Nadie en el vestuario le entendió a Max, porque el español que les habían enseñado en la escuela era muy básico, y que Max tuviera acento de la costa colombiana no ayudaba mucho a que se le entendiera lo que quería decir. Max vio que los 22 pares de ojos se lo quedaron mirando como si fuera un extraterrestre, y sacando paciencia de donde no la tenía, sacó su celular y abrió la moderna aplicación que traducía al instante lo que fuera diciendo, y volvió a repetir la pregunta. Varios entonces le señalaron la taquilla que estaba al lado de Jake, la única que quedaba disponible. —Thanks —dijo Max, siendo esa una de las pocas palabras que sabía decir en inglés. Max sabía que se le iba a dificultar mucho su estadía en Inglaterra, al menos los primeros meses, si no sabía hablar inglés; y p