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Antonio tomó la mano de su esposa, la gente comenzó a aplaudir. —Querida Rebeca, ¿cuántos años juntos? Tantos, ¿Sabes? Te quiero, te amo, eres la mujer perfecta para mí, mi amada, mi cómplice y confidente, mi esposa, mi todo, te amo, y quiero que sean muchos años más a tu lado, hasta que la muerte nos separe. El hombre tomó un anillo que sostenía una empleada, era un anillo de brillantes, lo puso sobre el dedo de la mujer. Rebeca estaba tan emocionada, le encantaba ese anillo. —Señora Rebeca Nolan, es su turno. La mujer sonrió, tomó aire, estaba lista para comenzar sus votos de amor. —Querido Antonio, mi amado, mi cómplice, mi confidente y guía… De pronto, escucharon exclamaciones de horror, Rebeca se detuvo, su rostro estaba desconcertado, sin poder entender por qué la gente actúa