Mi emocionante vida...

1302 Words
Ha pasado una hora siete minutos desde que le envié el mensaje a Robert y sigo aquí parada en la entrada como estúpida viendo los autos pasar por la amplia calle, a las personas caminar deprisa, otras se detienen a comprar algo en los pequeños puestos de comida, regularmente es algún tipo de pan con algo dudasemente higiénico adentro. ¿Cómo pueden comer eso?   Mi teléfono comenzó a sonar y me di cuenta que es Robert. Al fin se acordó de mí.   –Hola.   –¿Dónde estás? –escupió, parece molesto de nuevo.   Si le molesta tanto mi presencia debería de cambiar de agente de ventas, a mi también me molesta su presencia y no quiero estar aquí.   –En la entrada de tu edificio desde hace sesenta y ocho minutos.   –¿Qué carajos haces aquí? – Escuché su voz detras de mí, al darme la vuelta trae un traje n***o impecable y su cabello perfectamente peinado hacia atrás se ve bastante bien cuando no tiene ni una sola imperfeccion en todo su cuerpo –. ¿Acaso no te dejaron entrar?   Sus palabras me sacaron de mi trance y reaccioné.   –No –respondí –. Quiero decir que sí me permitieron pasar, pero son más de sesenta pisos hasta tu oficina –señalé arriba.   –Para eso están los ascensores.   –Lo sé. – Baje la mirada un poco avergonzada, por está razón no me gusta conocer personas. – Podemos irnos ya.   Robert me miró un momento antes de darse la vuelta y pedir que lo siguiera, obedecí en silencio porque no quería hablar de lo que pasó, al llegar al estacionamiento me dirigí a mi auto.   –¿A dónde vas? –preguntó.   –Mi auto está por allá –señalé.   –Será más práctico ir en el mío y regresaremos aquí.   Una presión en el pecho comenzó de nuevo y sentí un leve temblor en las manos que quise controlar.   –Es que… yo…   –Está desinfectado y te aseguro que solo yo lo uso, no tengo tiempo para ser chófer de nadie –explicó como si pudiera leer mis pensamientos –. Puedes revisarlo si quieres.   –No sé trata de eso –escupí con bastante molestía por sus palabras –. Tengo que ir por Megan a la escuela y tengo otros pendientes, no puedo darme el lujo de que tú manejes mi tiempo.   –Y te aseguro que yo no me doy el lujo de desperdiciarlo como lo estamos haciendo ahora con está ridícula discusión, ahora súbete –me ordenó con ese sigiloso tono.    Dí un suspiro sacando mis guantes de la bolsa antes de abrir la puerta del auto y como las manías siempre están presentes lo hice tres veces antes de bajar la mirada inspeccionando todo antes de sentarme en el asiento delantero del copiloto, estuve a punto de cerrar cuando me pregunté si he cerrado bien mi auto.   –Ahora vuelvo –hablé antes de salir del auto nuevamente y caminar al mio verificando que todo esté en orden, luego regrese y repetí el proceso antes de sentarme, otro pensamiento cruzó por mi mente si he guardado todo por dentro, pero Robert no me dio tiempo de bajar del auto cuando arranco y acelero. Sentí la presión en mi pecho y mis manos sudaron demasiado, como podía ser tan insensible, apreté mis manos y palmeé mis rodillas justo como me lo ha enseñado la psicóloga, debería de recibir un tratamiento farmacéutico demasiado caro, además de peligroso para mantener a Megan conmigo porque pueden aprovecharse de esa situación para quitarmela y no lo permitiré así que sólo utilizó algunas técnicas que me han enseñado para calmarme y otras que he aprendido en internet.   –Debiste decirme que estabas afuera y lo del ascensor para no hacerte esperar –murmuró.    Giré para verlo, pero él tiene la mirada fija en la carretera, sé que debería decirle gracias por lo que está diciendo, sin embargo mis experiencias pasadas me hacen tener ganas de gritarle porque no me gusta el tono que uso para expresarse.   –No me tienes que tener lástima –escupí –. No soy ninguna inválida y te aseguro que puedo cuidarme sola.   –Te aseguro que lo que menos te tengo es lástima –bufó y note una sonrisa de lado.   No entendí muy bien lo que quiso decir, pero decidí no contestarle y continuar con nuestro recorrido.   Le mostré la casa, está es un poco más pequeña, pero está construida con los materiales más finos y resistentes, además de un magnífico jardín que puede usarse para el aire libre, la entrada de luz es buena y las habitaciones son amplias e iluminadas, la casa es hermosa, admito que hasta mi me gustó, ojalá Robert la hubiera disfrutado tanto como yo, sin embargo, se la paso en su estúpido telefono de nuevo, ¿Qué tanto podía hablar ahí? De verdad comenzaba a molestarme aún más cada minuto que estabamos juntos.   –La otra está cerca de aquí –señalé al salir de la casa sin preguntarle si le ha gustado porque sé que no me ha puesto atención y seguro tiene mil cosas malas que decir de ella.    –Espera –me ordenó.   ¿Por qué siempre está dando órdenes? Esto me está comenzando a fastidiar y solo quiero que me diga que casa quiere para poder regresar a mi vida normal, bueno… normal para mí.   –¿Y ahora qué?    –Debo regresar a la oficina ahora mismo –mencionó sin dejar de ver su teléfono –. Continuaremos mañana con esto.   –Ya estamos aquí –fruncí el ceño.   –Lo sé –rodó los ojos –. Pero esto es urgente así que continuaremos mañana.   Quería gritarle todo lo que se merecía porque no tiene ni la menor idea de lo mucho que me costó hacerme a la idea de que estaría aquí este día, salir de la casa haciéndome a la idea de que cruzaría el límite de los kilómetros que manejó hacia la escuela de Megan y mi oficina, esa presión en mi pecho volvió y necesito calmarme o tendré un ataque de pánico aquí. Así que solo me metí al auto sin darme cuenta que estoy tan furiosa con él que ni siquiera hice mis manías.   Llegamos a su edificio y él ni siquiera me dirigió la palabra porque al salir tomó su teléfono nuevamente que ha sonado un par de veces en el camino y eso me fastidió un poco, pero lo pude soportar porque no lo utilizó mientras conducía.    –Te llamó más tarde –murmuró antes de caminar hacia la puerta de entrada, ni siquiera me miró, no se disculpó y mucho menos se despidió.    Miré la hora y aún faltan dos horas para ir a traer a Megan a la escuela, como no tengo que ir a ningún lugar decidí conducir a casa, estuve pensando en escribirle a Cloe, no me pareció buena idea porque está en su luna de miel y seguro ahora mismo no quiere saber nada de nadie, mucho menos de su amiga la loca como mencionó Robert. Al final le marque a Alex que tampoco me contestó porque seguro está dando clases, es maestro de deportes en una escuela privada, no entiendo porque lo hace si su familia tiene mucho dinero, terminé haciendo la limpieza profunda de mi habitación. Mi emocionante vida…   Robert me volvió a cancelar al día siguiente y el resto de la semana, además me indicó que no me preocupe por ir a la oficina de bienes raíces porque él diría que yo le estoy enseñando muchas casas para que me paguen esos días, cualquiera de las chicas estaría emocionada por eso, pero yo estoy fastidiada de no tener mi rutina habitual.
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