Cristian estaría fuera de la empresa financiera durante todo el día, por lo que a la hora de la cena fui directo a casa para prepararle una rica comida. Estaba muy entregada y emocionada a este nuevo cambio, me sentía feliz por la posibilidad de poder estar llena de felicidad, por mucho tiempo solo lloraba pero ahora espero solo reír. Preparé la mesa para dos en el jardín, una rica cena con mariscos adornada con una botella de vino. Cristian regresó a la casa al rededor de las 9;15 de la noche, tan rápido lo hizo corrió para nuestra cena. “Cariño lamento llegar tarde, el día estuvo horrible”, decía mientras me daba un cálido abrazo. “No te preocupes, llegas a tiempo, la cena se enfrió pero no importa, creo que sabe muy bien así”, respondí emocionada. “Todo lo que hacen tus manos qued