Entramos a una granja un poco más pequeña que la de la tía Mei, en el cobertizo de la casa esperaba un hombre y una mujer, nos bajamos de la Jeep y caminamos directo a ellos. — Buenas noches, soy Felipe, el doctor dijo que ustedes ya sabían que vendría por los cachorros. — Buenas noches Felipe, soy Ágata y él es mi esposo Germán. Claro que sí, el doctor nos avisó. Me tendieron la mano que con gusto acepté. — Un placer conocerlos, soy Rose. Los señores tenían una apariencia un poco enferma, se notaban débiles y muy delgados, ya estaban entrados en sus 70 años o quizás más, seguramente era por eso que estaban dando perritos en adopción, a su edad y ya un poco enfermos no podían darle la misma buena calidad de vida a los perros como lo harían unas personas jóvenes. No estoy diciendo q