no extrañabas a tu mamá? -En ese momento aun no, pero deja continúo. Al llegar a Puebla me hice amiga de Catia, la que te comenté que me decía que le aburría mi manera de hablar como perico sin parar. A ella la conocí en un cruce. Enseguida llegué a Puebla tuve que ponerme a pedir dinero, pues no llevaba mucho guardado. Lo bueno de todo es que ese día tuve mucha suerte, pues Catia también pedía, pero ella haciendo malabares con tres pelotas y estando embarazada. Para no pelear por el lugar, nos alternábamos cada vez que el semáforo se ponía en rojo y los vehículos se detenían; una vez ella salía para dar su espectáculo y en la otra yo a estirar la mano. Después de contarle mi situación ella me ofreció su casa, la cual era un pequeñísimo cuarto en una vecindad. Yo acepté y así pasamos a vivir juntas. Nos llevábamos muy bien a pesar de que en ocasiones discutíamos porque yo le quería hacer ver que su novio el Dandi no era buena persona. Ella me había platicado que la había engañado en varias ocasiones; incluso una vez yo misma lo vi cuando este andaba de coqueto con una muchacha en un cruce, pues el igual pedía dinero fingiendo con unas muletas estar cojo. Jamás se lo dije a Catia pues no me creería, pero siempre le dije lo que pensaba del tal Dandi; que era un desgraciado. En fin, todo cambió, cuando ella se fue con su novio un mes antes de que naciera su chamaco. El Dandi le aseguró que en Tijuana les iría mejor, y aunque ella me quería llevar con ellos, él se negó. Y así nos despedimos y nos dijimos adiós pa siempre. Después seguí trabajando yo sola, así hasta que ubo una racha en la que bajaron las monedas y ya no me quedaba mucho al día. Por culpa de esto ya no pude pagar el cuartito de la vecindad que me había dejado Catia, pues no me alcanzaba. Por lo que no me quedó más remedio que vivir en las calles. Ahí fue donde empecé a extrañar a mi mamá, pues dormir en las calles es muy duro. Un grupo de personas tomó la calle donde yo pedía dinero, y me pidieron comisión si quería seguir estando ahí. Por lo que empecé a vagar, y cada vez fue más difícil el intentar sobrevivir, pues donde sea había gente pidiendo limosna que me sacaba del que llamaban su lugar. Así estuve vagando, muriéndome de hambre, sacando de los botes de basura lo que la gente ya no quería, hasta que un día conocí al mismísimo Lucifer vestido de ángel: a la señorita Nicoletta. – entonces Vicky hizo una pausa, respiró profundamente para calmarse y continúo hablando. -Yo estaba sacando un sándwich comido a la mitad, cuando se me acercó una señorita acompañada de un hombre que se veía borracho: Simoneo. - Me dijo mi padre que había una niña comiendo de la basura, ¿Es que acaso no tienes familia? - me preguntó con su tono meloso y falso, que yo creí. En ese momento estaba desesperada pues me había topado con dos hermanos indigentes que se divertían robándoles a los más débiles. A mí ya me habían robado dos veces, por lo que estaba desesperada por salir de esa horrible ciudad cuanto antes, pero como no tenía dinero ni para comer, estaba difícil que lo lograra. . La señorita Nicoletta me ofreció llevarme a vivir a Veracruz, pues ahí era donde vivía. En puebla se encontraba solo de paso, pues había ido para hacerse unos estudios del riñón. Yo, pensando que me había caído del cielo como un ángel salvador, acepté y me fui con ella. Pensé que al estar en Veracruz tendría más posibilidades de volver a casa, ya vez que Oaxaca está bien cerca de ahí. Que ingenua fui... Al llegar a su casa, todo cambió horriblemente. - Se le quebró la voz a Vicky y unas cuantas lágrimas surcaron su cuadrado rostro. – Comenzó a gritarme y ningunearme, me echaba en cara la comida y la ropa, y todo lo que me daba. Por lo que me dijo que tendría que ganarme todo lo que me diera de ahora en adelante, pues no podía seguir dándome las cosas gratis. Al principio acepté, pero después me revelé, fue entonces cuando me dijo que no me dejaría ir nunca y entonces comenzaron los castigos. Como yo no quería someterme, y ella estaba dispuesta a todo por controlarme, un buen día le ordenó a Simoneo que me castigara, y entonces… - Justo en ese momento cuando le temblaba el labio inferior a Vicky por recordar esos horribles momentos, la voz de Nicoletta retumbó en la otra habitación -VICTORIAAA. - gritó la mujer y Vicky regresando a su realidad se puso tensa y acto seguido se levantó rápidamente de la cama. Pero justo en ese momento, Aimi comenzó a ladrar sin detenerse. Desde que habían llegado por alguna razón no había ladrado, ni siquiera cuando Mia había sido golpeada, pues en la recámara había estado durmiendo y no se había percatado de nada. Pero ahora, comenzó a ladrar sin razón alguna. -Bueno hablaremos en otro momento, ya tengo que irme a trabajar o me irá muy mal. - le explicó la joven lista para salir de la habitación, pero justo en el momento en que colocaba su mano en el pomo, este giró y Nicoletta entró como una tromba con el rostro arrugada por la furia. - ¿Acaso hay un perro en mi casa? - examinó moviendo el bastón mientras con la mano izquierda por delante tocaba la pared por donde se guiaba. Al cruzar al interior del recinto, volvió a realizar la pregunta, pero a gritos, impaciente y colérica. -Sí, es Aimi mi perrita. - le respondió Mia, colocando rápidamente a la cachorra entre sus brazos. -Odio los animales, y mucho más a los perros. De ninguna manera ese animal va a vivir aquí. - respondió esta endiablada blandiendo en el aire su bastón. - Dámelo ahora mismo. - ordenó contundente. - QUE ME LO DES. - Gritó desquiciada, perdiendo la paciencia por no ser obedecida. -No, no lo haré. - Le desafío Mia, consciente que con esto se libraría otra batalla campal.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD