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Zahara salió de la habitación. Azael sintió que se volvió loco, corrió tras ella, pero la vio salir de la villa, en su auto, y conducir lejos de ahí. —¡Maldición! Azael esperó un poco, luego condujo su auto, intentó seguirla, estaba tan celoso, fuera de sì, que pensó que si la veía con ese hombre lo mataría sin dudar, solo imaginarlo tocando a su mujer era como si apuñalaran su corazón. *** Zahara llegó a esa casa, bajó del auto y entró, cerraron el portón cuando la mujer ingresó. Azael estaba detenido a unos metros, pero podía ver la casa a la que llegó, estaba enloquecido, temiendo que Zahara estuviera con otro. Eso lo mataba lentamente. Zahara entró en la casa, encontró a la mujer ahí. —¡¿Qué malditas cosas quieres, Angélica?! ¿Dónde está mi hijo? La mujer sonrió a verla.