- ¿Cómo pudo decir eso? – Rebeca miró el espejo alterada – ¡En qué estaban pensando! Mis manos agarraron el agua que estaba cayendo del grifo, para así poder echarla en mi rostro y calmarme. El ruido del agua cayendo comenzó a relajar todos mis sentidos. Pensar en lo que me esperaría afuera del juzgado, me tiene más que fatigada y harta. - Le diré a Nicolás que vamos a salir por la parte trasera. Ni de broma dejaré que todos esos buitres te digan cosas que ni al caso – Yo suspiré y negué. - Pásame papel para manos por favor – Ella asintió y me tendió dos trozos – Gracias Beca. - Deja le marco a Nicolás. - No, no le vas a marcar. Vamos a salir por esa puerta – Me recargué en la pared, mientras señalaba al gran pedazo de madera que tenía enfrente