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Gladiola besó sus labios, abrió su camisa, besando su pecho, abriendo su bragueta. —Hazme tuya, mi chocolatito. Félix la levantó, la giró y le quitó la ropa, pronto estuvo desnuda totalmente. Separó un poco sus piernas, su mano se deslizó en su entrepierna, comenzó a acariciarla con ternura, círculos suaves, mientras ella disfrutaba. —¡Ah, Félix, quiero màs! —exclamó Él subió su mano a sus pechos, los acunó suavemente, besó su espalda, abrió sus piernas, la penetró, comenzó a embestirla, primero suavemente, desde atrás, y luego rápido. Ella se sostenía de la puerta, arqueando su cuerpo hacia adelante, permitiendo que el hombre se moviera màs rápido. Sus piernas temblaban, gemía, jadeaba, suplicaba por más. Félix, más, más, rápido, fuerte, por favor… Él se movía de esa manera, sin