Apreté mis puños y me di la vuelta para poder encarar lo que me dijo Rebeca. Su mirada entre furiosa y preocupada conectó con la mía. Caminé hacia ella y alcé mi dedo para señalarla. - ¿Qué dijiste Rebeca? – Demandé. - Dije que no es nuestro maldito problema que Nicolás quiera dejarte sola – Contestó directa. - Espero que nunca más vuelvas a decir esa tontería – La miré furiosa – No tienes por qué hablar sobre nuestra maldita vida privada – Rebeca frunció el ceño. - ¡Tú nunca cuentas nada de tu maldita vida privada Melissa! – Alzó su voz – ¡Nicolás llegó anoche deprimido y llorando! – Di un paso atrás de ella - ¡Nunca había visto a Nicolás llorar como lo hizo ayer! – Alzó su mano derecha para señalarme - ¡Y todo fue tu culpa! – Mi pecho comenzó a subir y