Anunciaron la fecha de la boda, cuatro meses exactos a partir de aquel día. Pasé todo ese tiempo como un espectro. Ayudando con los preparativos pero muerta por dentro, mí corazón echo añicos y mis pensamientos en un caos.
El día de la boda los vi. Los vi en el altar jurándose amor eterno, en la pobreza y en la prosperidad, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separara. Y la maldad se apoderó de mí, deseando la repentina y pronta muerte de alguno de los dos; aunque de inmediato me arrepentí de aquel pensamiento, creo que no fue a tiempo, porque todo a partir de ese momento parecía querer castigarme por esa idea.
En la fiesta, después del baile de los novios, salí del salón, no soportaba verlos juntos. Me refugié en una banca del jardín, mientras contemplaba el firmamento bajo el escrutinio de la luna, las lágrimas se apoderaron de mí rostro y fue cuando un extraño se apareció extendiéndome un pañuelo.
-Quiero suponer que lloras de felicidad, porque tu hermana se está casando ― dijo con tono sarcástico. Tomé el pañuelo y limpié mi nariz de manera exagerada. Me encontraba inestable y su comentario me había molestado. Él se carcajeó al escucharme y tomó su pañuelo sin asco alguno cuando se lo devolví; entonces se sentó a mi lado y extendió su mano.
-Jonatán Durán ― escuché con sorpresa su nombre, giré a verlo y estreché su mano.
-Alondra Sifuentes ― no podía quedarme con la duda, nunca antes lo había visto. ―Disculpa mi atrevimiento, pero ¿cuál es tú parentesco con Mauricio? ―Pregunté educadamente, aunque desesperada por la información.
-Somos primos, nuestros padres son hermanos ― pude notar cierto malestar en sus palabras, como si le diera asco. Solté su mano y un largo silencio nos acompañó. Quiero pensar que decidí quedarme porque estaba envuelta en mis pensamientos, pero al final me quedé, hasta que él decidió hablar de nuevo.
-Alondra, te tengo una propuesta: cásate conmigo ― dijo serio y yo comencé a reír.
-¿Qué obtendría yo de eso? ―Pregunté entre risas. No conocía al hombre y ya había logrado molestarme y exasperarme en menos de quince minutos.
-Venganza y la verdad ― su tono serio se mantuvo, mi risa pareció no haberle afectado y aunado a su respuesta, cambié mi semblante.
-¿La verdad? ¿A qué te refieres? ―La curiosidad se introdujo en mí.
-Te lo diré si aceptas ―entonces se puso de pie. ―Piénsalo, pero no tienes mucho tiempo ― y se alejó dejando una espina de duda en mí ser.
Fui de nuevo a la fiesta, pero mi atención se concentró en Jonatán. Se pasaba de una mesa a otra saludando a varias personas que no conocía, por lo que supuse que eran familiares de los Durán. Después de algunos minutos, se acercó de nuevo a mí, invitándome a bailar y acepté. De nuevo, no supe por qué, pero algo dentro de mí me instó a hacerlo. No dijo ni una sola palabra mientras bailamos, me tomó con firmeza de la cintura, conduciendo el baile con gracia y expertiz. Fue hasta el final, cuando me devolvió a la mesa que me dio una tarjeta.
-Llámame, tienes una semana ― se alejó, lo vi despedirse de Mauricio y Krestel, y finalmente abandonó la fiesta.
Por supuesto que pasó una semana y no lo llamé.
Regresamos tarde de la fiesta, Krestel se había ido con Mauricio esa misma noche a la luna de miel. Los días parecían comenzar a calmarse, al menos en mi interior, porque había decidido comenzar a apagar mi amor por Mauricio. Una tarde me dirigía al despacho de papá, cuando por error escuché una de sus conversaciones.
-¿De qué estás hablando Alonso? ―Alonso era el padre de Mauricio. Escuché a mi padre suspirar pesadamente. ―Está bien, mañana mismo nos reunimos en tú oficina ― toqué la puerta y me asomé un poco, descubriendo que estaba tocándose el puente de la nariz. ―Te digo que sí, mañana hablamos, te tengo que colgar ― colgó la llamada y su semblante cambio radicalmente cuando me vio.
-Princesa, ¿ya está la comida? ―Acortó la distancia que había entre nosotros para abrazarme, pero después de haberlo escuchado, aunado a lo que Jonatán me dijo, sabía que algo estaba sucediendo y eso detonó mis alarmas. Tendría que prestar más atención a los detalles.