Capítulo II-1

2004 Words

CAPÍTULO II Se hizo el silencio porque lord Heywood estaba demasiado sorprendido para replicar, pero al fin dijo: —Como el dueño de esta casa, soy yo quien debería hacer esas preguntas. Los ojos azules se, abrieron aún más —¿El dueño de... esta casa? Usted no puede ser... lord Heywood. Él está en el extranjero. —He regresado— replicó lord Heywood—, en lo que parece ser un momento inconveniente. Su huésped consideró estas palabras por un momento y luego respondió: —Sería inconveniente... sí me ordenara que me marchara... lo cual es algo que no puedo hacer... en seguida. —Eso es evidente— respondió lord Heywood. Miró entonces el fino camisón de dormir que cubría a la joven, el cual era demasiado delgado, y por lo tanto revelador. Podía contemplar la suave curva de sus jóvenes senos

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