Max increíblemente no la embarró en su primer día de entrenamiento con el Lions, no del todo, omitiendo por supuesto el pequeño choque que tuvo con la entrenadora cuando ella llegó al vestuario. Le había prometido a su familia y a su manager/amigo que se comportaría, y aunque al principio le fastidió que todos sus nuevos compañeros de equipo fuesen unos pubertos, Max debía admitir que eran muchachos muy disciplinados y muy maduros para las edades que tenían, y todos se llevaban bien, puesto que al parecer todos habían crecido juntos estudiando en la misma escuela pública. Eran una familia, y Max se sentía como un intruso. Como un dinosaurio intruso, porque a pesar de que tenía 26 años, se sentía viejo en ese ambiente casi escolar, pero...pero se sentía bien. Nadie hablaba públicamen