Entre la lluvia

973 Words
Aleksanteri respiró hondo, mirando a una distancia no muy lejana a alguien avanzar bajo la lluvia. Reconoció el modo de andar del hombre que se acercaba. —¿Qué haces aquí? A grandes pasos Gunnar ingresó a la cabaña. —He venido para saber si has podido ayudar a la pequeña hermana de Maakten. Por encima de los hombros de Aleksanteri, Gunnar alzó la vista hacia el fondo. Aparte de él su amigo se encontraba solo y en la oscuridad. Desconcertado le echó la mirada a Aleksanteri. —Velenar, no está más conmigo. La he enviado con alguien que podrá salvarla. Gunnar mantuvo su atención en Aleksanteri sin creer lo que había escuchado. —¿Enviaste?? Aleksanteri inhaló hondo, posando su vista hacia a la arboleda que se dejaba divisar desde el umbral de la entrada. Llovía a torrentes, mientras los constantes truenos hacían vibrar la tierra. —Iré con Maakten, si quieres saber lo que pasó, Gunnar, camina. Avanzó al frente con pasos fuertes y Gunnar le siguió sin poder comprender. En instantes los dos estaban empapados. Subieron una pequeña colina, pero Aleksanteri percibió como un cierto presentimiento se alzó dentro de sí de pronto. Distinguió de nuevo en su piel el claro aviso de estar siendo acechado. No pudo seguir, detuvo su caminata volviéndose atrás. Gunnar como él dejó de avanzar, mirando con recelo hacia donde Aleksanteri mantenía la vista. Pero no miró más que las constantes centellas del cielo iluminarlo todo repentinamente, realzando únicamente formas y siluetas de lo que había; un juego sombrío de luces y sombras. Aleksanteri se mantuvo alerta, parpadeando un par de veces para poder percibir claramente por la intensa lluvia que le caía sobre sí. Gunnar sentía lo mismo en lo hondo de su sentido guerrero. Los dos mantenían las manos en la empuñadura de la espada, preparados para combatir. Pero de pronto en un resplandor repentino que iluminó con mayor energía el bosque, Aleksanteri miró varias siluetas moverse entre los arbustos. Gunnar no le puso el mismo significado, sabía que en la noche y la escasa luz cualquier sombra insta hasta la imaginación menos creativa a pensar desde la sugestión. —¡No es nada! ¡Las sombras se mueven así por la luz! ¡Avancemos que Maakten espera por tu respuesta! Aleksanteri esperó, pero al cabo de un momento supo que de ser personas preparadas para atacar no lo habrían pensado tanto; sino que habrían aprovechado las circunstancias al verlos solamente a los dos. Movió la cabeza en señal de asentimiento a Gunnar. Uno al lado del otro llegó con presteza a donde esperaba Maakten. Dentro de la estancia de gruesos maderos y piedras, lo miraron en compañía del Godar, y varias mujeres, cuyas presencias aguardaban con él para realizar el rito de unión según sus tradiciones. —Necesito hablar contigo, Maakten. —¿Qué ha ocurrido con Velenar? —Sigue con vida, pero no la tomaré para que sea mi esposa, por lo que no es necesario hacer que el resto siga en vigila. Aunque escuchó claramente a Aleksanteri, no supo comprender el sentido de lo que dijo. Aleksanteri se volvió al resto que se hallaba todavía de pie y la expectativa. —Vuelvan, es tarde y deben dormir. Al fondo de la cabaña miró a Haakon. Seriamente se acercó a él. —Mañana te espero en el templo, tenemos que hablar. —Avisó el hombre de cabellos largos plateados y larga barba en un tono cobrizo al salir. Aleksanteri asintió, y detrás de él el resto de los presentes se retiraron, a excepción de Gunnar que se calentaba al lado de la lumbre. —Explícame. ¿Ella despertó? —Primero responde algo: ¿Conoces a alguien llamado Mordán? Maakten abrió los ojos a más no poder sin poder ocultar su asombro, tragó saliva disipando su gran consternación. —Conozco. —Entonces no hay mucho que explicarte. Velenar estará a salvo con él, vino para ayudarla. En tres lunas la mirarás, pero luego volverá a él. Maakten inclinó la vista, sin poder responder ni media palabra. Aleksanteri notó el radical cambio de ánimo del hermano de Velenar, ya no parecía desconcertado sino asustado. —Ve con las mujeres y con el godar. Avísales que ella está bien y que, en las costumbres de tu pueblo se respetan otras tradiciones. —Lo haré, hermano—Respondió Maakten, sin atreverse a mirar a los ojos a Aleksanteri. Pero él le dio una palmada amistosa al hombro. —Al menos ella estará bien. Eso anuncia una tregua de paz entre los hijos de la noche del este, además de su protección para nuestras mujeres de la aldea. —Sí… La mirada de Maakten se posó en Aleksanteri con más alivio, y le sonrió tenuemente, evidenciando cierta mortificación. —No te preocupes. Sé que querías que ella se quedara cerca. Maakten respiró profundo. Supo que Aleksanteri estaba al tanto de todo con respecto al ofrecimiento que su padre había hecho antes de morir, del cual él quería librar a su hermana; ella no quería unirse a nadie más, desde hacía mucho estaba profundamente enamorada de Aleksanteri. —Lo agradezco de corazón hermano. —Se limitó a responder. Aleksanteri mostró una sonrisa amable. Dejó la cabaña de Maakten, notando que la lluvia se había convertido en una tenue brisa. Avanzó sintiendo la compañía de Gunnar, se detuvo en seco volviéndose a él. —Es hora de descansar. Duerme hermano, que tu esposa espera tu compañía. Gunnar sonrió ampliamente. —¿Cuándo elegirás a una mujer para que te acompañe? —Pronto. —Pues te hará bien, sino enloquecerás sin remedio. Duerme hermano. Gunnar se dio la vuelta yendo con lentitud, mientras Aleksanteri no pudo reprimir una carcajada. Notó que los pantalones de su amigo estaban rasgados por todos lados, mostrando toda la parte trasera de su cuerpo.
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