El almuerzo con mis padres transcurrió muy tranquilo pero no tan relajado como con Aaron, recordarlo me hace pensar en el libro y solo aumenta mi ansiedad, al finalizar la comida Sebastián se despide de mis padres y les da las gracias por su hospitalidad, luego lo guió hasta la puerta principal, en los escalones de la puerta, el gira.
—Leilani, quiero agradecerte el darme la oportunidad de poder conocerte mejor y sin duda este fue un buen inicio, se que aún falta mucho más para conocernos, sin embargo quiero dejar claro que estoy buscando una relación contigo, y si, tal vez ahora solo puedas brindarme tu amistad pero espero eso cambie con el tiempo y que te permitas abrir tu corazón—dice con la voz tierna y yo solo puedo asentir, confirmando que lo he escuchado.
—Lo dejas claro, no te preocupes—digo algo abrumada—. Bueno entonces los espero mañana en el baile Lord—digo con una pequeña sonrisa.
—Hasta mañana mi lady—dice subiendo al carruaje. Me quedo observando cómo se marcha, cuando desde adentro mi madre me habla.
—Leilani tenemos que confirmar los últimos detalles de mañana, puedes entrar por favor—dice ella y yo suspiro, no me gusta invertir tiempo en algo innecesario o que alguien más podría hacer y mucho mejor, ciertamente la fiesta no era mi idea pero al ser mi cumpleaños ellos querían que todo me gustara.
—Claro madre, voy—digo dirigiéndome a la sala de estar desde donde parece encontrarse.
Estuvimos el resto de la tarde con los preparativos de la fiesta y en una plática sobre mi cita con Sebastián, bueno, no era una cita realmente solo amigos. Cuando nos dimos cuenta ya era la hora de cenar y yo estaba estresada. Desde que desperté tengo ese libro en la cabeza y no he podido encontrar ni un solo momento para leerlo, tengo que ir antes de acostarme pero no puedo pasar otra noche sin leerlo.
Observó cómo la conversación pasa entre mis padres, ligera y alegre, luego mi padre me mira.
—¿Estás bien Leila?—dice con preocupación.
—Sí, estoy bien. Solo estaba pensando en leer algo antes de dormir, tal vez unos treinta minutos. —digo con la voz baja.
—Está bien hija, solo no te acuestes tarde, mañana es un gran día y no querrás sentirte cansada—dice mi padre con voz gruesa, luego toma la mano de mi mamá y ambos se levantan para salir con rumbo a su habitación.
Espero un momento hasta que los escucho subir las escaleras y comienzo a caminar decidida hasta la biblioteca, al entrar casi todo se ve en penumbra excepto los pequeños espacios de lectura repartidos, contengo la respiración para escuchar pero parece que nadie me ha seguido, tomó la pequeña lámpara de la mesa más cercana y me adentro entre los estantes. Me cuesta un poco encontrar el libro correcto pero en cuanto lo hago lo saco lentamente de su lugar y puedo escuchar el ligero click y el sonido del estante al separarse solo un poco, me quedó totalmente quieta, espero que nadie venga y cuando estoy segura miró el libro entre mis manos.
No tiene un título pero su portada es encantadora, tiene una especie de enredaderas y estrellas repartidas, escondidos unos cuantos animales y en la parte baja algo que asemejaba el agua, todo pintado a mano. Lo abro y comienzo a leer.
No pude terminarlo, quería leer todo con detalle y asimilar lo que decía pero tuve que dejarlo y subir a mi habitación, ahora no puedo dejar de pensar sobre todas esas historias o leyendas, Áaron tenía razón, el libro hablaba sobre cómo se creó nuestro mundo, su relación con los primeros dioses o antiguos dioses como les decimos ahora, la creación de la r**a humana y menciones de algo llamado Meryi. Nunca había oído hablar de algo como eso, y el libro no mencionaba nada más relacionado a eso llamado Meryi, pero el día de la creación, los antiguos dioses, eso era detallado de cierta forma, había muchos relatos sobre eso en ese libro pero no había una imagen o historia del medallón, sólo las que vi con Aaron y eran parecidas no iguales, y ese libro, no había visto nunca un libro similar.
Me levanto de mi puesto frente al ventanal y suspiro, siento como si hubieran muchos hilos invisibles moviéndose a mí alrededor, como cierta tensión antes de algo, ¿por qué ocultan mis padres el collar? Mi mente va a mil por hora, pensamiento tras pensamiento bombardeándome.
¿Tengo un hermano? "—Despierta hermana, tienes que despertar".
¿Dónde está? "—¿tú eres como yo?—. Estás sola, más sola que yo".
Miro las estrellas y ellas parecen tener la respuesta," hora de dormir" así que caminó hasta mi cama y trato de olvidar todo por ahora, mañana me espera una conversación con mis padres pero por ahora a descansar, me tiro sobre las almohadas y las acomodo hasta acurrucarme y quedarme dormida.
Comienzo a parpadear, la luz se filtra a través de las ventanas y yo protesto, no quiero levantarme de esta cama, giró sobre mi costado para ver la hora y me levanto de golpe, ¡no pensé que fuera tan tarde!, solo me queda una hora antes del medio día y salgo corriendo a la ducha, al salir agarro el primer vestido de día a la mano que termina siendo color azul grisáceo sin mangas con cuello cuadrado y su falda ligera en corte A. Peinó mi cabello y salgo rápidamente hacia las escaleras.
Bajo tranquila por qué no quiero caerme de nuevo por andar corriendo, pero al llegar al comedor no hay nadie, rayos.
Decido desayunar, prefiero estar bien alimentada para cuando decida confrontarlos, y es el desayuno. Cuando termino me dispongo a buscar a mi madre así que me dirijo al salón de bailes, y como sospechaba aquí está ella, junto a decoradores por todo el lugar, caminó hacia donde se encuentra hablando con el diseñador supongo y aclaro mi garganta
.
—Buenos días madre—digo con una dulce sonrisa y melodiosa voz.
—Buenos días a ti cariño, Feliz cumpleaños. ¿Ya desayunaste o quieres ir a hacerlo ahora?—dice mientras me envuelve entre sus brazos y me abraza.
—Ya lo hice, gracias.
—Lamento no haber desayunado contigo pero necesitaba ver que todo marche bien aquí—dice ella con tristeza y la abrazó más fuerte.
—No te preocupes, solo era el desayuno. Por cierto todo aquí se ve muy bien—digo tranquilizandola mientras recorro la mirada por el lugar, hay flores colgando de las columnas, los candelabros brillaban, se veía bien a pesar de no estar terminado.
—Sí ahora se ve así imagínate cuando esté listo, será fantástico—dice mi mamá con una risa y ojos soñadores. No quería cortar su buen humor pero tenía que hablar con ella.
—Madre, ¿puedo hablar contigo en privado?—le digo segura y sin titubear.
—Tendrá que ser más tarde querida, tengo que encargarme de terminar aquí y luego tengo que hablar con el cocinero—dice mientras mueve las manos abarcando el salón, grandioso.
—Está bien pero tiene que ser antes del baile, por favor—digo con resignación.
—Por supuesto hija—dice ya concentrada en la decoración así que salgo del salón en busca de mi padre.
Caminó con paso ligero mientras atravieso el pasillo hasta llegar al lugar favorito de mi padre y abro la puerta.
—Hola padre—digo mientras entro a su oficina.
—Hola hija, feliz cumpleaños, déjame darte un abrazo—dice mientras se pone de pie y camina hacia mí para rodearme con sus brazos en un fuerte abrazo.
—Por supuesto padre, gracias—le digo mientras paso mis brazos alrededor de su cintura, me encanta que me abrace, me hace sentir pequeña pero segura.
—Me cuesta un poco creer que hoy estés cumpliendo dieciocho años pero me llena de orgullo ver la mujer en la que te has convertido. Por eso tengo este obsequio para ti, que represente el cambio de la dulce y delicada infancia, a la fuerte, ágil y filosa adultez, que te recuerde lo hermosa que es pero que puede ser letal si lo desea—dice mi padre mientras colocá una caja de madera en el escritorio, me paralizo por un momento pero decido abrirla.
Es hermosa y de acuerdo a sus palabras, filosa. Dentro de la caja y sobre el terciopelo descansa una daga de acero, el mango es exquisito, un decorado de sutiles enredaderas con una piedra aguamarina tallada en su centro, es femenina pero mortal.
—Gracias, es hermosa—digo admirando la daga—. Ciertamente no era lo que imagine de un regalo de cumpleaños pero es funcional y hermosa—digo sonriendo.
—Este no es tú regalo de cumpleaños, es un regalo para felicitarte, una forma de honrarte por que ya no tengo nada más que enseñarte para tu propia defensa, ya puedes hacerlo tu sola, por eso una daga—dice sonriendo, y entonces comprendí por qué quiso entregármela en privado, hacerlo en público traería muchas preguntas como ¿una daga para una dama?, y eran respuestas que no podíamos dar. ¿Será esa la razón por la que no me dijeron de "mi hermano"? ¿Por todas las preguntas o por todas las respuestas que no podían o querían dar?
—¡Oh! eso sí que la hace muy especial—digo alegremente mientras oculto esos pensamientos.
—Bueno hija, si me disculpas tengo que retirarme, hoy es un gran día y hay muchas cosas que hacer—dice mientras me da un beso en la frente y me ofrece su brazo para comenzar a caminar hacia fuera.
Estamos justo en el vestíbulo cuando la puerta principal se abrió y Sofía se adentro a la casa con una gran sonrisa, detrás de ella un empleado cargaba el equipaje.
—Hola Sr. Siledrah, Leilani—dice ella cordialmente para luego estallar en un grito.
—¡Feliz cumpleaños amiga! Nos arreglaremos juntas—dice mientras corre y me abraza gritando como loca, la abrazó enseguida y comenzamos a girar de esta forma. Tenía cuatro años sin festejar con todos ellos y eso me emocionaba.
—¡Hola! Estás aquí, gracias, gracias—digo mientras nos detenemos.
—Llevo algunos años ya sin poder festejar esto junto a ti, claro que voy a estar aquí y no tienes nada que agradecer, sabes que te quiero eres la hermana que no tuve—dice ella efusiva y riéndose a expensas de su hermano.
—Bueno creo que yo sobró un poco aquí, las dejo para que platiquen señoritas, un placer verle Lady Leveti—dice mi padre mientras se retira al salón de bailes, en busca de mi madre creo.
—El placer es mío, gracias— responde ella y mientras él solo levanta una mano y sale.
—Bueno, ¿dónde dejamos todo esto?—dice una voz detrás de nosotras, al volverme veo a Hugo cargando cosas también.
—¿Tu igual te arreglaras aquí?—le digo mirándolo de pies a cabeza y él se sonroja.
—Umm me temo que no, lo haré en casa, Áaron pasará por allá—dice un poco nervioso—. Esto también es de ella—dice Hugo mientras señala con la cabeza lo que carga.
—¡Vaya! ¿Por qué necesitas tantas cosas?—le pregunto a Sofía apuntando el equipaje.
—¡No lo necesito todo!, sólo no sé exactamente qué es lo que necesito, son opciones—dice alegre encogiéndose de hombros y mirando todo.
—Por supuesto que sí. Pasen, pueden dejarlo aquí ya vendrá alguien que lo suba—digo mientras señalo el vestíbulo.
—Podemos subirlos de una vez si nos lo permites, claro—dice Hugo con una sonrisa, él nunca ha estado en mi habitación, me da un poco de pena que vea mi refugio, algo tan personal, sin embargo incluso Aarón se ha colado en dos o tres ocasiones.
—Claro está bien, adelante, subiendo las escaleras tomen el pasillo a la izquierda en la tercera puerta —digo indicandole por donde ir.
Después de tener las cosas al fin en la habitación y de que Hugo se fuera, nos pusimos a platicar.
—Leilani ¿hay alguna cosa que te gustaría contarme?—dice Sofía con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
—Pues ahora que lo mencionas, he estado teniendo extraños sueños…—digo pensativa.
—¡No Leilani!, habló de la visita del apuesto Sebastián Arzgox. Todos en la ciudad saben que vino a visitarte y que dieron un paseo romántico—dice ella con la voz soñadora.
—A eso, pues la verdad es que no fue un paseo romántico—digo poniendo los ojos en blanco.
—¿Entonces definitivamente él estuvo aquí? ¡Cuéntamelo todo!—dice ella dando brinquitos.
—No hay mucho que contar en realidad, mis padres me pidieron conocerlo un poco más y lo invité a dar un paseo, fue extraño, un momento era engreído y al otro era… dulce. En general fue extraño—digo pensando en él y su forma de actuar en el paseo.
—¿No hay mucho que contar pero fue dulce?—dice con ironía, y yo evito un poco su mirada.
—¿Olvidaste que igual dije engreído?, por cierto ¿quién te dijo?—repliqué, ella tenía que poner los pies en la tierra y dejar de soñar.
—Está bien, ya entendí. De hecho quería hablar contigo acerca de algo, la persona que me lo dijo fue Hugo y sobre él es que quiero hablar—dice cambiando su semblante y con una nota de angustia en su voz.
—¡Ohh!, no sabía que Hugo fuera fan de los chismes. Claro, dime que pasa con él—digo cambiando mi postura y sentándome con las piernas cruzadas en la cama.
—¿Recuerdas lo que te dijo Valerie sobre él? ¿Y lo que él nos dijo en el jardín?—dice ella intrigandome.
—Claro, la razón por la que terminaron, lo que ella creía, sobre él y sus emociones—digo algo intranquila e insegura de hacia dónde se dirige esta conversación.
—Pues hable con él y me contó todo Leilani. ¡Tú de verdad le gustas!, creo que se enamoró de ti sin darse cuenta, luego tu te fuiste y ahora que has vuelto, él lo ve como una segunda oportunidad. Ella tenía razón al sospechar de él aunque no de culparte, realmente tú no hiciste nada—dice ella preocupada mientras yo siento como si algo me golpeara en el estómago al saber esto.
—¡Vaya!, eso es… Extraño— digo insegura.
—Se que es extraño, pero solo quiero que ambos estén bien, juntos o separados, sabes que ambos son mis personas favoritas. No te pido que aceptes nada, solo que lo escuches—dice ella con seriedad y preocupación, luego yo suspiró.
—Lo sé, sé que te preocupas por todos, y descuida, claro que lo escucharé si él trae el tema a colación—digo para tranquilizarla.
—Está bien, entiendo. ¿Vendrá Sebastian esta noche?—dice alzando sus cejas y olvidando el tema de su hermano.
—Sí, vendrá esta noche como otras personas, por respeto a mis padres—digo intentando llevar la conversación en otra dirección.
—Igual muchos venimos por ti—dice con la boca ladeada y seria.
—Sí a verme o al menos al fenómeno que ellos creen—digo con el ceño fruncido.
—¡Oye! eso no es cierto y aunque lo fuera serías un fenómeno muy bonito, y eso no va a impedir que nos divirtamos hoy—dice con convicción en la voz y yo suspiro.
—Tienes razón, mejor veamos qué te pondrás—le digo sonriendo, y así comienza nuestro día buscando entre toda su ropa el vestido ideal para ella, el mío se había pedido antes y llegó conmigo desde nuestro viaje.
—Tú ibas a contarme algo distinto a lo de Sebastián, así que dime—dice ella de repente tomándome por sorpresa.
—Sí, bueno… Últimamente he estado teniendo sueños muy extraños, cuando veníamos hacia acá soñé con un accidente, se sintió tan real sofi—digo con la voz baja recordando el momento.
—Bueno amiga, venían viajando de noche, creo que es un poco normal soñar con un accidente—dice como si no fuera raro.
—¡Oh, vamos! ¿Crees que también es normal soñar con un hermano que no tengo?—digo incrédula y algo furiosa.
—¿Soñaste con tener un hermano? ¿Era guapo?—dice tonteando sin tomarme en serio.
—Sí, con un "hermano" y no lo sé, éramos niños—le digo un poco disgustada. Ahora no sabía si decirle acerca de que mis padres ocultan algo.
—Eso sí es un poco raro, pero solo un poco. Leilani no sobre analices las cosas, la realidad es que no tienes un hermano, y solo, tal vez siempre has querido tanto uno que lo soñaste—dice apenada y con la voz suave mientras se encoge de hombros.
—Sí, lo sé. Tal vez deberías probarte este—digo mientras encuentro un vestido de gala ligero color rosa pálido con escote corazón y mangas. Ella tenía razón, al final era solo un sueño, no tenía que ser real, aunque el collar lo fuera.
—¡Me encanta! Me lo probaré de una vez—dice levantándose de la cama y dirigiéndose al cambiador, dejándome con mis pensamientos.
—¿Qué te parece?—dice ella saliendo y luciendo hermosa.
—¡Sí! Éste es amiga, se ve hermoso ese tono en ti—digo admirando el vestido.
—Gracias por ayudarme, ahora si podemos comer—dice guiñando un ojo y haciéndome reír.
El día pasó entre historias, comida y risas. Cuando llega el momento de arreglarnos estamos eufóricas por volver a hacer estas cosas juntas. Ella se ve preciosa en su vestido de gala rosa pálido con el cabello suelto en ondas y un maquillaje natural cuando camina hacia el balcón.
—¿Ya miraste la luna?—dice ella con asombro desde la ventana—, está completamente oscura.
Camino hasta donde se encuentra y puedo confirmar sus palabras, que extraño, nunca había visto algo así.
—Es hermosa—digo en un susurro.
—Da un poco de miedo, ¿no?—dice Sofía a mi lado y me río mientras pongo los ojos en blanco.
—Estas loca—digo con dulzura.
—Tu también lo estás—dice ella sonriendo, me encantan estos momentos con ella, al igual que con Aarón tengo una hermandad con Sofi, peleamos, nos retamos y nos amamos tal cual somos.
—Tengo que bajar ahora pero creo que estarás muy bien sola por unos minutos—dice sonriendo mientras daba la media vuelta.
—Claro anda, te veo abajo en un momento—digo regresándole la sonrisa.
Al fin sola tengo el valor de mirarme al espejo, el vestido sin mangas y escote corazón, el corsé un poco más pegado de lo que suelo usar en mis vestidos, los bordados y pedrería recorrían desde el corsé hasta la falda amplia pero aun siendo ligero, todo en color gris y plata. Mi cabello fue recogido y trenzado alrededor de la parte superior, como una corona y estaba adornado como una. Mis ojos oscurecidos y delineados con kohl, mejillas sonrosadas y labios con tinta de cereza. Me veía regía, mis padres suelen decir lo bonita que soy pero es hasta el día de hoy que veo un poco de lo que ellos dicen. ¡Pum, pum, pum!
—¡Adelante!—respondo al llamado de la puerta, no creo que sea Sofi, ella hubiera entrado sin más así que espero hasta que la puerta se abre.