III

3065 Words
Secretos. Oliver  —La negociación con Catherine Gilbert fue todo un éxito —Kyle me miró fijamente con una sonrisa.  —Sí, todo salió bien, era algo obvio que iba a aceptar —me limité a responderle. —Como siempre de presumido —me comenzó a fulminar con la mirada a lo que yo reí—. A ver galán, ¿cómo te fue con la diosa pelirroja? —me preguntó interesado. —Fue… —suspiré largamente, sintiendo que los vellos de mi nuca se erizaban—, wao, increíble —le respondí al final. —¿Wao? Para que suspiraras y sonrieras, debió ser bastante increíble para ti —me miró fijamente. —No seas idiota —reproché con una mueca—, dije que era increíble porque resultó ser virgen —sonreí satisfecho. Podía quedarme sin sexo por una semana, no sé a cuantos orgasmos llegamos juntos, pero en definitiva, era una mujer increíble y fogosa. —¡¡Era virgen!! —gritó Kyle sorprendido. —Sí, tú mismo lo dijiste, era —respondí, bebiendo de mi copa con aire pensativo. —¿Y cómo se llama? ¿Pudiste mirarla bien o qué? —me preguntó, algo receloso.  —Ni idea de cómo se llame, eso ni siquiera es necesario y eso de cómo luce, ya lo sabes —puse los ojos en blanco—, por cierto, no resultó ser periodista, revisé su bolso y no encontré nada —lo miré seriamente. —Quizás, puede que me haya equivocado —me respondió pensativo. —Sí, quizás, tú nunca fallas, ¿qué pasó? —le pregunté, ahora interesado. —Ni idea, estaba completamente seguro de que esa mujer era periodista —me aseguró con el ceño fruncido. —Bien, da igual de todos modos —me encogí de hombros—. Les diste dar a entender a todos que no era gay, ¿cierto? —lo miré, alzando una ceja. —Claro, me encargué de mezclarme con mujeres importantes —me sonrió. —No me sonrías, sabes que odio tu sonrisa —contesté molesto. —Calma, primo, supongo que mis vacaciones comienzan ya —habló emocionado y no tuve más remedio que asentir. —Claro, que puedes irte desde ya si quieres —le di una tarjeta de crédito dorada. —Sí bueno, hasta luego primito —dicho esto, se retiró de mi oficina dejándome completamente solo. —Creo que debí haberle preguntado su nombre o dejarle mi número, pero quizás eso haga las cosas más interesantes —pensé sonriente. ¿Y qué si había sido una noche casual de sexo con una desconocida? Quizás no volvería a verla de nuevo. Aunque en el fondo, eso era lo que esperaba.  *~*~* Había pasado un tiempo desde la última vez que visité la casa de mi mamá y quizás alentado por la culpa, le había llevado una sorpresa. —Me prometiste que vendrías más a menudo, Oliver —reprochó molesta, apenas me vio. —Tranquila, madre, sabes que he estado ocupado con las negociaciones con Catherine —traté de excusarme, pero sabía que mi madre ganaría la pelea. —¿En serio? ¿Y eso es más importante que tu mamá? —me continuó sermoneando, haciendo que resoplara de impaciencia. —Sabes que no, eres la mejor madre del mundo —mencioné sonriendo—. Por cierto, te traje un regalo —dicho esto, hice pasar a los mariachis. Miré la cara de mi madre, que era de sorpresa y felicidad. —Aww hijo, no debiste molestarte —me abrazó, a lo que yo correspondí. —Te amo, madre, ya no sigas molesta conmigo —hice puchero, haciendo que ella rodara los ojos y sonriera. —Te perdono —me abrazó con fuerza. Después de varias horas atendiendola y hablando con ella, me dirigí a mi casa, no había dormido nada por la noche pasional con la pelirroja. Flashback: —Entonces… ¿Quieres estar conmigo? —pregunté, después de haberla besado. —Sí —susurró con voz queda y la guié alrededor de todas esas personas—. ¿A dónde vamos? —mencionó un poco agitada. —A un hotel —respondí rápidamente, necesitaba hacerla mía. La ayudé a entrar en mi auto y le abroché rápidamente el cinturón de seguridad y una vez dentro, acelere rápidamente para ir al hotel minutos después. —Hemos llegado —la miré y ella me miraba con deseo, al parecer, los tragos hicieron buen efecto en ella. —No puedo esperar —me susurró seductoramente, a lo que yo rápidamente reservé la habitación y caminamos comiéndonos a besos por el pasillo. —Estás tan deliciosa —dije al borde del éxtasis provocado por sus besos, cerré la puerta y la comencé a desvestir al igual que ella a mí, dándome arañazos por la rudeza que empleaba, haciéndome gruñir. Era la primera mujer que me sacaba un gruñido de esa forma. —Bésame —pidió, pero tomando la iniciativa. De repente dejó de besarme, tirándome en la cama estando completamente desnudo, ni siquiera me había percatado de ello. —Con que te gusta tomar el control, ¿eh? —sonreí, no me equivoqué con esta mujer, era una diosa—. Atácame, leona. —Tú lo pediste —me asombré gratamente al ver su maravilloso cuerpo desnudo, era el cuerpo de una diosa, de todas mis andanzas esta fue la mejor. Fin flashback. “Oh fue de lo mejor, deseo volverte a ver, diosa pelirroja” pensé. —Genial, ahora estoy excitado —me dije al ver mi entrepierna—. Bueno, a descargar la leche con una de mis chicas —sonreí. Cambio de planes, quizás Fran quiera tener una noche conmigo, después de todo, la tengo un poco abandonada. —¿Fran? —pregunté al escuchar una voz. —Oliver, ¿eres tú? —al parecer, estaba emocionada. —El mismo, ¿te parece una noche solos tú y yo? —propuse con una sonrisa pícara. —Sabes que siempre, ¿en donde nos vemos? —preguntó sensualmente. —En tu departamento a las 9:00 PM —sonreí, todas siempre caían a mis pies. —Te estaré esperando —la escuché decir, para después colgar. *~*~* Margaret RING…. RING…. —Mmm…. —me levanté levemente de mi cama, tenía un dolor de cabeza horrible, abrí mis ojos y esperé a que se acostumbraran a la luz del día. Esa cortina… esa mesa… ¿De dónde salió todo eso?  Me enderecé de un tirón y sentí un fuerte mareo, uno que me hizo caer nuevamente de espaldas sobre la cama. —¡Este no es mi cuarto! —grité con temor, me apresuré a levantarme de la cama recorriendo el lugar, mi vista se situó en el suelo, mi ropa se encontraba desperdigada allí. —No puede ser... —susurré. Rápidamente miré mi cuerpo, estaba completamente desnuda. ¡¿Cómo diablos había pasado algo así?! —¡¡¡Ah, noo!!! —exclamé con temor, corriendo prácticamente a la cama—. Esto no debe ser lo que estoy pensando, por favor, no —levanté todas las sábanas y mis ojos se abrieron en toda su extensión, mi cuerpo se paralizó al ver sangre en ellas. Me acosté con alguien y ni siquiera tenía idea de quién podía ser. Comencé a jalarme los cabellos para tratar de recordar… pero nada, mi mente no procesaba ningún recuerdo. Me tiré al suelo llorando desconsolada, solo podía ver las gotas de mis lágrimas caer. No sé cuánto tiempo estuve allí, pero necesitaba tiempo para analizar la situación y procesar todo. ¿Me había acostado con un desconocido y encima, éste me había dejado abandonada en un cuarto de hotel? El panorama no podía ser peor, jamás imaginé tener así mi primera vez. Joder, de seguro el tipo era un desalmado sinvergüenza. ¿Cómo no se dio cuenta que era virgen? “Seguramente ni siquiera le importó”, pensé con una mueca, sorbiendo por la nariz y limpiando mis mejillas.  RING… RING…. RING… Miré mi celular sonar, debía contestar, de seguro era mi jefa preguntándome por qué no estaba en el trabajo. Ese trabajo era todo para mí, debía contestar. —Aló, buenos días —hablé educadamente, tratando de regular mi voz. —Margaret, ¿estás bien? El chófer fue a recogerte ayer y no te encontró —me preguntó, podía escuchar en su voz que estaba preocupada. —Sí, yo… me fui antes porque me sentí mal —mentí rápidamente, sintiéndome miserable. —Te escucho rara, ¿sucede algo? —volvió a preguntarme. —Es que comí algo que me cayó mal —traté forzosamente de regular mi voz, sintiendo unas imperiosas ganas de llorar. Pero no pude seguir controlándome al ver el condón en el suelo, por lo que comencé a sollozar fuertemente. —¿Margaret? —habló mi jefa, preocupada. —Estoy feliz de que se preocupe por mí, pero tengo que faltar hoy —esperaba que aceptara, no me sentía nada bien. —Claro, te escucho mal, pero tranquila, quizás esta noticia te anime —me informó. La verdad, no creo que nada me anime mucho. —La escucho. —Margaret, se me asignó la tarea de escoger a cinco periodistas de mi departamento para ir a un congreso de periodistas a nivel internacional por un año, en donde aprenderán de todo tipo de conocimientos que deben tener para ser profesionales completos y uno de esos cinco eres tu —esa noticia me dejó en shock, siempre quise irme a un congreso de periodistas, sin embargo, en mi universidad no me escogían por no ser de dinero. —¿En serio? —pregunté sorprendida. —Sí, Margaret, en serio —escuché una pequeña risa de mi jefa, estaba más que feliz, pero eso no evitaba que pensara con pesar en lo que me había sucedido—. Este año será en Los Ángeles.  Aún así, no debería echarme para atrás en mi sueño, no importaban los baches en el camino. —¿Qué me dices? ¿Irás? —me preguntó con esperanza en la voz.   —Claro que iré, oh, jefa es lo mejor que me ha podido pasar el día de hoy —dije emocionada. —Es bueno saberlo, a Robert Bowen le encantó tu investigación —me informó. —¿Al dueño de Kairos-News le gustó? —dije más para mí misma, asombrada. —Sí, él me pidió personalmente que fueras al congreso, el viernes a las 5:00 AM partiremos, debes estar antes, todo está listo para que vayas, solo debes empacar ropa para estar en casa o ratos libres, recuerda que nosotros te facilitaremos la ropa, hasta entonces, Margaret recupérate pronto —me informó, colgando luego. Quizás me haya pasado esto horrible, pero debo continuar con mi vida, es algo que mis padres siempre me enseñaron… Ser fuerte, a pesar de los problemas y adversidades. Estaba lista para serlo, aún así, el que me llevó a la cama para después dejarme botada, deberá pagar. —Debo saber quién eres —hablé completamente decidida, mirando un antifaz n***o en el suelo. Después de salir de ese maldito hotel, me apresuré a ir a mi casa. Necesitaba olvidar este asunto, pero no podía evitar sentir odio por ese ser desconocido. —Me las pagarás —hablé, mirando ese antifaz n***o, acercándolo a mí para olerlo. Era una fragancia carísima, tenía el mismo olor que desprendía mi cuerpo—. Nunca olvidaré tu esencia, maldito —escupí con rabia. Lo peor de todo es que todavía no podía recordar nada de lo que había sucedido, así que quizás nunca podría ver a la persona que me hizo esto. DING... DONG… —¡Voy! —grité, caminando hacia la puerta. —Hola, Margo —miré a Charlotte con un chico. —Hola, pasen —hablé luego de unos segundos, haciéndome a un lado. —¿Recuerdas que te dije que conocí a un chico hace un mes verdad? —me preguntó, a lo que yo respondí afirmativamente—. Bueno, nos hicimos novios después y como no vivías aquí, no pude presentártelo, pero ahora sí puedo, él es mi novio Kyle Green, amor, ella es mi mejor amiga, Margaret Kerr —sonrió Charlotte emocionada. —Un placer conocerte al fin, Kyle —sonreí, ofreciéndole mi mano—. ¿Qué sucede? —le pregunté a Charlotte, al ver que él me miraba con inequívoca sorpresa. —Kyle, ¿estás bien? —mi amiga le preguntó, preocupada. —Ah perdón, es que creo que te he visto en algún lado, pero debe ser un error mío —me sonrió Kyle a duras penas, estrechando mi mano. —Bueno, ya que están aquí les ofrezco algo de comer, póngase cómodos —informé, dirigiéndome a la cocina. —Yo te ayudo, Margo —vi a Charlotte acercarse a mí. —Pero, ¿y tu novio? —mencioné preocupada. —Estará bien, tranquila, vamos —me jaló del brazo—, tengo que decirte algo también. —Bien, ¿qué deseas decirme? —pregunté, ya en la cocina. —Bueno, es que estaré un mes de viaje con Kyle en las Bahamas —exclamó emocionada. —Oh, qué bueno —sonreí.  Por lo menos Charlotte tenía un novio con quien hacer el amor y gracias al cielo, no pasó por lo que yo pasé. No quería que se enterara, pero la verdad, nunca le he ocultado nada. —Margo, ¿estás bien? —me miró preocupada. —Charlotte, la verdad… no —la miré con una mueca. —¿Qué tienes? —preguntó, abrazándome algo alarmada al ver mis lágrimas. Tomé una bocanada de aire. —No soy virgen, me acosté con alguien hace dos noches y no tengo ni idea de quién es —confesé con voz quebrada. —Pero, ¿tú? ¿Hablas en serio? —cuestionó Charlotte sorprendida. —No te lo había dicho porque no me dio tiempo, pero mi jefa me dio una asignación de ir a una fiesta de antifaces de negocios súper importante a hacer un informe de un hombre multimillonario y recuerdo que estaba en la barra tomando tequilas y después de eso, no recuerdo más —no podía ni siquiera hablar claramente, mi voz temblaba y mis lágrimas no paraban de salir. —¡Ese maldito engendro del mal! —exclamó mi amiga rubia como posesa, con una mirada asesina que a veces me daba miedo—. Juro que si sé quién es... —Calma, Charlotte, ni yo misma sé quién es el fulano —suspiré, sintiendo una punzada en el pecho.  Eso sonaba peor de lo que pensaba. —¿Por casualidad, es la misma fiesta que se realizó en la mansión de Catherine Gilbert? —me preguntó de pronto, dejándome en blanco.  —¿Cómo sabes eso? —pregunté con el ceño fruncido. —Porque Kyle era uno de los invitados y las noticias hablaron de ello, inclusive se hizo reportajes de los mejores y peores vestidos —mencionó, extendiendo sus brazos para abrazarme—. ¿Qué harás entonces?  —No lo sé —susurré, perdida en mis pensamientos. —Sea cual sea la decisión, te ayudaré —me sonrió cálidamente. —Tengo que decirte que me iré por un año mañana por cuestiones de trabajo al congreso internacional de periodistas en Los Ángeles —informé, limpiando mis lágrimas. —Wao es tu sueño desde la universidad, estoy orgullosa de ti —me abrazó emocionada. —Sí, por ahora pensaré en averiguar quién fue el desgraciado ese y cuando lo averigüe, me las pagará caro, pero no puedo desaprovechar la oportunidad de ir a ese congreso —sonreí un poco, decidida a seguir adelante. —Así se habla amiga —Charlotte correspondió mi sonrisa, dándome las fuerzas necesarias. *~*~* Oliver Día siguiente, 9:00 AM. —Oliver Sanders —hablé seriamente al teléfono. —¡¿Por qué mierdas no contestabas el teléfono?! —escuché el grito de mi primo, haciendo que alejara el aparato de mi oreja.  —¿Se puede saber qué te pasa? —pregunté molesto, me había despertado muy temprano, cuando había decidido tomar un día libre—. En serio, Kyle... —Silencio, es importante lo que debo decirte, Oliver —me calló rápidamente. —Okey, ¿qué te sucede? ¿Cuál es tu alboroto? —bostecé, restregando mis ojos. —¡Te acostaste con la mejor amiga de mi novia, tarado! —me gritó de nuevo, haciéndome reaccionar por completo. —¡¡¡¡¡QUÉÉÉÉ!!!!! —grité sorprendido. —Sí, la diosa pelirroja resultó ser la mejor amiga de Charlotte —me respondió, dejándome en shock. —No puede ser, si lo sabías, ¿por qué no me lo dijiste? —hablé rápidamente, mesando mis cabellos con frustración. —¿Cómo querías que te lo dijera, si apenas me enteré ayer y no contestaste sino hasta ahora, animal? —me dijo molesto. —Calma, ¿es que acaso se acuerda de mí? —pregunté, en parte interesado. —No se acuerda de nada —me respondió con un resoplido. —Bien, quizás sea lo mejor —me encogí de hombros. “Es una lástima”, me dije a mí mismo. —No seas imbécil, Oliver, ¿sabes lo que pasará si Charlotte se llega a enterar que fuiste tú? —preguntó, provocándome un escalofrío—. Sí, así como piensas. —Entendí el punto —suspiré agotado, era la primera vez que una andanza me metía en un lío grande—. De todas formas no va a saber quién soy, no llegamos a quitarnos los antifaces y cuando me fui, se me quedo en la habitación, ella no miró mi rostro —hablé pensativo. —Yo no sé, Oliver, pero si Charlotte se entera de que yo te di información para que te acostaras con ella, me odiará sin dudarlo —lo escuché triste. —¿Cómo se llama esa mujer? —pregunté interesado. —Margaret Kerr —lo escuché un poco apagado. —Calma, amigo, Charlotte no tiene por qué saber esto, yo cargaré con toda la responsabilidad y será difícil que Margaret recuerde nuestra noche pasional —aseguré, colgando la llamada. Suspiré. Al menos eso esperaba…  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD