Max estaba en su segunda sesión de entrenamiento, en el gimnasio, haciendo pilates y demás ejercicios para la flexibilidad de sus músculos. Que ya hubiera jugado dos partidos no significaba que podía dejar sus sesiones de la tarde. Aún tenía que cuidarse de sufrir alguna lesión, máxime en sus primeros partidos con el equipo, mientras su cuerpo se volvía a acostumbrar a ese ritmo de trabajo que antes había llevado. Sammy se pasó por el gimnasio, con la excusa de checar cómo iba el entrenamiento de Max, aunque ambos sabían que era solo eso, una excusa para verse. No habían vuelto a hablar mucho después de aquel beso en el museo de los Beatles, solos breves saludos por mensajes de texto, pero no porque Sammy quisiera de nuevo aplicar la ley del hielo con Max, sino porque en serio había es