Mordán

1311 Words
La llevó en brazos hasta su lecho de paja y plumas de alca. La recostó alisándole los cabellos de la frente. —Velenar, quiero que respondas a lo que te pido. Hoy tomaré tu compañía para que seas mi esposa y te haré mía, dime si aceptas mi petición. Pero la jovencita seguía con los párpados en c*****o, sin moverlos siquiera. —No puedo ayudarte si no me das tu consentimiento. Por favor, respóndeme. En el silencio y el frío impetuoso de la noche, escuchó de nuevo un aullido, fue tan impregnado de dolor y tristeza que no pudo seguir mirando preocupado a Velenar. Escuchó el tronido del cielo; varias ráfagas de luz tocar la oscuridad de la entrada de la cabaña. Su espíritu guerrero le prevenía en su instinto, percibía con seguridad cierto acecho a su alrededor. Acomodó a Velenar, dirigiéndose hacia donde sentía aquello. Sus pasos pronto llegaron a la entrada de la cabaña. Miró que el cielo mostraba uno tras otro relámpago mientras la lluvia lo empapaba todo. «Sígueme» El dulce susurró llegó a sus oídos como una suave caricia del viento. Volvió su vista a Velenar, mirándola aún inconsciente, lo cual confirmó que no se había tratado de la única acompañante que estaba a su lado. Su pecho se inflamó del mismo coraje que cuando combatía y sin temor alzó la voz: —¿Quién eres? ¿Por qué buscas enloquecerme? Pero en respuesta sólo escuchó una tierna risa que lo dejó un tanto consternado. Y una vez más los aullidos resonaron en el bosque haciendo eco en las montañas; llegando a los oídos de Aleksanteri. Cautelosamente se dirigió a Velenar, quien seguía en profundo sueño. Se inclinó ante ella, sujetándole una de sus manos, cuya piel estaba muy fría. —¿Velenar qué te hizo esa criatura? Pero en el silencio cortado de la noche por la inclemente lluvia, en la nada escuchó una respuesta clara: —Fue ofrecida. Se volvió de inmediato a donde escuchó la voz, sin embargo, no miró a nadie. Respiró hondo para aclarar sus pensamientos fijando su atención de nuevo en Velenar, pero al fondo de la cabaña distinguió algo oscuro moverse incluso con la penumbra que ya había. Precavido sujetó la empuñadura de su espada, poniéndose de pie lentamente. —Muéstrate, no te escondas en la oscuridad. De pronto algo se asomó a la escasa luz que se asomaba en la entrada. —Deja la lucha. Que he venido para salvar su vida. Un hombre alto de cabellos oscuros se dejó entrever, cuya mirada era tan profunda como la rabia que en su pecho crecía. Las largas extremidades de él se mostraron rápidas para sujetar el cuerpo de Velenar, pero Aleksanteri alzó su espada contra él. —No te la llevarás. —Guerrero no disputas con la naturaleza. ¿Qué no ves que su espíritu no es como el de otras mujeres? Ella ha sido elegida para ser parte de nosotros. Si lo evitas, conseguirás su muerte. ¿Eso quieres, Aleksanteri? Él se mostró férreo en defender a Velenar. Sin embargo, muy interiormente sintió un pequeño aguijón pinchar sus pensamientos al escuchar que ese hombre le conocía, sin que él jamás lo hubiera visto antes. El hombre se mostró amable y por un breve instante Aleksanteri sintió que ese hombre sabía lo que a él se le pasaba por sus pensamientos. —Hijo de Henryk, desconoces seguramente de nuestro acuerdo. Nosotros somos descendientes de los hombres que saben vivir con la maldición de la noche nos llaman hijos de la luna. Y tenemos permitido elegir a una mujer para unirnos, conozco a Velenar desde ya hace un tiempo… Aleksanteri frunció el ceño, apretando con fuerza la empuñadura de su espada. —¡Escúchame primero! Si permites que ella venga a mi lado, vivirá protegida entre los míos. Mi manada respeta tu aldea y nunca se llevan a ninguna sin que ellas así lo quieran. Te aseguro que no podría lastimarla y a mi lado vivirá mucho. Sé que su corazón no me ama, pero aprenderá a hacerlo, porque las mujeres humanas confunden los deseos de su corazón en la futilidad de lo que podría ser y lo que verdaderamente es.   Pero Aleksanteri siguió petrificado sin apartar su vista impasible de él. El hijo de la luna al notar a un Berserker fiero y férreo firme en su deseo de atacarle, prefirió mostrarle que la verdad no estaba en su contra sino a su favor antes de que perdiera la paciencia. Se inclinó ante el cuerpo de la jovencita. —Velenar, escucha el llamado que te hago, porque el suspiro del sueño te permite volver por el aliento de uno que conoce los largos caminos de la noche. Él la besó dulcemente en la frente. Aleksanteri notó que Velenar abrió los ojos de inmediato. Ella respiró hondo, volviendo en sí. —¿Mordán? Él sonrió ampliamente. —Sí, fuiste hechizada por otros de mis hermanos, que no pertenecen a mi manada ni al acuerdo. Pero me alegra que haya venido a tiempo para ayudarte. ¿Cómo te sientes? —Bien… La mirada aturdida de ella se encontró con la de Aleksanteri. —¿Estoy en tu cabaña? —Preguntó a él sorprendida. —Sí… Pero tan pronto como despertó volvió a desfallecerse. Aleksanteri dio un paso al frente al notarla de nuevo en un sueño profundo. —Aguarda, lo que hice fue para mostrarte que no miento. Para romper cualquier estado de sueño perpetuo, debo llevarla conmigo. Porque sólo otro hijo de la luna puede romper esa clase de hechizo. Y yo puedo, pero entiendo que, si no lo quieres, la dejaré en tus manos.  Aunque te aseguro que es muy posible que no sobreviva ni por lo menos esta noche. ¿Qué tanto te importa la vida de esta noble criatura, hijo de Henryk? Aleksanteri envainó su espada, respirando hondo. —Velenar es una desconocida para mí, apenas hoy me fue dada su mano. Pero es sangre de mi pueblo, la hermana pequeña de Maakten. He visto que no mientes, pero dime: ¿Cómo le explicaré a su hermano lo que dijiste? Él sonrió amablemente. —Maakten me conoce. Ellos pelean con la fuerza del lobo, y aunque no lo creas su padre la ofreció a mi hermano. Así que dile que la tradición se respeta, pero que ahora la enviaste con alguien que podrá ayudarla. Ella volverá porque la traeré muy pronto para que él la mire en pie. Te doy mi palabra, hijo de Henryk. Ella estará de regreso después de tres lunas y luego volverá a mí. El hombre convirtió uno de los dedos de sus manos en una garra que fácilmente cortó un mechón de su cabello largo oscuro que se deslizaba hasta su pecho, dejándolo caer sobre el colchón. —Es mi dignidad y mi honor decirte la verdad. Te lo muestro con esto. Está afianzada mi palabra. Ese mechón servirá de aviso para cualquiera de los hijos de la luna que intente buscarla. Además, contarán los tuyos con la protección mía y de mi hermano Ashraf que es el líder de mi manada, porque la unión que habrá entre ella y yo es un lazo para los nuestros.   —Entonces, dime tu nombre. —Soy Mordán, hermano de Ashraf, líder de los hijos de la luna del este, descendientes de los vigilantes del cielo, conocidos en Uppsala como Licaón. Pacto mi palabra con la tuya desde ahora y para siempre. —Lo acepto, Mordán. No la dejes morir, cumple con lo que hoy me has prometido. —Así será, Aleksanteri, hijo de Henryk, fieros guerreros de Ulfhednar. Elevó un aullido con fuerza y su cuerpo se convirtió fácilmente en un lobo humanoide que envolvió en brazos el frágil cuerpo de Velenar. De un salto dejó la cabaña yendo bajo la lluvia hacia el bosque.  
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