Cita con Walter

1716 Words
Llegó el domingo, y los padres de Sammy no podían estar más emocionados, puesto que ella, después de un año, al fin volvería a salir con Walter en una cita. Maribel le había hecho poner a Sammy un adorable vestido de falda larga, aprovechando que aún estaban en verano y se podían utilizar ese tipo de prendas de vestir, y se había tomado el tiempo de peinar y maquillar a su hija para que se viera presentable, porque si iban a ir a un lugar público, era más que obvio que les tomarían fotos. —¡Ay! ¡Te ves tan bonita! —dijo Maribel, apenas le terminó de ondular las puntas del dorado cabello —. Ya verás que Walter te volverá a pedir matrimonio. Sammy rodó los ojos. Ella solo tenía mente en estos momentos para su equipo, no para andar pensando en jugar a la casita. —No sé cuál es el afán de ustedes porque me case, así estoy perfectamente bien —se quejó Sammy, estornudando por los muchos polvos que su madre le había puesto en la cara —. A veces pienso que solo quieren que me case para amarrar más a Walter y a cierto directivo importante de la Asociación de Fútbol que es el que no ha permitido que el Lions entre en quiebra. —¡No digas esas cosas, Samantha! —la reprendió Maribel —. Tu padre nunca te casaría por interés. —¿Y si yo quisiera casarme con otro que no tuviera un familiar trabajando en la Asociación? —inquirió ella —, o tal vez con un futbolista, ¡ja! Ya lo veo armando el escándalo. —¿Es que te está gustando alguien que no es Walter, Sammy? —preguntó Maribel en tono muy bajo. —¡Por Dios, no! —exclamó Sammy, escandalizada ante esa idea. Walter era el amor de su vida, por supuesto que Sammy no tenía ojos para nadie más, ni siquiera para el carebonito de Jake, que le dedicaba dulces sonrisas durante los entrenamientos, y que hasta se ofreció a ayudarla en ese arduo trabajo de ver las grabaciones de los partidos de los equipos con los que se enfrentarían en la temporada e identificar las fortalezas y los puntos débiles. Todo un amor de muchacho, pero no...Sammy ya se había prometido a sí misma que no se metería con ningún futbolista, mucho menos si era uno de los que ella entrenaba. —Entiendo que, viendo todos los días a chicos guapos en un vestuario, puedas llegar a sentir maripositas en el estómago por alguno, o algunos —dijo Maribel, mirándola por el espejo con complicidad, y Sammy hizo una mueca que demostró lo escandalizada que estaba —. Solo opino que, antes de casarte y amarrarte para siempre con un hombre, deberías...experimentar con otros —le hizo los últimos retoques a la larga cabellera de su hija —. Tu padre fue mi primer y único hombre, y aunque lo amo con toda el alma, sí que hubiera querido disfrutar un poco más de mi juventud. Ni siquiera sé si en serio tu padre es buen polvo, porque no estuve con otros hombres como para poder comparar. —¡Mamá! —exclamó Sammy, en serio no estando interesada en saber si su padre era buen polvo o no. Y bueno, a menos que su madre fingiera los gritos de placer que soltaba al menos tres noches por semana, Sammy estaba segura de que su padre era muy buen polvo. —Solo digo que...deberías aprovechar que estás en ese break con Walter, porque no se consideraría infidelidad si sales con otros chicos —continuó Maribel, y Sammy rodó los ojos. —Ajá, sí, lo consideraré —dijo Sammy, solo para ver si así su madre al fin se callaba. —Y aprovecha que tienes a todo un equipo de jovencitos que de seguro babean por ti... —¡Mamá! **** Mánchester. La ciudad más importante del norte de Inglaterra. Cuando no estaba con su clima de mierda tan típico del Reino Unido, era una ciudad realmente bella. La metrópoli de moda para los turistas, con parques muy bien cuidados, tabernas tradicionales, museos, buena música y mucho fútbol. Sammy y Walter llegaron a Heaton Park, el lugar que prácticamente Vicky les escogió para que tuvieran su cita que anunciaría al mundo que volvían a estar juntos. Heaton Park es un relajante parque municipal, alejado del ajetreo de la ciudad, ideal para planes familiares y de pareja, en donde se pueden practicar deportes, pasear por los senderos, hacer un picnic, dar un paseo en barca por el gran lago, o jugar golf. Walter y Sammy se decidieron por el paseo en barca, porque así estarían un poco alejados de las personas curiosas que por supuesto que se habían dado cuenta de la presencia de Sammy apenas ingresaron al parque, y les habían tomado fotos para publicarlas por todas las r************* , anunciando así que la famosa ex futbolista Sammy Williams había regresado con su prometido, el director médico del Real Manchester. Walter remó hasta el centro del lago, mirando con profundo amor a Sammy; y tal vez, solo tal vez, los ojos se le iban por ratos al escote del floral vestido, cuya tela se cernía deliciosamente a sus jugosos senos. Walter no debería haber sentido que la tela de sus pantalones se tensaba en la parte de su entrepierna, pero así fue la cuestión, y se sintió como un puto enfermo, ¿cómo rayos podía estar teniendo una erección en un plan tan sano como este, y cuando Sammy estaba vestida adorablemente y para nada provocadora? Ok, puede que Sammy no estuviera mostrando escote, pero la forma en que la tela se pegaba a su pecho y realzara su forma...eso sí que era provocador. Lo que no sabía la mayoría de mujeres, es que a los hombres se les hacía más provocador cuando se vestían decentemente, a cuando lo mostraban todo con poca ropa; ya que, con unas prendas modestas pero que se ajustaban en los lugares correctos, la imaginación de los hombres volaba, preguntándose cómo sería todo eso que estaba bajo esa tela. Walter a veces detestaba que Sammy hubiera heredado los genes latinos de su madre respecto a su curvilínea y bien dotada figura, porque sacaba en él su lado más primitivo. Caderas anchas, curvas perfectas, senos deliciosos, culo grande..., carajo. Walter en serio que estaba teniendo un gran problema en sus pantalones, y agradeció haberse puesto unos oscuros, para que así no se notara tanto la erección, no al menos a simple vista. Sammy, que sostenía un bonito paraguas japonés para protegerse del sol y de paso quedar bien para las fotos que les estaban tomando desde la orilla los fans, rodó los ojos al notar el pequeño problemilla de Walter. Si bien la erección no se le notaba en los pantalones, ella ya sabía perfectamente cómo era que le cambiaba la respiración cuando estaba excitado. Cinco años de relación y tres viviendo juntos le habían bastado a Sammy para conocer cada detalle sobre él. Walter vio con mucha ilusión el delicado aro plateado que sostenía el diamante en el dedo anular de Sammy. Él sabía que ella solo se había puesto el anillo de compromiso para aparentar ante la sociedad mancuniana y los medios de comunicación, y sabía que esta cita también era solo por aparentar, pero...pero él tenía la esperanza de que este fuera el preludio a su definitivo regreso como pareja, y a la boda que tenían pendiente. —Te ves muy hermosa —dijo Walter, por tercera vez en lo que iba de la velada. Primero se lo dijo cuando llegó a recogerla a casa, después se lo dijo mientras iban en el auto, y ahora se lo volvía a decir en la barca. —¿No tienes algo más que decir? —preguntó Sammy de mala gana, no queriendo estar más allí. El calor veraniego ya la estaba haciendo sudar, y sentía una línea bajar por su columna —. Quiero irme ya. Ya las fotos deben estar rondando en las redes. Walter no fue capaz de decirle nada ante su actitud altanera. Ya se había acostumbrado a ese complicado carácter explosivo de Sammy, claramente heredado de Maribel. Y Walter era todo lo contrario a Sammy, manso y tranquilo. Por eso es que ambos hacían la pareja perfecta. Ni Roger ni Maribel se querían imaginar cómo sería Sammy con un hombre que tuviera una forma de ser parecida a la de ella. Sammy agradeció que nadie se acercara a pedirle una foto en el trayecto de regreso al auto de Walter. Esto no era como el continente americano, que las personas irrespetaban la privacidad de los famosos. —¿Quieres...que vayamos a mi apartamento? —preguntó Walter mientras salían del parking. Sammy sabía la propuesta indecente que estaba implícita en esa invitación, y no. Ella a un no se sentía preparada para volver a tener sexo. Con esa pierna impresa en 3D, no se sentía para nada sensual, y le daba pánico que Walter u otro hombre la viera desnuda así, sin la mitad de su pierna izquierda. Cielos..., por supuesto que amaba a Walter y lo deseaba, y detestaba estar comportándose como una patana con él, pero...pero no es que pudiera evitarlo. La ansiedad social no era fácil de manejar, y ver a tantas personas en ese parque que le tomaban fotos sin duda le afectó. Media hora después, Walter ya estaba aparcando frente a la casa de los Williams. Él esperó que al menos Sammy le diera un beso en la mejilla, pero ni siquiera eso. La rubia se despidió con un seco “hasta luego”, se bajó del auto y entró a su casa. Walter apenas exhaló el aire que había estado conteniendo y apoyó su frente contra el volante. Él en serio que tenía esperanzas de que volvieran a estar juntos, pero ella cada día se lo ponía más difícil. Y teniendo las necesidades que como cualquier hombre sano y en edad fértil tenía, Walter llamó a una de sus amiguitas al llegar a su apartamento, ya teniendo claro que con Sammy no podría volver a contar por un tiempo en el plano s****l.
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