Capítulo 9

726 Words
A Fabiana no le gustaban las entrevistas. Cuando los organizadores fueron a su cuarto y la encontraron navegando en el internet, le dijeron que se alistara porque le iban a tomar fotos con la corona, la banda, tomando desayuno. Las auxiliares entraron a tropel y arreglaron el cuarto, la cama y la peinaron y maquillaron a Fabi. -¿Qué voy a desayunar?-, preguntó Fabiana pero nadie le respondió. Todas las mujeres estaban sumidas en los ajetreos para poner en orden el cuarto. Le pusieron una bata a Fabi y la retocaron con matemática precisión, en tan solo contados segundos, incluso las cejas y las pestañas, dejándola más hermosa que nunca. Le acomodaron la corona y pusieron más almohadas, cada una más esponjosa que otra, finas y elegantes. Entró mucha gente a su cuarto, hombres y mujeres, empujándose y hablando a la vez. Le tomaron un millón de fotos, le hicieron otro tanto de grabaciones y lo periodistas la ametrallaron de preguntas, pero Fabiana seguía sumida en el caos. Le pedían que sonriera, que mostrara el café con leche que estaba tomando que comiera las tostadas, mostrara el cetro y que no dejara de reír. Lo único que atinó a decir fue -soy muy feliz-, arrancando muchas carcajadas en los hombres de prensa. Luego pasó a otra sesión fotográfica con el cetro y la corona, que demoró más de tres horas porque, decían, era parte de la organización del Miss Mundial. Parada, sentada, caminando, moviéndose, bailando, haciendo gestos, todo eso la volvió a turbar y se sentía mareada ante ese tremendo alboroto. -¿Cuándo es el viaje?-, preguntó, entonces, curiosa. -En doce días-, le dijeron las auxiliares tan hacendosas, tan movedizas, pero parcas, siempre ocupadas en hacer bien sus trabajo. Cambió veinte mil veces de vestido, volvió a ponerse el traje típico y también el bañador, y todas las fotos eran siempre con la banda de señorita Perú. Cuando al fin tuvo un tiempito, lo aprovechó para hablar con la organizadora del evento. Karen Van Holden había sido, también señorita Perú y sabía que Fabiana estaba entre sorprendida,. absorta, cansada y fastidiada, toda en una. La recibió en el despacho que le habían habilitado en el hotel. -Quiero que Nancy Schäffer me acompañe, que sea mi chaperona-, dijo Fabiana, agotada, estresada, se le veía hasta exánime. -¿No tienes tu papá, tu mamá, tu hermana?-, preguntó la presidenta de la organización. Fabiana sacudió la cabeza negativamente a todo. -Pues me parece magnífico, dijo la organizadora, conozco a Nancy, es una buena chica, inteligente, trabaja en turismo, es la persona ideal. Buena elección- Fabi se entusiasmó mucho. -Incluso ella estará contigo en Ámsterdam-, anunció Karen. Fabiana pensó que tácitamente habían acordado eso, que la idea era esa, que viajara con ella a Países Bajos. Se rascó la cabellera incrédula. La organizadora siguió hablando. -Tengo negocios pendientes y recién viajaré uno o do días antes del concurso. Nancy será mi representante. Me alivias todo-, dijo. Nancy no mostraba jamás su euforia. Miró a Fabiana con indiferencia, peinó sus cabellos que estaban revueltos y le dijo que estaba encantada de acompañarla. -¿Siempre eres así de seria?-, le dio risa a Fabi. -Con los hombres no soy seria-, estalló en carcajadas Nancy y Fabiana se contagió de sus risotadas. ***** A Paola Gutiérrez no le hizo gracia la orden de su jefe. Se incomodó. Arrugó las cejas y estrujó la boca. -Esas reinas de belleza son antipáticas-, reclamó, pero su jefe ya había dado la orden y mandó los memorándums a jefatura y al ministerio. -¿Por qué yo?-, siguió protestando Paola. Su jefe la miró con ironía. -Porque te confundirán con una reina de belleza-, le dijo divertido. Paola hizo un gesto despectivo muy femenino, -Aaaaaah, idiota-, rezongó. -Eres la mejor del departamento, Paola, por eso es-, aclaró su jefe. Ella había ganado distinciones y ascensos por su temeridad y era considerada especialista en seguridad y resguardo. Había estado, incluso con la primera dama, en eventos oficiales y fue campeona nacional de tae kwon do. -Vas a ir a Europa, con esa reina ¿no te entusiasma?-, siguió riendo su jefe. -Prefiero la acción-, se decepcionó Paola, pero su jefe estaba de buen humor pese a sus pataletas. -Quién sabe, a lo mejor la quieren secuestrar a la señorita Perú-, echó a reír alborozado.
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