Prólogo
Encendidos
Para prender el fuego, solo se necesita una chispa.
Lily y Cade siempre tuvieron una, pero el hermano de ella, y mejor amigo de Cade, mantuvo la yesca húmeda, pues Cade resultó un mujeriego. Cuando un hombre es tan ardiente, siempre quemará a alguien y Lily debería haber aprendido la lección la primera vez que tocó su fuego. Esa vez él se marchó de la ciudad a la mañana siguiente después de que finalmente se encontraran.
Sin embargo, tantos años después, la brasa todavía arde...
Cade
2002
Cade se deleitaba con cada crujido de las hojas debajo de sus maltrechas zapatillas Converse modelo Fall Out Boy, cuyas letras se grababan en el suelo tras los pasos de EJ.
—Lo siento, amigo —dijo EJ—. No puedo creer que mi padre nos haga cuidar niños, y encima gratis.
Lily le lanzó una mirada.
—No seas malo —dijo ella— o se lo diré a papá. —En sus pequeñas manos de ocho años, cogió su caja de almuerzo Lizzie McGuire que traqueteaba con restos de comida.
Aiden se unió a Cade para distanciarse lo más posible de Lily. En su último año de escuela primaria, estaba desesperado por ser visto como uno de los chicos de secundaria como Cade y EJ.
—Entonces —dijo Aiden— ¿Cómo están las chicas de Walker? ¿Son guapas?
—¿Qué sabes tú sobre chicas guapas? —EJ le preguntó a su hermano pequeño—. En realidad, debo decir que Cade cree que hay algunas bellezas —dijo EJ mientras le daba un codazo a Cade en las costillas—. ¿Cierto?
—Cállate —dijo Cade y mantuvo sus ojos en el suelo que parecía una explosión de oro y naranja bajo sus pies.
—¿Qué? Te vi mirando a esa chica pelirroja en el aula. —Cade podía sentir los ojos de EJ mientras lo perforaban, pero se negó a mirar hacia arriba—Vamos, hemos sido mejores amigos desde que usamos pañales. ¿Crees que no puedo decirlo?
—No delante de los niños —dijo Cade con la voz más adulta y grave que pudo reunir. «Afortunadamente, esta vez pude mantenerla», pensó.
—¡No soy un niño pequeño! —Aiden se quejó—Es mi último año.
—Todavía estás en la escuela primaria —le recordó EJ—. ¡Y necesitas que te escoltemos a casa!
—Lo que sea —murmuró Aiden por lo bajo.
—Bueno, si no vas a hablar sobre tu futura esposa, ¿qué pasa con la excursión de la que estaba hablando el Sr. Stroh? ¿Crees que vas a ir?
Cade suspiró.
—No lo sé. No estoy seguro de si mis padres adoptivos firmarán la autorización.
—¿Qué? ¿Por qué no lo harían? —EJ preguntó—Va a ser increíble, del tipo en que ¡te dejan alimentar a los osos! Y como se trata de un safari en coche, los rinocerontes hasta podrían cargar totalmente el autobús...
—Ya sabes cómo son —dijo Cade rodando los ojos—. Creen que pueden convertir a todos los niños que acogen en testigos de Jehová. Probablemente estaré tocando de puerta en puerta mientras todos vosotros sois embestidos por animales salvajes o algo así.
—Eso suena como abuso infantil, amigo —le dijo EJ mientras hacía una mueca—. Deberías quejarte al servicio de protección infantil.
Cade sacudió la cabeza.
—Los Parker son buenos, pero son estrictos. Después de los Carter, no me puedo quejar.
—Sí, esos estaban locos —dijo EJ—. ¡No puedo creer que te encerraran en tu habitación todas las noches! ¡Pensaban que ibas a robarles la porcelana china o lo que sea!
—Que me encerraran, en parte, no era tan malo. Era peor que se olvidaran de tener comida por la mañana para cualquiera de nosotros, esa parte sí que era horrenda. No es que sucediera todo el tiempo, pero aun así...
—No sé, amigo, que tengas que andar de puerta en puerta no suena mucho mejor. Espero que pronto tengas una familia decente.
—Sería feliz si pudiera quedarme en el mismo lugar por más de un año, sinceramente, y para lograrlo, tengo que ofrecer mi mejor comportamiento. Debo asegurarme de que los Parker piensen que soy un buen chico y todo lo demás.
EJ se echó a reír.
—¡Buena suerte con eso!
El grupo giró hacia Fairgrounds Road y Lily dio un chillido cuando apareció la estación de bomberos.
—¿Vamos a montar el camión? —ella preguntó.
—No seas tonta —dijo EJ—. Sabes lo que dice papá.
—Que no es un juguete —dijo Lily con un suspiro.
—Sí. Pero ¿adivina qué? Papá me dijo que tiene una sorpresa para todos nosotros. —EJ le lanzó a Lily una sonrisa y Cade creyó que nadie la había notado. EJ siempre actuaba como si su hermana pequeña lo molestara, pero el amor que sentía por ella siempre se colaba de alguna manera.
—¿De verdad?
—Sí. Pero solo si le digo que ambos se han portado bien de camino a casa.
Cade observó al enorme hombre aparecer detrás del reluciente camión rojo.
—Señor Hammond —dijo asintiendo—. Gracias por dejarme pasar también.
—Por supuesto, Cade. Sabes que eres como otro hijo para mí. —El Sr. Hammond se quitó un par de guantes y se los metió en un bolsillo para luego revolver el cabello de Cade. Cade sintió que se le erizaba involuntariamente. Le había llevado años dejar de estremecerse cada vez que el señor Hammond hacía eso.
—¿Esta es toda tu prole, Hammond? —preguntó uno de los bomberos más nuevos—. Has estado ocupado en casa, ¿eh?
El señor Hammond se echó a reír.
—Algo así.
Cade saludó a la tripulación de bomberos que lo había visto crecer a lo largo de los años. Eran como una pequeña familia propia, a pesar de que no estaban relacionados por sangre. Tal vez así fuera como se suponía que debía sentirse en un hogar de acogida, pensó. Pero hasta el momento así no había sido su experiencia.
—¿Cómo te está tratando el tercer grado, cariño? —preguntó el Sr. Hammond cuando Lily abrazó con fuerza la pierna de su padre.
—Es agotador —dijo—. Se supone que debemos memorizar un nuevo horario cada semana. ¿Qué sentido tiene? ¿Cuándo vamos a usarlo?
—¿Qué te parece, Aiden? ¿Estás de acuerdo? —preguntó el Sr. Hammond mientras apretaba los delgados hombros de Aiden.
Aiden se sorbió la nariz.
—No es agotador, es demasiado fácil. Debería haber pasado al grado siguiente.
—Ten cuidado con lo que deseas —le dijo Hammond—. La escuela secundaria no es un picnic. ¿Verdad, EJ? No más recreos, ni patio de juegos...
—Sí, pero la comida es mucho mejor. Y hay máquinas expendedoras.
—Bueno, si hay máquinas expendedoras ... — El Sr. Hammond se rio y le dio un abrazo a EJ.
Cade sintió el familiar tirón de celos mientras veía a su amigo abrazar a su padre. Las cosas eran tan fáciles para EJ y ni siquiera se daba cuenta, pensó Cade. EJ lo tenía todo, toda la típica familia estadounidense y todo.
—Entonces, ¿cuál es la sorpresa? —Aiden preguntó.
—Ansioso, ¿eh? Ven conmigo al frente y te la mostraré.
Corrieron detrás de él cuando el Sr. Hammond dobló la esquina hacia el pequeño jardín rebosante de vegetación perfectamente cuidada.
—¡Cometas! —exclamó Lily. En el césped había cuatro triángulos coloridos de tela—. Este es mío —dijo, y se paró triunfante al lado del rosa de My Little Pony.
—Puedes apostar que sí —dijo Aiden—. Este es mío. —Se arrodilló al lado de la tela con las tortugas ninja mutantes y adolescentes.
—¿Hombre araña? —EJ le preguntó a Cade. Cade asintió de inmediato. «Agradece lo que obtienes», pensó. Sintió otro tirón de envidia mientras veía a EJ levantar la cometa de Batman y admirarla. «¿No debería mi mejor amigo saber que Batman es mi favorito?».
—¿Estás bien, Cade? Esa es para ti —dijo Hammond. Cade se dio cuenta de que no se había apresurado para reclamar su cometa como los demás.
—¿Estás... estás seguro? —preguntó. «Obviamente, idiota. ¿Por qué si no habría cuatro cometas?», pensó.
—¡Por supuesto que hablo en serio! Adelante —dijo el Sr. Hammond.
Una sonrisa se extendió por la cara de Cade y corrió hacia la cometa. «Es genial», pensó mientras lo admiraba.
—¡Joder! La tuya en realidad tiene forma de murciélago —comenzó EJ.
—EJ, cuida tu lenguaje.
—Lo siento.
—Gracias, señor... —comenzó Cade, pero su boca se cerró cuando vio a su padre biológico al otro lado de la calle. Su entusiasmo por la cometa quedó momentáneamente olvidado.
«Quizás finalmente pueda irme a casa».
—¡Papá! ¡Hola, papá! Mira lo que el Sr. Hammond...
Su padre llegó al grupo antes de que Cade pudiera terminar, pero el Sr. Hammond se interpuso entre ellos.
—Bill, tienes que irte —le dijo el Sr. Hammond, en voz baja—. Sabes que no puedes ver a Cade, y no quiero ningún problema. Especialmente aquí.
—No puedes decirme qué hacer —soltó. Cade podía oler el whisky a unos metros de distancia. Su corazón se hundió—. ¡No puedes decirme que no puedo ver a mi propio hijo! Cade, vamos...
—Quédate allí, Cade —dijo el Sr. Hammond. Cade no podría haberse movido si hubiera querido—. Bill, debes irte a casa y estar sobrio. ¿Necesitas que pida que alguien te lleve?
—No necesito ninguna maldita caridad de tu parte. La de Cade, la tuya, la de su puta madre que se fue en medio de la noche otra vez. Maldita perra
—Tienes que irte ahora mismo.
—¿Hammond? ¿Necesitas ayuda? —Un bombero de la tripulación llamó desde la acera.
—¿Yo? —El Sr. Hammond le preguntó al padre de Cade.
—Ah, olvídalo —dijo el padre de Cade—. Todos vosotros seguís jugando al Capitán América o lo que sea que hagáis.
Comenzó a tambalearse, Cade estaba aturdido. «¿Mamá se fue?».
—Cade, vamos —dijo su padre, mientras volvía a girar.
—Niños, todos entrad —dijo el Sr. Hammond. EJ, Aiden y Lily corrieron hacia la estación de bomberos, pero Cade estaba paralizado.
«Necesito ayudar a encontrar a mamá...».
Su padre se tambaleó hacia él, pero el Sr. Hammond lo mantuvo firme.
—Voy a tener que llamar a la policía si no ...
De repente, el padre de Cade se lanzó hacia adelante y se liberó del agarre. Cogió a Cade y la cometa se desgarró entre ellos. El hedor a alcohol lo dominó.
—Está bien, hijo. Estoy aquí —murmuró su padre—. Vamos a ir a Santa Mónica. La... la playa. Suena bien, ¿verdad?
¿California? Una punzada de pánico atravesó a Cade. No había forma de que pudiera abandonar a los Hammond. «Nunca volveré a ver a EJ».
—¡No! —Cade gritó. Su grito provino de la parte más profunda de él.
Sintió el puño de su padre alcanzarle su mandíbula, pero la conmoción apagó cualquier dolor. En algún lugar en la distancia, podía escuchar y ver al Sr. Hammond y a los otros bomberos mientras alejaban a su padre.
Cade se volvió hacia la estación de bomberos. Su cabeza resonaba con gritos y las amenazas de su alcohólico padre.
—¡Estás sangrando! —dijo Lily cuando él entró en la estación de bomberos.
Cade no podía hablar. Las lágrimas que corrían por su rostro lo cegaron y los sollozos en su interior le llenaron la garganta.
—No llores —dijo Lily. Él sintió su cálida mano envolverse alrededor de la suya.
La vergüenza lo embargó, aunque no podría haber dicho por qué. Entonces le tomó la mano y lloró.
Cade
2013
—Oye, ¿qué obtuviste en la pregunta veintidós? — EJ preguntó.
—¿Todavía estás tratando de copiarme? —Cade preguntó con una sonrisa.
—Solo trato de asegurarme, amigo —dijo EJ—. No nos dijeron que entrenar para ser reclutas involucraba tanta tarea. Debería haber entrado en el béisbol profesional o el fútbol o algo así .
—Sí, completamente realista —dijo Cade dando por terminado el cuestionario. EJ alcanzó su cerveza que estaba al otro lado de la vieja mesa de la estación de bomberos y brindaron—. ¡Salud! ¡Por otro día de entrenamiento realizado!
—¿Qué? Podría haberlo hecho. Quiero decir, si me aceptaran para ser bombero...
—Sí, creo que el nepotismo tendrá algo que ver con eso —dijo Cade con un guiño.
—¿Porque mi papá es el jefe de bomberos? No, amigo. Entré totalmente por puro mérito. Y porque realmente podrían sacar provecho conmigo para el calendario anual de bomberos sexis.
—No creo que exista en Salem —dijo Cade.