Entre las sombras.

2323 Words
Me quedo totalmente inmóvil hasta que el intruso me habla al oído. —No grites por favor, no te haré daño—dice una voz que reconozco casi de inmediato—. Solo quiero hablar contigo, pero no me han permitido verte, quitaré mi mano de tu boca y te pido que me escuches. Poco a poco él retira su mano y se aleja dos pasos de mí mientras volteo para enfrentarlo. —¿¡Qué rayos te pasa Sebastián!?—suelto apenas lo veo y le doy un ligero empujón para agrandar la distancia entre nosotros—¿Qué haces aquí? —¿Aquí en la residencia o en tu habitación?—dice mientras levanta una ceja coqueteando. —No puedes estar aquí, retirarte de mis aposentos ahora—digo enojada mientras apuntó hacia la puerta, pero luego la duda aparece—¿Cómo llegaste hasta aquí? —Entre a través del balcón—admite con cierta culpa en la mirada, y es cuando me doy cuenta que sus hermosos ojos de color miel ahora parecen contener pequeñas espigas en movimiento, debo estar imaginando cosas—. Sé que no debería de estar aquí Leilani, pero necesito hablar contigo y tus padres me dijeron que estabas indispuesta, no podía esperar más, lo lamento. Me asombra saber que subió hasta el balcón sin ser visto para entrar a la alcoba y todo para hablar conmigo, pero no puedo evitar apartar mis ojos de los suyos, creo que estoy alucinando. —¿De qué deseas hablar Sebastian?—digo confundida por su mirada hasta que recuerdo el anillo—, ya es muy noche para lo que sea que desees, ¿podemos hablarlo en otro momento? —No Leila, tiene que ser lo más pronto posible—dice con los ojos en el oscuro horizonte. —Bueno, entonces comienza a hablar—digo levantando la mirada hacia el techo y dejando caer mis manos dramáticamente. —¿Sabés qué fue lo que pasó ayer durante tú baile de cumpleaños?—dice él tranquilo y me relajo al saber que no se trata del anillo, creo. —Pasaron muchas cosas ciertamente durante todo el baile, ¿podrías ser más específico?—respondo divagando sin darle importancia mientras pongo los ojos en blanco. —Sí, ciertamente pasaron muchas cosas—dice algo exasperado—, pero hubo algunos sucesos que tuvieron más relevancia que otros—termina mientras frunce su entrecejo hacia mi. —¡Por supuesto que sí!—digo medio gritando mientras extiendo los brazos hacia el techo—, pero no creo que los momentos que fueron importantes para mí sean los mismos que para ti; Así que, si pudieras ser claro sería lo mejor. —¿¡Quién es tú padre!?—dice con la vista clavada en mí y ese coraje contenido en su voz. —Ya lo conoce Lord, es el General Alexander Siledrah y su esposa Melanie Siledrah mi madre—digo monótonamente y sosteniendole la mirada, él sabe algo que no logro descubrir, pero no puedo arriesgarme a nada. —Por supuesto—dice vagamente mientras comienza a caminar en círculos por la habitación—. ¿Recuerdas el temblor y la tormenta? —¿El temblor que me puso en el suelo?—digo sarcástica mientras levanto una de mis cejas—, claro que lo recuerdo. La tormenta no pude verla ya que solo veía el techo desde mi posición. —Que graciosa… ¿Puedes decirme qué fue lo que sentiste?— dice irritado deteniendo su caminar. —¿Ahora eres doctor?—preguntó burlonamente—, según recuerdo mi doctor es Lord Ursely, el padre de Aaron no tú. —Leilani, esto es mucho más importante de lo que crees—dice girando hacia mi—. Se honesta conmigo por favor. —Pará dejar claro esto, no tengo idea de lo que estás hablando—digo cada vez más irritada—. Y yo no tengo por qué ser honesta contigo, ni siquiera te conozco. —Leila, esto… —dice él sin poder terminar por qué ambos lo escuchamos al mismo tiempo, pasos—, volveré mañana para hablar, no le digas a nadie que estuve aquí. Alguien se dirigía hacia arriba y algo me decía que eran mis padres con rumbo a mi habitación. Tan ágil y silencioso como entró, Sebastián se dirige al balcón y comienza a descender sin ser detectado por los guardias. Justo cuando cerraba las ventanas tocaron a mi puerta y esta se abrió. —Leilani, necesitamos hablar contigo—dice mi madre y en su voz pude notar que ha llorado—, por favor. —¿Qué otra cosa queda por decir madre?—digo cortante mientras giro para encararlos, estoy agotada. —Queda mucho por decir hija—dice mi padre con su voz grave pero algo quebrada—. Sé que no deseas escuchar nada de nuestra parte en este momento, pero tienes que escucharnos. —¿Más mentiras?—digo abruptamente, solo quiero dormir—, no gracias. —¡Leilani!, deja de actuar como una niña que ya no lo eres—dice mi madre molesta por mi tono—. No tienes idea de absolutamente nada, así como nosotros no tenemos idea de dónde has obtenido esa información, tenemos que hablar y aclarar todo, así que deja de comportarte como una niña berrinchuda. Parpadeo lentamente en respuesta a sus palabras, ella nunca había usado ese tono de voz, pero tiene razón. Hay muchas cosas extrañas sucediendo a mi alrededor y tantas otras verdades que aún son desconocidas para mí, lo mejor es tratar de aclarar algunas de ellas o lo que ellos puedan aclararme. —Tienes razón, ninguno de nosotros tenemos idea de absolutamente nada—digo con seguridad—. Siempre creí que éramos honestos los unos con los otros, pero ahora ya no sé que es real y que no. —Hija, siempre hemos tratado de ser honestos contigo, pero también intentamos protegerte lo mejor posible, no somos perfectos pero no dudes que nuestro amor por ti es lo más puro y sincero—dice mi padre dando un paso más cerca de mi. —Está bien, entonces cuéntame toda la verdad—digo con un nudo en la garganta mientras las palmas de mis manos sudan, tengo miedo, sí. Ellos se miran el uno al otro y sueltan un suspiro mientras se toman de la mano, luego voltean a verme, la hora de la verdad llegó y es mi madre la que comienza a revelarla. "—El día en que tu padre y yo nos conocimos quedamos profundamente enamorados el uno del otro. No había nadie más que quisiéramos en nuestra vida y actuamos de acuerdo a eso—dice mi madre rememorando en voz baja—. Él pidió mi mano en matrimonio a las semanas de conocernos y le fue concedida, la boda fue maravillosa, todos nos auguraban un fantástico futuro lleno de felicidad, amor y muchos niños. Tú padre en ese entonces aún no era general de las tropas, pero sí era un soldado reconocido y con un futuro prometedor. —Un día llegó una carta donde le enviaban su nueva ubicación, como su esposa tenía dos opciones: quedarme en casa en compañía de mis padres o irme con él y mantenerme alejada de problemas, obviamente decidí irme con mi esposo—dice mirando de reojo a mi padre quién asiente para confirmar lo que ella decía—. Al principio me quedaba en casa y después de algunos meses comencé a relacionarme con el resto de las mujeres que ayudaban con los heridos, ellas me enseñaron todo lo que sé como ayudante de doctor como nos dicen, pero siempre con el cuidado de mantenerme alejada de los problemas. —Algún tiempo después la intensidad de la guerra bajo y muchos de nuestros enemigos huyeron para salvar sus vidas, creíamos que era un buen momento para tener hijos con la paz en nuestra tierra, lo intentamos durante muchos años y años, pero no conseguimos engendrar a nuestro primogénito—dice mi padre con el dolor envolviendo sus rasgos. —La presión que puse sobre mi llegó a niveles extremos, pensaba que tu padre me dejaría por no poder darle un hijo, lloraba todas las noches implorandole a los dioses hasta quedar profundamente dormida—dice ella con angustia en su voz—. Una noche mientras dormía tuve un sueño, una voz me llamaba y me pedía seguir a mi corazón, sí era valiente que viajará para encontrar eso que tanto anhelaba; no quise contarle a tu padre, él no era muy devoto de los dioses antiguos, pero al día siguiente llegó una carta. —Estaba dirigida a mí, dándome nuevas órdenes y una nueva ubicación de residencia, así que tuvimos que partir—dice él mirando nervioso a mi madre. —Durante el viaje a través de la ventana del carruaje pude divisar una luz en la oscuridad, al principio creí imaginarlo pero conforme nos acercábamos pude observar con horror que no era mi imaginación—dice con la mirada llena de recuerdos y la voz temblorosa—. Ahí a la derecha fuera del camino y dentro del bosque había un carruaje en llamas. —Nos detuvimos para intentar ayudar, pero ya no había nada que hacer—dice mi padre solemne. —El fuego arrasaba con todo a su paso hasta que una brisa fría hizo chisporrotear las llamas hacia un lado y ahí a solo una distancia corta pude notar pequeñas huellas en la nieve que iban a la par del camino pero sin salir del bosque—dice casi en un susurro—, de nuevo pensé que me estaba volviendo loca hasta que tu padre las vio y comenzamos a seguirlas. —Quedamos totalmente mudos cuando llegamos y encontramos a esta pequeña niña acurrucada a un gran tronco de pino, pálida, con el cabello blanquecino y los labios azules por el frío, era hermosamente perfecta—dice mi padre al fin viéndome a los ojos con lágrimas surcando su rostro—. Eres hermosamente perfecta para nosotros. " Silencio, absoluto silencio era lo que había en mi mente, la oscuridad que crecía en mi vaciló como si escuchara cada palabra que salía de la boca de mis padres y retrocedió a las profundidades de mi ser. —¿Ustedes me encontraron?—digo casi en un susurro aún sin terminar de creerlo excepto que…—, ¿me encontraron en un accidente? —Nosotros creemos que tú viajabas en ese carruaje—dice mi madre con dolor en su mirada, dolor por mi—, y que lograste salir de alguna forma que desconocemos. —Esa noche te tomamos y nos dirigimos a la ciudad más cercana para ayudarte—dice mi padre mirando las líneas de sus manos como si pudiera ver todos los recuerdos ahí—. Cuando el doctor se dirigió a nosotros nos dijo que no podías recordar absolutamente nada y quería ver si podías reconocernos. Él había asumido que éramos tus padres. —No quisimos corregirlo por qué deseábamos saber si estabas bien—dice mi madre levantando su rostro y posando sus ojos en mí—. Al entrar preguntaste qué era lo que pasaba. Él doctor te preguntó tu nombre y no lo recordabas, luego te pregunto si sabías quiénes eran tus padres y… Tú nos señalaste. —Él dijo que no había ninguna posibilidad de que tú pudieras recordar, así que te llevamos con nosotros y buscamos en los pueblos cercanos para dar con alguien que te reconociera pero al parecer no tenías más familia que la que iba en ese carruaje. —Nosotros decidimos adoptarte y fue la mejor decisión que pudimos tomar—dice mi padre conteniendo sus emociones—. Te amamos desde el momento en que te vimos y nos señalaste como tus padres, y lo seguiremos haciendo. Estaba perpleja, todo dentro de mí estaba en quietud un segundo y al siguiente mi mente daba vueltas a todas las palabras dichas, a los sueños y recuerdos. —Antes de tu cumpleaños decidimos venir y crecerte aquí hasta que volvimos a partir—dice mi madre notablemente más tranquila. —¿Entonces la fecha de mi cumpleaños es una farsa?—digo tratando de comprender y encajar todas las piezas, como si de un rompecabezas se tratara. —Antes de responder eso—dice mi padre sin perder la oportunidad—, ¿podrías decirnos cómo te enteraste? Me quedo quieta y tomo una respiración profunda antes de responder. —Yo… —digo insegura por qué se que parecerá una locura—he estado teniendo sueños extraños, pero resulta que eso es verdad. —¿Tus recuerdos regresaron? —dice mi padre atónito. —No, no recuerdo nada—digo confundida con esta situación—. Solo fueron sueños de un día en especial, ese día y no hay nada más. Mis padres cruzan sus miradas y veo que todavía hay algo más que ocultan y no quieren decirlo. —Ahora pueden responderme por favor—digo impaciente—. ¿La fecha de mi cumpleaños es una farsa? —No Leilani, no lo es—dice mi madre retorciéndose los dedos de las manos—. Tú cumpleaños es real, es y siempre ha sido ese día. —¿Cómo pueden estar seguros de eso?—respondo incrédula mientras ellos cruzan miradas de nuevo. —¡Estamos seguros de eso!—dice mi padre abrupta mente mirando a mi madre—, así como estamos seguros de que evitas a Lord Sebastian Arzgox—dice posando su mirada en mí y puedo leer la pregunta en su rostro, no es una petición, es una orden silenciosa. Suelto un suspiro cargado de frustración con la mirada al techo mientras ellos esperan pacientes. —Lord Sebastián me encontró en el jardín—digo como si nada pero ellos se miran con incredulidad—, él me felicitó y después sacó un anillo. —¿Huiste verdad? —dice mi padre tomándome por sorpresa—, por eso estabas aquí en tu cuarto cuando ocurrió el temblor—. —Sí, así es—digo tranquila—.Es absurdo, imposible, ni siquiera lo conozco para hacer algo así…—digo cerrando la boca al recordar cómo se casaron—¿El dijo o menciono algo de esto, lo que planeaba hacer?—preguntó mirándolos. —No hija, él no dijo nada—dice mi madre. —. ¿Quieres que tu padre lo ahuyente la próxima vez que se asome por aquí?—dice ella intentando bromear. —No madre, gracias—digo mientras un bostezo se me escapa—. Tengo que dormir, no puedo seguir en pie. —Claro hija has eso—dice ella. —Aún no terminamos nosotros, mañana hablaremos, solo necesito asimilar las cosas y un buen sueño—digo mirándolos seriamente mientras se dirigen a la salida. Lo último que consigo recordar es una ligera brisa nocturna antes de caer dormida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD